Parece telenovela, pero es realidad. Una investigación ha revelado que, en Suecia, ciertas redes criminales se acercaron a equipos policiales para sonsacarles información y filtraciones. ¿Su estrategia? Crear vínculos sentimentales y tener relaciones sexuales con los agentes. Estas relaciones no solo se limitan a la manipulación emocional, sino que también involucran el uso de aplicaciones de citas y la explotación de la vida privada de los agentes para obtener ventajas tácticas.
Tras meses de intensas pesquisas, el periódico sueco “Dagens Nyheter” desveló que más de 514 filtraciones de información sensible han sido sospechadas desde 2018, involucrando a al menos 30 miembros de la Policía con criminales. El modus operandi de estas redes incluye entablar relaciones sentimentales con empleados policiales, o utilizar conexiones familiares para acceder a información sobre casos en curso. La investigación destapó un patrón alarmante en el que los miembros de la banda elegían a sus objetivos basados en su vulnerabilidad emocional o financiera, facilitando así la extracción de información crítica.
Seducción por información
Uno de los casos más destacados es el de una agente de policía apodada “Elin” por el periódico, quien inició una relación con un hombre conocido como “Jonas” (nombre ficticio), al que conoció en una aplicación de citas. Elin, enamorada y sin conocer las verdaderas intenciones de Jonas, realizó múltiples búsquedas ilegales en registros policiales y proporcionó información sobre investigaciones en curso contra él y sus asociados. Este caso ilustra no solo la traición a la confianza pública sino también el grave riesgo de seguridad que estas relaciones representan para las operaciones policiales.
Otros casos incluyen a un guardia fronterizo que vendió información clasificada a bandas, un policía que filtró información a lo que “Dagens Nyheter” describe como “uno de los criminales más notorios de Suecia”, y una investigadora que compartió capturas de pantalla de información sensible con un hombre al que estaba investigando. Además, el periódico informó sobre operadores de comunicaciones policiales que consultaban bases de datos policiales sin autorización, buscando información que posteriormente era vendida o utilizada para alertar a los criminales sobre acciones policiales inminentes.
“Ángeles del Infierno”
En otro incidente, se descubrió que un grupo de cinco operadores de alarma realizó un número inusualmente alto de búsquedas sobre miembros de los Hells Angels. Resultaron tener conexiones con el grupo criminal, y habían mentido durante sus verificaciones de antecedentes. La implicación de estos operadores es inquietante; plantea preocupaciones sobre la extensión de la corrupción dentro de las filas más bajas de los servicios de emergencia, y subraya la dificultad de detectar y prevenir la infiltración criminal en estructuras clave de seguridad pública.
Las consecuencias de estas filtraciones han sido graves, incluyendo ataques de venganza por parte de los enemigos de los miembros de la banda involucrada. En algunos casos, los enemigos de los miembros de la banda desaparecieron o fueron asesinados. La información filtrada ha comprometido no solo investigaciones en curso sino que también ha puesto en peligro la vida de informantes y otros colaboradores de la Policía. Además, estas acciones han erosionado gravemente la confianza pública en la policía, afectando su capacidad para servir efectivamente a la comunidad.
Algunos empleados policiales involucrados en las filtraciones fueron sentenciados a multas por acceso ilegal a datos o por violaciones del secreto profesional, mientras que las pruebas contra otros no fueron suficientes para procesarlos. Además, varios oficiales han sido sometidos a investigaciones internas y, en algunos casos, a procedimientos disciplinarios que han resultado en suspensiones o despidos, reflejando la gravedad con la que las autoridades están tratando estos incidentes.
“Trampas de miel”
Los criminales buscaban a los agentes de Policía utilizando tácticas como la chantaje, como en el caso de los oficiales que consumen drogas, o estableciendo “trampas de miel”, como la usada contra Elin. También usaban conexiones familiares para presionar a los parientes que trabajan en la Policía. Estas tácticas indican una sofisticada comprensión de las vulnerabilidades humanas y estructurales dentro de las fuerzas del orden, que los criminales explotan para socavar la ley y el orden.