“Las palabras del ministro amenazan con desmantelar la sociedad marroquí y despojarla de sus valores y de su moral”. Este es uno de los reproches que la sección femenina del Partido Justicia y Desarrollo (PJD), la principal formación islamista de Marruecos -y mayor fuerza de la oposición parlamentaria tras una década liderando los gabinetes—, ha hecho al titular de Justicia.
El ministro Abdellatif Ouahbi había mostrado -inesperadamente— su rechazo a que los profesionales del sector turístico continuaran exigiendo a las parejas locales actas matrimoniales para poder reservar una habitación, así como que se siguiera impidiendo a las mujeres la posibilidad de alojarse en un hotel en su municipio de residencia en aras a la preservación de una supuesta “moral pública”.
Para Ouahbi, miembro del liberal Partido de la Autenticidad y Modernidad (PAM) -integrado en la coalición gubernamental desde septiembre de 2021—el veto a las parejas solteras ha sido un “atentado a la vida privada” y “una violación de la ley”.
Sin base legal
A pesar del aplauso de una parte del pueblo marroquí a las palabras del ministro -a la cabeza las generaciones más jóvenes y los colectivos en defensa de los derechos individuales—, quien recordó en la citada alocución desde su escaño en la Cámara de Consejeros que no existe base legal que justifique la acendrada tradición en los hoteles de Marruecos -venía practicándose desde hace décadas—, lo cierto es que otro sector de la sociedad no ha tardado demasiado en manifestarse en contra.
En una nota emitida el fin de semana, la organización islamista llamaba a “todos los componentes de la sociedad marroquí y a todas las fuerzas vivas, tanto dentro como fuera del país, a unirse más en torno a las constantes nacionales y a oponerse a quien intente manipular la seguridad de la sociedad marroquí”.
Si los medios oficiales daban cuenta en los últimos días de que se habían registrado en hoteles de Rabat las primeras reservas de parejas sin que los empleados de hoteles les exigieran los citados certificados, también se hacían eco del caso de la propietaria de un establecimiento hotelero detenido por haber permitido a dos clientes alojarse sin presentar su acta pertinente (como venía siendo hasta ahora).
El diario ‘Assabah’ reportaba el 31 de mayo cómo la dueña de un hotel de la localidad de Sidi Slimane –85.000 habitantes, noroeste— a instancias del procurador del tribunal de primera instancia de la capital provincial había sido sometido a detención preventiva por haberle alquilado una habitación a una pareja que, según la información del citado medio, “habría reconocido haber llevado a cabo relaciones sexuales en ella sin estar casados”.
Según recogía el digital Le360 -próximo a instancias oficiales—, la misma pieza del arabófono Assabah aseguraba que la propietaria “se aprovechó de las declaraciones del ministro de Justicia para convertir el establecimiento que dirige en un gran prostíbulo abierto a todos los que quieran practicar relaciones sexuales fuera del matrimonio”.
Queja de la industria hotelera
Entretanto las autoridades marroquíes sean capaces de hacer cumplir el fin de la prohibición, el personal de la hostelería se encuentra en una delicada situación. Por una parte, los propios profesionales del sector hotelero venían quejándose al Gobierno de la competencia de los apartamentos turísticos -donde no imperaba la tradicional restricción—, pero por otra ellos mismos han alimentado el veto ante el miedo de sufrir consecuencias penales. Como recogía el semanario ‘TelQuel’ esta semana, los propietarios y gerentes de hoteles esgrimían la existencia de controles rutinarios por parte de la Gendarmería y la Policía en sus establecimientos.
En ausencia de una base legal que exija a los clientes la presentación de este tipo de documentos, en el fondo del problema se halla el artículo 490 del Código Penal de Marruecos, que castiga las relaciones sexuales fuera del matrimonio con penas que pueden llegar al año de cárcel. Un artículo que se ha convertido en los últimos años en el principal caballo de batalla de los colectivos feministas y defensores de los derechos individuales en el país norteafricano.
Para la activista y escritora marroquí Ibtissame Betty Lachgar, “el discurso del partido islamista, como el de la extrema derecha en otros países, es una postura prohibicionista basada en la moral religiosa y en la protección de la institución del matrimonio y la unidad familiar. Mi posición, como la de otras feministas radicales, es abolicionista y se basa en un enfoque y un análisis feministas”.
Libertad sexual
“El primer paso es derogar los artículos 490 (relaciones sexuales fuera del matrimonio) y 491 (adulterio) en nombre de la libertad sexual”, asegura la periodista marroquí a ARTÍCULO 14.
A juicio de Lachgar, la propuesta del ministro es “una estafa” porque “el levantamiento de la prohibición de pedir certificados de matrimonio en los hoteles beneficia a los hombres. Se acomoda a la sexualidad de estos allanando aún más el camino para la violencia contra las mujeres y su explotación sexual”.
“No se puede luchar por los derechos sexuales sin luchar contra el sistema de prostitución. Porque sí, ello beneficia a los clientes de la prostitución y los proxenetas. La ley condena a las mujeres”, zanja en conversación telefónica desde Canadá la activista en pro de los derechos de las mujeres en declaraciones a este medio.