Como la joven Hande Hepsen, millones de turcos no han conocido otra cosa en su vida adulta que a Recep Tayyip Erdogan (Estambul, 1954) en el poder. En un momento en el que el presidente turco, 22 años entre primer ministro y jefe del Estado, es una de las figuras imprescindibles del momento gracias a la posición estratégica de su país como puente entre Occidente y Rusia, Europa y Oriente Medio, la justicia de su país decidía detener y enviar a prisión el pasado 19 de marzo acusado de corrupción y lazos con el terrorismo al alcalde de Estambul y más destacada figura de la oposición Ekrem Imamoglu. La oposición al erdoganismo no tiene dudas de que la persecución del primer edil de la mayor ciudad de Turquía -que se produjo en la semana en que su partido iba a designarlo candidato para las elecciones presidenciales de 2028- tiene una motivación política.
Decenas de miles de turcos, como Hande, se echaron a la calle valiente y espontáneamente desde el mismo día de la detención de Imamoglu para pedir la puesta en libertad del político del Partido Republicano del Pueblo (CHP) e impugnar el sistema político, económico y social forjado durante más de dos décadas por Erdogan, maestro de la democracia iliberal y ‘sultán’ de un renovado sueño neootomano. Después de dos décadas de gobierno autoritario y tenor nacionalista e islamista, el presidente Erdogan volvió a imponerse en las urnas en mayo de 2023. Y a sentirse libre de ataduras durante un nuevo lustro.
Este sábado la joven, de 30 años, volverá a salir a las calles de su ciudad con sus compatriotas sabedora de la fractura social de su país -partido prácticamente por dos entre quienes odian y adoran al líder del AKP-, la posición de fortaleza de Erdogan gracias a una coyuntura internacional que le favorece, la dureza de la ofensiva de las fuerzas de seguridad y los tribunales de su país contra los opositores y la dificultad que tendrá lograr un eventual cambio de rumbo político en Turquía. “Hay que ganarse la democracia. No se puede dar por sentada. Tenemos que luchar por ella”, afirma la joven a ARTÍCULO 14.

Un manifestante lee un libro sobre Erdogan en frente de los antidisturbios en Ankara, Turquía
“Esto ha ocurrido en un momento en que la mayoría de los turcos habíamos perdido la esperanza, así que se nos ha brindado una nueva oportunidad. Hasta ahora quienes nos oponemos a Erdogan hemos sufrido siempre derrotas”, reflexiona. “Creo en la democracia y me ha emocionado ver a la gente en la calle de esta manera”, confiesa emocionada.
Aunque estudió periodismo -una profesión de alto riesgo en su país- en la Universidad de Estambul, corazón de la protesta, Hande optó por dar rienda suelta al lado más creativo de su personal y dedicarse profesionalmente a la producción cinematográfica. Nacida en el seno de una familia simpatizante con el AKP, la joven turca admite tener un deber con su país que la ha empujado. “Era una niña prácticamente en las protestas del Parque Gezi de 2013 y ahora no he dudado en participar”, confiesa a ARTÍCULO 14. Antes del fin de semana las fuerzas de seguridad turcas habían detenido a más de 1.800 personas. Una decena de ellos son periodistas. El propio corresponsal de la BBC en Turquía, Mark Lowen, fue deportado esta semana.
Aunque convocada por el líder del Partido Republicano del Pueblo (CHP), desde el miércoles de la semana pasada -fueron seis jornadas consecutivas antes del parón previo a la concentración de este sábado- las multitudinarias protestas celebradas en Estambul, Ankara y otras ciudades han reunido, más allá de la base electoral de la formación socialdemócrata, a colectivos juveniles, laicos, izquierdistas, feministas, pensionistas, nacionalistas y prokurdos. “A diferencia de otros políticos opositores, Imamoglu tiene un perfil que suscita cierto consenso y es una amenaza electoral real para Erdogan, así que ello ha ayudado a unir a la oposición”, explica Hande. “Erdogan no quiere enfrentarse a Imamoglu en las urnas y ha actuado como Putin. Ahora nos parecemos más a Rusia que a Irán”, resume la joven.
Si el carisma de Imamoglu -que logró imponerse en marzo del año pasado en las elecciones municipales con un margen de diez puntos sobre el candidato del AKP de Erdogan- ha jugado en favor del aglutinamiento de la variopinta oposición turca no ha sido el único factor que ha empujado a la calle a decenas de miles de ciudadanos. El deterioro de la situación económica, que ha castigado los bolsillos de las clases medias turcas, había creado un profundo malestar en la sociedad. “En sus primeros años, los gobiernos de Erdogan habían podido presumir de una buena gestión económica, pero ahora la situación es desastrosa”, explica la joven. Para evitar el hundimiento de la economía el ejecutivo trata en los últimos días de salvar la lira. Hasta ahora las fórmulas económicas de Erdogan para contener una inflación desbocada desde hace tres años han fallado, y con lo ocurrido en los últimos diez días la presión de la calle hacia su gobierno va a ser máxima.
Preocupación por el futuro
Con todo, Hande admite su preocupación sobre el incierto rumbo de Turquía y pone la mirada al día después del relevo en la jefatura del Estado. “Queremos que se vaya Erdogan pero eso no es suficiente. Lo que más miedo me da es que no hay un objetivo claro, un propósito mayor sobre lo que queremos como país”, explica.

Los manifestantes sostienen una pancarta que dice “Activista autista en línea” y gritan consignas durante una reunión Iftar frente a la Municipalidad de Estambul convocada por el alcalde de Estambul arrestado, Ekrem Imamoglu, en Estambul, Turquía, el 26 de marzo de 2025.
“En este país tenemos que saber escuchar al otro, y algún día la Turquía que hoy apoya al gobierno, y tengo familiares que le han votado en el pasado, estará en la oposición y también habrá que escucharla y respetarla. Y no sé si será el caso”, prosigue la joven turca. “Cuando los sectores sociales representados por Erdogan sintieron la presión de los kemalistas [sectores republicanos, nacionalistas y seculares] estos son los que la sienten hoy. La pregunta es si volverá a ocurrir en el futuro. No podemos negar el deseo de venganza, pero no es bueno: hay que saber perdonar al otro. Por todo ello, no tengo muchas esperanzas en el futuro de la democracia en Turquía”, zanja.
“Situaciones amenazantes para las mujeres”
En su condición de mujer, la joven natural y residente en Estambul admite a ARTÍCULO 14 haberse sentido insegura en algunos momentos de las manifestaciones convocadas por la oposición contra la detención del alcalde de su ciudad, y no por la actuación de las fuerzas de seguridad: “Hay un ambiente machista imperante en la masa que no me gusta. Me he sentido amenazada”.
“Aunque nos une a varias generaciones y tipos de personas nuestro deseo de cambio, hay que reflexionar sobre el comportamiento de algunos jóvenes hacia las mujeres. He visto actitudes de hooligans del fútbol, incluidos excesos verbales. Es un serio problema de la sociedad turca que tiene que ver con las políticas que se han promovido durante los años de Erdogan en el poder, que ha criminalizado al feminismo, al que ha tachado de invención occidental, y con una situación mundial de retroceso de los derechos de las mujeres y del que se habla poco”, asegura. “Las mujeres turcas estamos enfadadas y queremos poder vivir en paz y justicia”, afirma.
Nadie sabe qué pasará a partir de ahora en una Turquía polarizada y dividida que desea cambios pero que seguirá gobernada, al menos hasta 2028, por Recep Tayyip Erdogan. El mandatario cuenta con el respaldo de Estados Unidos y Rusia y sabe que es una figura imprescindible para Europa -que apenas ha alzado la voz tras el encarcelamiento de Imamoglu- por su papel en el ámbito de la OTAN, el control de las migraciones y las negociaciones sobre el futuro de Ucrania, y conoce perfectamente la receta para mantener el orden público después de salir airoso del pulso de 2013 y el intento de golpe de Estado de 2016. “Si no anticipa las elecciones presidenciales y tiene delante a Imamoglu, Erdogan tiene posibilidades de perder”, augura la joven turca, que, aunque admite tener miedo, promete seguir luchando.