Con el lanzamiento de casi 200 misiles balísticos hacia Israel, Irán cumplió sus amenazas de venganza de los últimos días para elevar la temperatura regional -y acerca aún más el escenario de una guerra total– después de dos semanas de dura ofensiva de las FDI sobre Hizbulá en el Líbano. Según el régimen de los mulás, el ataque del martes fue la represalia conjunta por los asesinatos del jefe político de Hamás, Ismail Haniyeh, del secretario general de Hizbulá Hasan Nasrala y del general de la Guardia Revolucionaria Abbas Nilforushan.
Aunque, como ocurriera en el ataque llevado a cabo el pasado mes de abril también sobre Tel Aviv -entonces la Guardia Revolucionaria iraní respondía la eliminación de siete de sus militares en su Consulado en Damasco-, el sistema defensivo israelí fue capaz de anular a la mayor parte de los proyectiles, con la diferencia de que la naturaleza de los misiles lanzados el martes por las fuerzas iraníes reducía el margen de tiempo disponible para el sistema defensivo israelí -que contó con la ayuda naval estadounidense- en su afán por neutralizarlos.
“Respuesta más fuerte”
No tardaron las autoridades israelíes en prometer vengar lo ocurrido sobre sus dos principales ciudades. Por su parte, este miércoles y desde Qatar, el presidente iraní, Masud Pezeshkian, aseguró que, en caso de represalias israelíes al ataque de la noche del martes, las fuerzas de su país darán “una respuesta más fuerte”. Con todo, según el nuevo presidente, que llega con el marchamo de moderado, Teherán “no quiere una guerra”. Antes, el mismo martes la Guardia Revolucionaria iraní amenazó a Tel Aviv con llevar a cabo “ataques demoledores” si las fuerzas israelíes responden al ataque, según un comunicado difundido por medios informativos oficiales.
Desde hace meses, Irán se debate ente la necesidad de preservar su credibilidad interna -en un momento de erosión de sistema nacido en 1979 por el creciente rechazo que la joven sociedad iraní siente por el sistema y por mor de años de debilidad económica en parte motivados por las sanciones occidentales- y la de garantizar su supervivencia evitando aventuras bélicas contra Israel y Estados Unidos.
La última palabra la tiene el líder supremo
La disputa es un reflejo de la lucha por el poder en el seno de la arquitectura política de la República Islámica entre sectores conservadores y reformistas, entre los cuales se encuentra el actual presidente. A la cabeza de la línea dura se sitúa, sin duda, el líder supremo, Alí Jameneí. Con arreglo a la estructura del régimen, el ayatolá Jameneí tiene la última palabra en las grandes decisiones gubernamentales, empezando por la política exterior. Cumplidos los 85 años, su sucesión es ya uno de los grandes asuntos de Estado en Irán, y ello coincide con una delicada situación para el conjunto de la región.
El ejemplo más nítido de la prudencia con la que se conducen en los últimos meses y semanas las autoridades iraníes es que solo el pasado martes respondieron propiamente el asesinato el 31 de julio del jefe de la oficina política de Hamás, Ismail Haniyeh, cuando descansaba en una residencia para dignatarios en Teherán tras haber asistido a la toma de posesión de Masud Pezeshkian. Un duro golpe para la Inteligencia iraní recibido en el corazón de su capital.
Infiltrados en el régimen
En este sentido, en la víspera del ataque, el expresidente Mahmud Ahmadineyad aseveraba públicamente que el Mossad había infiltrado la propia cúspide de la unidad antiisraelí de la Inteligencia iraní. En este sentido, este miércoles la periodista Tala Ramadan, de Reuters, aseguraba citando tres fuentes de seguridad iraníes que el ayatolá Ali Jameneí está profundamente preocupado por la infiltración de la Inteligencia israelí en la cocina del régimen. En los últimos días también ha trascendido que el líder supremo habría decidido buscar un refugio seguro ante el riesgo de una próxima operación israelí contra él mismo.
Pero la cadena de golpes y humillaciones sufridas en las últimas semanas por la mejor dotada de sus fuerzas proxy en Oriente Medio, Hizbulá, obligaban al régimen de los mulás a llevar a cabo una respuesta de mayor envergadura contra su archienemigo israelí a sabiendas de que Tel Aviv se encuentra en medio de una ofensiva total no solo contra Hizbulá y Hamás, sino también contra el resto de fuerzas vinculadas a Teherán como los hutíes de Yemen y las milicias chiíes en Siria e Irak. Una tentativa de ganar credibilidad, pues, no solo dirigida hacia el público doméstico, sino también hacia la base militante de fuerzas como Hizbulá, que observa cómo, por ahora, Irán no es capaz de ofrecer el auxilio necesario.
Recuperar “la credibilidad”
Sobre por qué los sectores más conservadores del régimen lograron llevarse el gato al agua este martes, según el analista político hispano-iraní Daniel Bashandeh, “es muy probable que el ataque responda a una presión por parte del ala más dura del régimen protagonizado por Jamenei. Tras la muerte de Nasrala necesitaban recuperar la credibilidad no solo ante Israel sino de cara a la población iraní. Cerrar filas internas y cohesionar al régimen. De esta forma, quiere dar una sensación de fuerza y estabilidad”.
Con todo, varios son los indicios que apuntan a que Irán evitará por todos los medios entrar en una confrontación bélica total con Israel en los próximos tiempos: el tono contenido de su nuevo presidente, un reformista con talante dialogante, su mano tendida a Occidente con vistas a reabrir las negociaciones para un acuerdo nuclear, el rechazo a enviar tropas en auxilio de Hizbulá e incluso un ataque, el del martes, que previsiblemente no causaría víctimas mortales ni grandes daños materiales. “Una guerra abierta sería un problema para el régimen ya que entraría Estados Unidos para defender a Israel. Netanyahu ha conseguido lo que buscaba: un pretexto. Es probable que, si se da una respuesta por parte de Israel, apunte a las infraestructuras críticas”, abunda Bashandeh a Artículo14.
La amenaza nuclear
Por ello, para el analista hispano-iraní “es muy probable que el régimen pase a replantearse la estrategia nuclear como forma de disuasión, recuperar el equilibrio regional y sobre todo, mantener al régimen cohesionado frente al enemigo exterior. Netanyahu va a presionar ante la comunidad internacional la amenaza nuclear para así tener más argumentos para continuar la guerra en Gaza y en Líbano”. “La última palabra la tiene EEUU, quien puede reducir la acción de Israel. Si no lo hace, Rusia y China continuarán marcando posiciones en Irán y el conflicto podría regionalizarse”, advierte el especialista en política iraní.
A pesar de que el sistema defensivo israelí -con la ayuda estadounidense- fue capaz de minimizar los daños tras el ataque del martes, Israel no está dispuesto a que las lluvias de misiles iraníes contra sus ciudades comiencen a convertirse en norma. En las últimas horas las autoridades militares del Estado judío han comenzado a dar pábulo, como ha recogido los medios locales, a la idea de un ataque contra infraestructura crítica como instalaciones energéticas o nucleares, del que la Administración Biden se ha desmarcado.
El presidente Joe Biden advirtió durante la noche del miércoles que Estados Unidos no apoyará que Israel ataque instalaciones nucleares en Irán.
Primeras bajas israelíes en Líbano
Mientras, en el frente libanés continuaban los enfrentamientos. Hizbulá afirmó este miércoles que está contraatacando a las tropas de Israel que avanzan a través de la frontera hacia el sur de Líbano, mientras que aseguró que ha infligido bajas en las filas israelíes mediante el lanzamiento de proyectiles contra tanques y helicópteros, además de soldados.
Hizbulá aseguró que esas acciones provocaron bajas entre las filas de los soldados israelíes, si bien el Ejército de Israel tan solo ha reconocido la muerte de ocho de sus soldados desde el inicio de la confrontación terrestre.
Estas son las primeras bajas entre las filas del Ejército de Israel en territorio libanés desde la guerra que el Estado judío y Hizbulá libraron en 2006, mientras que las fuerzas israelíes se refirieron este miércoles por primera vez al desarrollo de combates de corta distancia en el sur del Líbano.
Israel moviliza cada vez más soldados junto a la divisoria con Líbano, donde este martes creó una nueva “zona militar cerrada” en tres localidades a apenas un kilómetro de la frontera, como la que ya creó en la noche del lunes, poco antes de lanzar su operación terrestre.
Las bajas en Líbano
También este miércoles, las autoridades libanesas informaron de que el Ejército israelí había matado al menos a 1.850 personas en Líbano desde octubre de 2023, más de mil en los nueve días transcurridos desde el 23 de septiembre.