Tres frentes abiertos y un cuarto de camino. Mientras prepara el ataque a Irán -la abortada visita del ministro de Defensa Yoav Gallant a Washington apunta a la fase final de la operación-, Israel intensifica en las últimas horas su ofensiva contra Hamás e Hizbulá en Gaza y el Líbano y golpea en Siria también a la milicia nacida en 1982.
Este martes, las FDI sumaron una unidad más -la Acorazada 146, que se une a la 98ª, la 36ª y la 91ª para sumar un total de 15.000 soldados- en territorio libanés mientras los combates con la milicia proiraní se recrudecen, y bombardearon, en la línea de jornadas anteriores, tanto las demarcaciones meridionales del Líbano como el valle de la Becá, en el este, además del suburbio del sur de Beirut donde el partido y milicia chiita tenían su cuartel general.
Como en días anteriores, el portavoz arabófono del Ejército israelí pedía a final de la tarde de ayer a los residentes de una parte del Dahiyeh, concretamente de Haret Hreik y Hadath, que desalojaran la zona ante la inminencia de los bombardeos que se acabaron produciendo. Sólo el lunes el Ministerio de Sanidad libanés contabilizaba 36 muertos y 150 heridos.
Entretanto, las fuerzas israelíes golpearon con dureza nuevamente el sur de Gaza en represalia por el lanzamiento de cohetes hacia Tel Aviv llevado a cabo por Hamás en la víspera. Además, el Ministerio de Sanidad de la Franja -controlado por Hamás- denunció en la tarde de ayer que Tel Aviv ha emitido órdenes de evacuación para varios hospitales situados en el norte de Gaza. Las órdenes afectarían al hospital Al Awda, ubicado en Yabalia, así como al hospital Kamal Adwan, en Beit Lahia –asaltado en diciembre de 2023 por el Ejército israelí– y el hospital Indonesio, también en Beit Lahia. El balance mortal como resultado de la embestida terrestre y aérea de Israel contra la organización islamista palestina desde el 8 de octubre de 2023 roza ya las 42.000 personas, según datos del citado Ministerio de Sanidad gazatí.
Mientras Israel golpeaba en Gaza y ampliaba la operación terrestre contra Hizbulá en el Líbano, hacía lo propio en la noche de ayer en Damasco, donde bombardeaba un edificio residencial en busca de alto mando militar de Hizbulá. Según la agencia estatal de noticias siria, SANA, al menos siete personas murieron y otras once resultaron heridas como resultado del ataque. “El enemigo israelí lanzó una agresión aérea con tres misiles desde la dirección del Golán sirio ocupado, apuntando a uno de los edificios residenciales y comerciales del barrio densamente poblado de Al Mezzeh, en Damasco”, aseveraba una fuente militar a la agencia estatal siria.
Aunque menguado en sus capacidades bélicas, Hizbulá respondió los ataques israelíes lanzando un total de 180 cohetes -una cifra que coincidía exactamente con el balance de Tel Aviv del ataque del día 1 de octubre- hacia territorio israelí, según datos ofrecidos en la noche de ayer por el Ejército israelí. El sistema defensivo israelí evitó que se produjeran víctimas mortales una jornada más.
Por su parte, Hizbulá advertía a Tel Aviv que no se limitará a disparar “misiles o drones” y prometía que la ciudad de Haifa, uno de los objetivos principales de los últimos ataques de las fuerzas iraníes, terminará “como Kiryat Shmona, Metula y otras localidades situadas en el norte de Israel”, en palabras recogidas por la cadena televisiva afín Al Mayadeen.
De nada sirve ya a esta hora que los mandos provisionales de un Hizbulá debilitado -ayer se expresó, por segunda vez desde la intensificación de la ofensiva israelí, el subsecretario general de la organización chiita, Naim Kassem- reclamen un alto el fuego y que desvinculen por primera vez este de la tregua en la franja de Gaza.
Israel sabe que la estructura militar de Hizbulá está tocada -los expertos apuntan a que ha podido perder ya la mitad de su arsenal de misiles- y quiere no ya el repliegue de sus soldados por encima del río Litani, sino su destrucción total o parcial. En un mensaje publicado en X y dirigido nuevamente a la población libanesa, el jefe del Ejecutivo israelí fue ayer contundente al asegurar que sus fuerzas han “eliminado a miles de terroristas, incluido el propio Nasrala y al reemplazo de Nasrala y al reemplazo de su reemplazo”.
Entretanto, el Gobierno de Benjamin Netanyahu sigue preparando con celo el ataque a la República Islámica en respuesta a los 180 misiles balísticos lanzados desde Irán el 1 de octubre en respuesta, a su vez, al asesinato del secretario general Hasán Nasrala y del general de la Guardia Revolucionaria Abbas Nilforushan el pasado 27 de septiembre en el sur de Beirut. La suspensión de la visita prevista por el titular de Defensa Yoav Gallant a Estados Unidos, en cuya capital estaba previsto que abordara precisamente la posibilidad de un ataque contra el régimen de los mulás con su homólogo Lloyd Austin, apunta a que Netanyahu necesita en estos momentos al ministro cerca y que no está dispuesto a esperar mucho.
Por su parte, el titular de Exteriores iraní, Abbas Araqchi, se mantuvo ayer en el mismo tono empleado por otras autoridades del régimen y prometió a Tel Aviv una respuesta “más firme” si es agredido por las FDI. “Cualquier ataque contra instalaciones de infraestructura tendrá una respuesta más firme, y ya han experimentado la precisión y potencia de nuestros misiles”, afirmó ayer Araqchi, en declaraciones recogidas por los medios estatales. “Recomendamos al régimen sionista que no ponga a prueba la voluntad de Irán. Si hay un ataque, nuestra respuesta será más poderosa que en el pasado”, insistió el jefe de la diplomacia iraní, antes de recalcar que Teherán “analiza cuidadosamente cada movimiento” de Israel y reiterar que las autoridades “no dudarán a la hora de responder”. El jefe de la diplomacia iraní anunció ayer que visitará próximamente Arabia Saudí, su gran rival regional, y otros países del Golfo para abordar la situación en Oriente Medio.
Mientras Hizbulá se abre a negociar un alto el fuego y la oposición libanesa comienza a alzar su voz para pedir a la organización apéndice de Irán que abandone las armas, la suerte puede estar ya echada para el país levantino y la región. Las miradas están ahora puestas en el extenso territorio iraní y en sus instalaciones nucleares y energéticas. El ataque que podría desatar una guerra abierta entre Teherán y Tel Aviv puede ser ya cuestión de horas o días.