Ilaria Salis, militante antifascista y maestra, es una de las mujeres de las que más se habla en Italia en los últimos meses. Las imágenes de esta activista de 39 años atada de pies y manos en un tribunal de Budapest hace unos meses llenaron portadas de periódicos y debates televisivos.
Salis está acusada de haber agredido a dos personas que participaban en una manifestación de extrema derecha. Se juega una condena que puede llegar a 24 años por lesiones agravadas y pertenencia a una organización criminal. Ahora su nombre estará también en las papeletas de las próximas elecciones europeas del mes de junio. Será candidata con los Verdes italianos en la sección y, si es elegida, algo previsible por su posición, podrá solicitar la inmunidad parlamentaria para salir de la cárcel húngara en la que se encuentra desde febrero de 2023. Desde allí, ha denunciado la falta de acceso a unas condiciones mínimas de higiene o la dureza de su estado de detención, con solo una hora al día al aire libre.
La mujer italiana ha comunicado en una carta sus agradecimientos a las personas que la han apoyado desde su país siguiendo su caso y ha explicado que ha decidido presentarse para intentar visibilizar otros casos de personas que se encuentran en la misma situación que ella.
“No está entre mis intenciones escabullirme al proceso por el cual estoy imputada, sino defenderme respetando los derechos humanos fundamentales. Sé que no soy un caso aislado ni excepcional. He tenido la suerte de no ser olvidada, pero situaciones de injusticia como estas están al orden del día en diversos países que forman parte de la Unión Europea. Para atraer la atención que me habéis dado a mí también a otras personas que se encuentran en esta situación y transformar desafortunada historia en algo constructivo he decidido presentarme a las elecciones europeas”, ha explicado.
Tal y como ha explicado el líder de los Verdes en Italia, Nicola Frantoianni, la candidatura de Salis sirve para “intentar resolver su situación personal y contribuir a diseñar una Europa en la cual los derechos fundamentales no pueden ser eliminados”. Pero su nombre no ha estado exento de polémicas, el vice primer ministro Matteo Salvini ha criticado su candidatura diciendo que “la izquierda decide incluir en sus candidaturas a una persona que está en la cárcel en Hungría con acusaciones gravísimas, de las cuales espero que pueda demostrarse inocente”.
El abogado de Salis en Italia explica para Artículo14 que, si es elegida, gozaría de la inmunidad parlamentaria que determinaría la exoneración de la detención y “pondría en pausa el proceso judicial”. “Después las autoridades judiciales podrían pedir la revocación de la inmunidad con el voto parlamentario en Europa lo que sería un proceso bastante largo, pero puede ser que Hungría esté interesada en probar a hacerlo”, añade.
Para la defensa de la mujer italiana los grandes problemas de este proceso judicial son los pocos elementos probatorios de su participación en la agresión. Ha salido a la luz el vídeo en que se vería, entre otras personas, una con un abrigo naranja, la acusación dice que esa mujer es Ilaria Salis. “Al margen de eso nos preocupa el presunto delito por el que está imputada que habla de una lesión potencialmente letal, cuando en realidad la recuperación clínica fue de ocho días. Y, por supuesto, encontramos completamente fuera de la realidad la pertenencia a una asociación criminal, ya que no existe ningún tipo de asociación antifascista que actúe en Europa ni ella tiene nada que ver con algo así”, dice el abogado defensor en Italia.
Al margen de la estrategia de la defensa, Ilaria Salis expresó en unas cartas publicadas por la prensa italiana las duras condiciones en las que estaba viviendo su encarcelamiento, que el abogado Eugenio Losco dice que se mantienen en la actualidad. La mujer italiana se encuentra en una celda con otras ocho reclusas, con la posibilidad de salir al aire libre una única hora al día y no ve garantizados sus derechos básicos de higiene. “Me encuentro todo el tiempo en una celda diminuta, sin aire, entre cucarachas, con poca comida, sin posibilidad de comunicarme, tratada como una fiera atada”, dijo en la carta.
“Me obligaron a vestirme con la ropa sucia, estropeada y maloliente que me proporcionaron en la comisaría -escribe- y a llevar un par de botas con tacones de aguja que no eran de mi talla”, añade.
Salis en su relato denuncia también la falta de una higiene mínima, obligada a permanecer durante semanas con la misma ropa, sin papel higiénico o compresas, que tienen que facilitarle las otras reclusas. Además, cuenta cómo durante 6 meses no pudo comunicarse o tuvo que sufrir la reacción alérgica a las picaduras de chinches que hay en las celdas sin recibir ningún tratamiento médico ni atención. Todo este relato fue publicado en una larga carta escrita a mano a principios de febrero. A eso se añaden otros gestos considerados por la jurista italiana Aurora d’Agostino, observadora de Juristas Democráticos, que ha viajado a las audiencias a Hungría y ha podido ver escenas en las que se le negaba a Ilaria Salis una simple botella de agua. También le llamó la atención que en la última audiencia, donde los jueces debían valorar la solicitud del arresto domiciliario, tras escuchar a la defensa, dictaron su negativa de inmediato y no tras una valoración, como dice d’Agostino que se hace en Italia.
Un posible problema diplomático con Orban
El caso Ilaria Salis, además de generar mucho debate en la opinión pública italiana y de llegar ahora a la política, pasa también por las relaciones diplomáticas con Hungría, señalada en más de una ocasión por vulnerar los derechos humanos. De hecho, el padre de la militante se lamentó ante los medios en diversas ocasiones de la poca ayuda del Gobierno Meloni y de los pocos esfuerzos diplomáticos para mejorar las condiciones de su hija.
El difícil equilibrio que tiene que mantener en este momento la primera ministra Giorgia Meloni está en el medio de la cuestión. Por un lado el tema se vive de manera muy sentida para los italianos, por otro la relación política con Viktor Orban en Hungría no puede pender de un hilo a unas semanas del voto en Europa. Unas elecciones fundamentales en las que la líder tiene especial interés en que su amigo húngaro entre en el grupo de Conservadores, que Meloni dirige. En definitiva, la primera ministra italiana no puede permitirse ahora que la relación se resienta.