En la oscuridad que envuelve la Franja de Gaza, el espectro de la muerte regresa para perseguir a sus habitantes. Como si la destrucción no hubiera sido suficiente, la violencia vuelve a cebarse con una población exhausta por el hambre y el frío. Israel, que ya había reducido a escombros la vida y los hogares de los gazatíes, ha intensificado sus ataques aéreos con una nueva oleada de bombardeos que han dejado más de 450 muertos, la mayoría mujeres y niños. Entre los escombros, cientos de heridos agonizan sin acceso a medicinas ni asistencia sanitaria.
El humo que se eleva de las ruinas se mezcla con los gritos de los niños hambrientos, que sobreviven a duras penas en noches frías y desoladoras. La guerra, reactivada con brutalidad por orden directa del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y su ministro de Defensa, Israel Katz, no se limita a la destrucción de edificios.

Nuevos desplazamientos en Ciudad de Gaza tras el fin de la tregua
Hamás ha responsabilizado a Netanyahu de la reanudación de los ataques, denunciando que no ha dejado espacio para la tregua ni para soluciones humanitarias. Israel, en cambio, justifica su ofensiva alegando que Hamás ha rechazado sus condiciones. Pero la realidad es que Gaza sigue desangrándose. Sus habitantes no solo mueren bajo las bombas, sino también por el hambre, el frío y el miedo, que se han convertido en parte inseparable de su día a día.
Este nuevo repunte de violencia llega tras 85 días de un frágil alto el fuego, avivando el temor a un agravamiento de la crisis humanitaria. Mientras el asedio israelí impide la entrada de suministros médicos y ayuda humanitaria, la población se enfrenta a un futuro cada vez más incierto.

Un grupo de palestinas vuelve a abandonar su hogar en Ciudad de Gaza
Desde el 7 de octubre de 2023, la ofensiva israelí sobre Gaza ha causado la muerte de más de 50.000 personas, en su mayoría mujeres y niños, y ha dejado 112.032 heridos. Se desconoce cuántas víctimas siguen atrapadas bajo los escombros. En los últimos bombardeos, familias enteras han sido borradas del registro civil.
Las gazatíes, las más afectadas por la ruptura de la tregua
Las mujeres de Gaza, entre las principales víctimas de la reanudación de los ataques, viven en condiciones desesperadas. Sin acceso a servicios básicos y privadas de sus derechos más esenciales, enfrentan cada día la falta de agua potable, electricidad y seguridad. Con el regreso de los bombardeos, la situación solo se ha vuelto más insoportable.
Artículo14 habla con Lana Ahmed, una de las miles de mujeres desplazadas por la guerra. Entre lágrimas, nos cuenta su sufrimiento tras la ruptura de la tregua: “Todo el mundo habla de derechos humanos, ¿y los míos? ¿Dónde están mis derechos cuando vivo en una tienda de campaña bajo el constante temor de los bombardeos? Sufrimos el desplazamiento, la fatiga, la pérdida de cualquier sensación de seguridad”.

Un grupo de mujeres y niñas gazatíes abandonan el norte de Ciudad de Gaza
Con la voz quebrada, la joven de 29 años, continúa: “Llevo llorando y temblando desde el martes. Israel ha matado a la familia de mis vecinos al completo. Solo ha sobrevivido el padre, que, al despedirse de su hija pequeña, muerta bajo los escombros, tomó unas tijeras y cortó un mechón de su pelo para recordarla. Eso es todo lo que le queda de ella”.
La gazatí, oriunda de Rafah, reconoce que “no puedo soportar este dolor. Quiero gritarle al mundo: ¿Por qué no nos veis? ¿Somos invisibles para vosotros? No quiero que Israel me mate con sus drones, pero tampoco quiero vivir para ver cómo asesinan a mis seres queridos, para buscarlos bajo las ruinas y no encontrar sus cuerpos. Estos no son simples miedos: son las pesadillas que vivimos a cada momento”.
¿De qué derechos humanos habla el mundo cuando llevamos más de dos años siendo masacrados sin que nadie haga nada? Pero no somos números: tenemos nombres, familias y sueños. Solo quiero vivir, llegar a la vejez, tener nietos que me visiten los fines de semana. No quiero morir sin haber salido nunca de Gaza. En mi vida solo he visto guerras, cadáveres y destrucción”, asevera.
La conversación con Lana es desgarradora. Antes de despedirse, resume el sentir de muchas gazatíes: “Lo que más necesitamos es lo que cualquier ser humano necesita: seguridad y un hogar que nos proteja a nosotras y a nuestras familias. No queremos seguir durmiendo en tiendas de campaña heladas. Necesitamos un alto el fuego real. Necesitamos apoyo psicológico. ¿Quién nos ayudará a superar todo esto? ¿Cómo sanaremos después de tanta muerte y sufrimiento?”, se pregunta Lana.
“Quizás esta sea mi primera y última entrevista”
También hablamos con Muna, quien al principio se mostró reacia a compartir su testimonio. Para ella, hablar con la prensa es un esfuerzo inútil, pues siente que su voz nunca ha sido escuchada: “Nos matan cada día ante vuestros ojos. Sabéis lo que está ocurriendo. Y ahora Israel vuelve a masacrarnos con el respaldo de Estados Unidos y el silencio del mundo”.
La joven de Jan Yunis explica que primero, “nos expulsaron de nuestros hogares, donde vivíamos con dignidad y amor, donde construimos nuestras vidas piedra a piedra. Nos forzaron a vivir en campamentos sin condiciones mínimas. No tenemos privacidad, no hay baños adecuados ni productos básicos para nuestra higiene”.
Tras una pausa, la gazatí de 25 años añade: “Quizás esta sea mi primera y última entrevista. Quizás mañana estaré muerta, como mi hermana, su marido y sus tres hijos, asesinados por un bombardeo israelí en enero de 2024. Moriré y el mundo me olvidará. Esa es la cruel realidad. Creímos que la tregua era el principio del fin de la guerra, pero ni siquiera la tregua impidió que nos siguieran matando, solo lo hicieron en silencio. Ayer, en cambio, el horror fue inenarrable: cientos murieron mientras dormían, hambrientos y agotados. Nos han arrebatado no solo nuestra dignidad, sino también nuestras vidas”, concluye la joven.