La entrevista más esperada no dejó titulares para la historia. Kamala Harris, candidata demócrata a la Casa Blanca, se sometió en la cadena CNN a la primera entrevista desde que fue oficialmente proclamada como tal en la Convención Nacional de su partido, y pese a las expectativas, resultó una conversación anodina en la que no dejó grandes promesas ni cometió errores reseñables. Quizá era ese el objetivo, sencillamente pasar el trámite.
La cita había generado gran expectación porque Harris no concede entrevistas habitualmente. El intercambio directo con los periodistas la incomoda, por lo que lo evita, y sus rivales republicanos habían empezado a atacarla con eso. Donald Trump la acusó de no querer dar entrevistas porque eso revelaría que “es casi totalmente incompetente”. Cuando días antes de la entrevista se supo que Harris iba a estar acompañada por su candidato a vicepresidente, Tim Walz, esas acusaciones arreciaron.
Harris accedió finalmente a la entrevista. Fueron 27 minutos de respuestas a las preguntas de la periodista Dana Bash, una de las moderadoras del debate que acabó condenando las posibilidades del presidente Joe Biden de optar a la reelección. 27 minutos en los que no se salió del guion y repitió algunos de los mensajes que ya ha lanzado en la campaña. Prometió al país “pasar la página” de los últimos diez años, en referencia al decenio de la política estadounidense que ha estado marcado por la presencia distorsionadora de Trump y siguió apostando a vender más su perfil y su trayectoria que sus propuestas.
Cuestionada por lo que algunos interpretan como cambios en sus políticas en los últimos años, reivindicó su coherencia y aseguró: “Mis valores no han cambiado”. Junto a la defensa de su trayectoria y sus principios, Harris ofreció un ninguneo casi total a Trump. Cuando la entrevistadora le recordó que ha llegado a cuestionar su identidad afroamericana, sencillamente rompió en una carcajada y respondió: “Siguiente pregunta”.
En todo lo demás: aborto, guerra en Gaza, economía, etc, se ciñó a mensajes ya conocidos. Si acaso cabe destacar que Harris no intenta desmarcarse de la figura de Biden y reivindica la labor de su gobierno, incluso en asuntos en los que el electorado lo valora desfavorablemente. La candidata dijo que no se arrepiente de haber apoyado inicialmente la candidatura de Biden a la reelección y describió a su Administración como “transformadora”. De hecho, la semana que viene participará en Pittsburgh en el primer conjunto de ambos.
Harris reclamó el voto a los demócratas con el argumento de que “hace falta más”. Aunque también admitió margen de mejora en algunos aspectos, como los precios que, según dijo “están demasiado altos”.
Trump, por supuesto, no se perdió la entrevista y reaccionó de inmediato en su cuenta de Truth, la red social que creó cuando le expulsaron de Twitter. “¡ABURRIDO!”, así, en mayúsculas y entre signos de exclamación, fue lo que publicó.
Es posible que no sea un desenlace mal recibido por los asesores de Harris. La vicepresidenta llegaba a la cita con el reto de demostrar que no iba a cometer las meteduras de pata que casi se habían vuelto costumbre con Biden y en las que también ella había caído en el pasado. En ese sentido, Harris, pasó la prueba.
Las cosas subirán de voltaje probablemente en el debate entre ambos candidatos previsto para el 10 de septiembre. Ahí será cuando se vea las caras con Trump directamente y cuando previsiblemente mostrará una línea más marcada y tendrá que concretar algunas de las ideas que tiene para gobernar el país.
Entretanto, las encuestas tras la Convención de la semana pasada mantienen a Harris con una leve ventaja sobre Trump. Este jueves, un sondeo hecho por Reuters/Ipsos pone a la vicepresidenta 4 puntos porcentuales por encima en la intención de voto frente a su rival republicano que se llevó el 41%.
Principalmente, las mujeres y los hispanos han sido los que, según los resultados, ponen la balanza en favor de la demócrata, quien hace un mes en un sondeo similar sacaba una escasa ventaja de 1 punto porcentual frente al expresidente Trump.