Hace solo unas semanas, los demócratas afrontaban sumidos entre la depresión y la división su Convención Nacional, que empieza este lunes en Chicago. La cita debía servir para proclamar a un candidato, Joe Biden, cada vez más cuestionado por sus alarmantes síntomas de declive físico y mental, y por la ventaja que le llevaba Donald Trump en todas las encuestas.
Pero tras la retirada de Biden, la fulgurante irrupción en la carrera presidencial de su vicepresidenta, Kamala Harris, ha revertido la situación rápidamente. Si las encuestas publicadas en los días inmediatamente posteriores al anuncio de Biden ya mostraban una mejora de las expectativas en el campo demócrata, las de la última semana colocan a Harris con una ventaja de cuatro puntos porcentuales sobre Trump, un margen que ya supera el error técnico de los sondeos.
Las buenas perspectivas para Harris aumentan además por el hecho de que aparece también como ganadora en la mayoría de los conocidos como estados-péndulo, los que suelen alternar mayorías demócratas y republicanas, y suelen ser, por tanto, decisivos a la hora de determinar quién se convierte en presidente.
Los estudios más recientes de la encuestadora Morning Consult colocan a Harris con un 47% de intención de voto, mientras que su oponente republicano se queda en un 44%. Desde la consultora destacan que Harris ha aparecido por delante de Trump en todos los sondeos realizados desde que se anunció su candidatura. Sus analistas describen la situación como “una luna de miel” de Harris con los votantes. Y creen que el idilio está lejos de haber terminado.
En la primera y hasta ahora única encuesta publicada por Emerson College desde que Biden se retiró de la carrera, Harris obtiene un 50% de intención de voto, mientras que Trump se queda en un 46%. Una diferencia que le permitiría a ella convertirse en la primera presidenta de la historia de Estados Unidos.
Los guarismos favorables se acumulan para Harris, pero quizá lo más alentador para ella sea la tendencia que se observa en algunos estados-péndulo. Y es que según una encuesta conjunta de The New York Times y el Siena College, Harris sería la vencedora en Michigan, Wisconsin y Pensilvania. En todos ellos obtiene un 50% de intención de voto por el 46% de Trump. La encuesta se publicó el 10 de agosto y fue realizada entre los días 5 y 9 de ese mes.
La encuesta de The New York Times y el Siena College es considerada una de las más fiables y exhaustivas, y en ella Harris sale mucho mejor parada de lo que salía Biden. El presidente y Trump estaban en un empate técnico en Michigan y Wisconsin, y Trump había llegado a alcanzar una ligera ventaja en Pensilvania.
Perder Pensilvania sería una catástrofe para los demócratas, ya que la mayoría de analistas coinciden en que tendrían muy difícil conservar la presidencia si su candidato no logra imponerse en ese estado del noreste del país. El efecto Harris parece haber corregido el rumbo a tiempo de evitar la derrota. La candidata ha mejorado en diez puntos porcentuales su popularidad entre los votantes registrados allí en solo unos días.
Las encuestas muestran además que los votantes de Pensilvania la ven como una líder más inteligente y un carácter más adecuado para ocupar la presidencia que el veleidoso Trump.
Sin embargo, no todo son buenas noticias en los sondeos para la candidata demócrata. La mayoría de los encuestados dicen confiar más en la capacidad de gestión de Trump en economía e inmigración, dos temas que una y otra vez aparecen como prioritarios para los votantes. La campaña republicana intenta desesperadamente recuperar la iniciativa perdida tras el cambio de Biden por Harris y no hay duda de que se esforzará por devolver las entradas irregulares a través de la frontera con México y los problemas de los hogares ante el aumento de los precios al centro del debate político. De que lo logre dependerá en gran medida el desenlace de una carrera presidencial que sigue abierta, pero en la que la candidatura demócrata parece, ahora sí, bien colocada.