Reportaje

Giudecca, así es la cárcel femenina que hoy visitará el Papa Francisco

Esta prisión en Venecia acoge a pocas reclusas lo que ha permitido convertir este antiguo monasterio en un lugar más amable. Sólo el 4% de los presos en Italia son mujeres

Papa, cárcel femenina

El Papa Francisco durante una visita a la cárcel de mujeres de Venecia Efe

Hoy un Pontífice visitará por primera vez el pabellón de la Santa Sede de la Bienal de Venecia. El espacio, donde se ha montado la exposición, no es casual. Es la cárcel femenina de Giudecca, un lugar que esconde una larga historia y que a día de hoy se ha convertido en un referente en la gestión de la vida de las detenidas, que aquí rompe con todos los clichés para darles la oportunidad de una reclusión menos sombría.

El pabellón, en el que han participado algunos artistas de renombre internacional, lleva el título de ‘Con i miei occhi’ (Con mis ojos) y pretende poner precisamente la mirada de la opinión pública en un lugar al que normalmente no llega. Un espacio donde la belleza, la religión y el compromiso social parecen encontrarse. En la isla de Giudecca, originalmente llamada “Espina larga” por su forma de espina de pescado, la más cercana de la ciudad de Venecia, la que acoge este centro de reclusión con 80 mujeres.

Cuatro cárceles femeninas en Italia

Antes de convertirse en una de las cuatro cárceles femeninas de Italia, este antiguo monasterio del siglo XII, era el lugar en donde terminaban las “prostitutas redimidas” que, acogidas, por las monjas que gestionaban la estructura se “convertían”. De ahí quedó el nombre de la vía por donde aún se entra, la Calle delle Convertite. Este es un espacio diferente a casi todos los demás porque aquí la mayoría de reclusas trabajan y una red de diferentes colaboraciones con asociaciones y entidades de la ciudad de Venecia permite generar un sentimiento de comunidad. Tiene, entre otras cosas, un huerto interno donde las reclusas cultivan sus productos, que luego venden ellas mismas una vez a la semana.

Papa Francisco

El Papa Francisco a su llegada al Vaticano

Según los últimos datos del departamento de Administración Penitenciaria italiana, en este momento son 80 las mujeres presentes en la cárcel de Giudecca de las 112 plazas disponibles, 37 de ellas de origen extranjero. La visita de 2022 a la estructura de la Asociación Antigone, que lucha desde los años 80 por los derechos y garantías del sistema penal, demuestra que están garantizados algunos aspectos fundamentales para las detenidas como espacios para el estudio, actividades culturales y deportivas y que 44 mujeres trabajaban a través de diferentes redes de apoyo y cooperativas y que, el huerto de cultivación biológica tienen un valor simbólico más que económico.

“Ciudados de género”

Además, resalta la periodista especializada en género Giulia Siviero, que visitó hace años este lugar para un largo reportaje, “el hecho de que sea una cárcel solo dedicada a mujeres y tan pocas permite que puedan tener acceso a los cuidados de género, a lo que necesitan los cuerpos de ellas”.

La participación en el pabellón de la Santa Sede, del que las propias reclusas son las guías para los visitantes, y el propio encuentro con el Papa se encuadran en el estilo de gestión que tiene este centro. En la cárcel de Giudecca la lectura, las sensaciones, emociones y la vida tienen mucha importancia. Por eso las detenidas, de vez en cuando, reciben a escritores y escritoras a las que interrogan y con los que establecen una profunda reflexión.

Encuentros con escritores

“Interrogatorio sobre la escritura” es un formato que se inventó la Asociación cultural Closer de Venecia, que colabora con el centro de reclusión desde 2016. Giulia Ribaudo es una de las fundadoras y relata para Artículo14 cómo funciona este proyecto. “Preparamos varios eventos al año con cuatro o cinco reclusas con las que organizamos la lectura y el encuentro con el autor o autora. Además, garantizamos que otras 50 personas del ayuntamiento de Venecia puedan obtener el permiso para entrar y participar. Eso les garantiza un vínculo con la realidad que es muy importante”, explica.

Por ejemplo, relata Ribaudo, en uno de los últimos encuentros en el que trataban un libro del autor Francesco Pacifico, que tiene, en su parte inicial, un relato erótico, una reclusa contó algo que impactó mucho a todo el mundo. “Dijo que para ellas leer un relato de este tipo en una celda compartida con otras ocho mujeres es muy difícil. El autoerotismo en ese tipo de condiciones era algo que, probablemente, nosotros no habíamos pensado y que ella nos ilustró”. De hecho Ribaudo recalca que, al margen de todas las facilidades para trabajar y formarse que tienen estas mujeres, la dura realidad de la cárcel prevalece en muchas ocasiones.

Algo que comparte también la periodista Giulia Siviero que, confiesa para Artículo14, cuando visitó la estructura tuvo también sensaciones encontradas. “Recuerdo el contraste de la belleza del huerto, por ejemplo, con las pesantes cadenas de las puertas. La mayoría de las mujeres que están allí son por delitos menores, viven entre fuera y dentro y están expuestas, sea a la discriminación de ambientes familiares a veces muy complejos, que también a la limitada realidad de una cárcel. A pesar de todos los aspectos positivos, creo que no existe un verdadero sistema de reinserción en Italia”, añade.

El 4% de los reclusos son mujeres

La presencia de las mujeres detenidas en cárceles italianas es, desde hace muchos años, poco mayor del 4% de los detenidos totales. El número total, desde los años 90, se ha mantenido siempre alrededor de 2.000 mujeres y son cuatro las estructuras de detención femeninas italianas, entre las que está la de Venecia. Pero también una en Roma, que el Papa visitó esta Semana Santa, otra en Trani y una más en Pozzuoli, Nápoles.

La mitad de ellas se encuentran en estos centros, las demás en las 44 secciones femeninas de cárceles masculinas. Como dice el estudio realizado por la Asociación Antigone, que lucha desde los años 80 por los derechos y garantías del sistema penal, “la fotografía de la detención femenina en Italia es, tendencialmente, estática, debido a los números bajos y a la escasa peligrosidad social”. Un aspecto que, sin duda, permite que la cárcel de Giudecca sea lo que es hoy.

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