Hasta la tumba: la lucha por la igualdad LGTBI en Israel

Or Li Niv, Mijal y Kobi perdieron a su hijo Omri en el fatídico 7 de octubre. Pese a que el estado judío no reconoce oficialmente los matrimonios homosexuales, se convirtieron en la primera familia de un soldado caído con tres padres inscritos en su lápida

Or Li Niv, vicealcaldesa de Givataim desde hace 11 años, es una férrea defensora de los derechos de la comunidad LGTBI en Israel. Pese a que el Gay Parade de Tel Aviv tiene fama internacional y la ciudad es reconocida por su carácter acogedor con personas de orientación sexual diversa, la legislación vigente en el país en lo relativo al matrimonio sigue bajo control exclusivo del Rabinato ultraortodoxo. Por ello, la unión de Or Li con su mujer Mijal no está reconocida oficialmente, y su vida familiar ha estado marcada por un sinfín de adversidades legales.

El capítulo más trágico en su periplo vital ocurrió el pasado 7 de octubre, cuando su hijo mayor Omri murió en combate. “Según la halajá (ley judía), hay un padre y una madre”, aclaró Or Li a Artículo14. Por ello, cuando estaban tramitando el funeral de su hijo, los oficiales del ministerio de Defensa les comunicaron que en el texto de la lápida anotaron: “Omri, hijo de Or Li y Kobi”. Alegaron que en las tumbas solo se escriben los nombres de los padres biológicos. “Parad, hay un error. Es hijo de Orli, Mijal y Kobi”, les aclaró la vicealcaldesa.

Primera vez en la historia

Inicialmente, los funcionarios aseguraron que no podían aceptar la corrección. Ella replicó que más allá de cuestiones biológicas, el joven fallecido tiene tres padres. “No nos entendían, ya que no hubo ningún precedente así en la historia del Ejército israelí. Yo les dije que siempre hay una primera vez”, recuerda. Por ello, les alertó: o cumplían con la petición, o la lápida quedaría en blanco, lo que provocaría un escándalo nacional.

“Tenía claro que no iba a renunciar, y ya empezaron a llamarme abogados y periodistas para contar mi historia. Pero gracias a que somos ordenadas y tenemos pruebas de nuestra unión más allá de los dictados de la halajá, acabaron aceptando nuestra demanda”, cuenta. Fruto de su tenacidad, su querido Omri descansa hoy en el cementerio de Givataim con sus tres padres inscritos en la lápida.

25 años de relación, desde la ‘mili’

Or Li y Mijal llevan 25 años juntas, y paradójicamente también se conocieron durante el servicio militar obligatorio. Empezaron su relación en secreto, y permanecieron en el armario durante tres años. “Nuestros amigos cercanos lo sabían, pero con las familias fue muy duro. Finalmente decidimos ir a por todas, formar una familia y traer niños. Desde el principio afrontamos muchas complejidades”, recuerda. No todos recibieron con buenos ojos su homosexualidad. Cuando quedó embarazada de Omri gracias a la generosidad de su buen amigo Kobi, no todos en su entorno conocían su verdadera orientación sexual.

Los dos primeros años de vida de Omri estuvieron marcados por el secretismo, pero cuando empezó la guardería decidieron poner fin al suplicio. “Estábamos convencidas del camino tomado, y acabamos entendiendo que no estábamos solas. Muchas parejas y familias enfrentaban lo mismo. Cuando lo cuentas, otras personas se envalentonan a hacerlo”, celebra.

Pese a que Or Li, Mijal y Kobi acordaron la paternidad compartida, eran conscientes que afrontarían un laberinto legal. “En mi DNI figuran los hijos que yo parí, en el de Mijal la niña que ella parió, y en el de Kobi los tres hijos. Pero los tres padres constamos como solteros”, lamenta. Las dos madres festejaron una ceremonia informal ratificada por un abogado, que les proporcionó un certificado de vida compartida. “Pero es un documento interno, que no es legal ni aceptable religiosamente”, aclara.

El equilibrio entre religión y estado

El sensible balance entre religión y estado es una patata caliente en Israel, que genera cada vez más fricción entre los sectores liberales y ortodoxos. Otra limitación para las parejas LGTBI es el impedimento de adoptar legalmente niños en el país, aunque la Corte Suprema ordenó revertir este veto el año pasado.

“Es algo que afecta en cosas pequeñas del día a día”, reconoce Or Li. Por ejemplo, cuando Mijal debía llevar a Omri al doctor, le exigían que mostrara el DNI. Al no figurar como su madre legal, no podían atender al pequeño. Cuando a los 13 años quiso llevárselo sola de viaje al extranjero, la detuvieron en el aeropuerto, exigiéndole explicaciones sobre el motivo de llevarse a un menor fuera del país. También sufrieron durante el primer parto, ya que en el hospital solo daban pulseras a los padres biológicos para entrar al recinto de recién nacidos.

Vencer al sistema

“Son dificultades constantes, pero no nos impidieron vencer al sistema”, dice. Gracias a la oenegé “Nueva Familia”, que ayuda a parejas LGTBI a obtener un documento que certifica su unión, parte de las instituciones si reconocen su vínculo y su paternidad. Gracias a ello, las autoridades sanitarias ya aceptan su estatus. “En Israel la situación ha mejorado en los últimos años, pero depende de la zona en la que vivas. Givataim y Tel Aviv son muy tolerantes, pero en localidades del norte y el sur hay grupos religiosos radicales que no nos aceptan”, matiza.

Como vicealcaldesa de su localidad, donde lleva además siete años al frente de la cartera LGTBI, Or Li impulsó un sistema municipal de inscripción de parejas de orientación sexual diversa. “Gracias a ello, quienes no son reconocidos por el Rabinato son aceptados por nuestro ayuntamiento, y reciben los mismos derechos que el resto de ciudadanos”, cuenta con satisfacción. Además, la vicealcaldesa logró un status quo informal con los sectores religiosos de su ciudad, por lo que todos viven en relativa armonía.

Retroceso

Desde la toma de posesión de la actual coalición de gobierno de Benjamin Netanyahu, que incluye a elementos de extrema derecha muy hostiles con la comunidad LGTBI, Or Li siente que hubo un retroceso en el país. Pero la situación de emergencia por la guerra detuvo temporalmente los empeños de los radicales, que alegan que los homosexuales suponen una amenaza a los valores de la familia tradicional y del judaísmo.

Pese a la tragedia sufrida, Or Li destaca la educación y valentía de su querido Omri. Cuando su difunto hijo le avisó que “nos vuelan misiles sobre la cabeza” a las 6:55 de aquel sábado, entendió la gravedad del asunto. El recluta, destinado en la base de Zikim donde se formaba a combatientes y rescatistas de una unidad mixta de hombres y mujeres, falleció tras el estallido de ocho granadas y un proyectil anti-tanque.

“Nuestro mundo se derrumbó. Pero su base fue la única en el sur que no fue capturada por los terroristas”, recuerda la madre. A las 21:10, oficiales del Ejército le comunicaron la trágica noticia mientras estaba gestionando el operativa de emergencias del ayuntamiento de su localidad. “Pese a todo, fuimos reconocidos como dos madres y un padre que perdieron a su hijo”, concluye.

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