El Reino Unido ha arrancado la cuesta de enero inmerso en un incómodo debate sobre el escrutinio a las bandas de captación sexual de jóvenes vulnerables, azuzado por la polifacética hiperactividad de Elon Musk. De manera inesperada, y sin motivo aparente, el hombre más rico del mundo ha promovido desde principio de año una campaña de ataque al Gobierno, que apenas supera los seis meses en el poder, por su resistencia a activar una comisión de investigación sobre el fenómeno. Aunque no es la primera intervención de Musk en política británica, la virulencia de su actual ofensiva, con alegaciones infundadas, lenguaje incendiario y descalificaciones personales, ha sacudido a una Administración en horas bajas y ha servido como acicate para declarar abierta la veda contra el Ejecutivo.
La fijación del dueño de X (anteriormente Twitter) o Tesla, entre otras, con el primer ministro británico, quedó de manifiesto poco después de que Keir Starmer se mudase al Número 10 de Downing Street, tras su amplia victoria electoral en las generales del 4 de julio. A través de su propia red social, Musk emprendió una acometida contra el dirigente laborista por su gestión de los disturbios desencadenados en verano por la desinformación y la agitación de la extrema derecha, tras el apuñalamiento múltiple que había causado la muerte de tres niñas de entre seis y nueve años en la localidad de Southport (noroeste de Inglaterra).
— Elon Musk (@elonmusk) January 8, 2025
En el punto de mira de Musk
Pero el asalto desde el inicio de este 2025 ha alcanzado otro nivel, no solo porque el magnate ha llegado a plantear, mediante una votación abierta en X, si los “americanos” deberían “liberar” a los británicos de su “gobierno tiránico”, sino porque Musk se las ha arreglado para dominar el debate, cuestionar la honestidad de un cada vez más objetado Starmer y generar un severo dolor de cabeza para un gabinete en urgente necesidad de reflotar su maltrecha popularidad.
Junto a su mastodóntica presencia online, con más de 210 millones de seguidores en X, el también propietario de SpaceX ha contado con la inestimable ayuda de plataformas como el canal de televisión GB News, así como con el seguidismo por parte de las formaciones de la derecha, además de los ultras del Partido Reforma, también la oposición oficial conservadora, que se ha unido a las apelaciones que exigen una investigación, pese a su probada inacción en torno a este asunto en sus 14 años en el poder.
Qué son los “grooming gangs”
Como resultado, el escándalo de las bandas de captación sexual, un conflicto con peliagudas ramificaciones que van desde la proliferación de colectivos migrantes concretos, como las comunidades paquistaníes, a la protección de jóvenes especialmente vulnerables, ha vuelto a primera línea en la conversación política al norte del Canal de la Mancha. La elección del problema no es casual, puesto que, pese a la oceánica distancia, Musk ha apuntado donde creía que podía hacer daño a Starmer, quien era director de la Fiscalía (Crown Prosecution Service, en inglés) entre 2008 y 2013, cuando se destaparon algunos de los casos que han sacudido a la opinión pública, como el de los abusos de bandas pedófilas en la localidad de Rochdale, en el condado de Greater Manchester, donde menores de edad eran víctimas de tráfico sexual, algunas de ellas a cambio de drogas o, incluso, comida rápida.
Elon Musk ha acusado a Starmer, sin pruebas, de ser “profundamente cómplice de las violaciones masivas, a cambio de votos”, algo que, siempre según la versión del magnate, podría quedar demostrado por la comisión de investigación que tanto reclama. Sin embargo, el historial del actual primer ministro en sus cinco años al frente de la Fiscalía evidencian una diligente gestión en la materia, como el proceso contra los responsables de las redes de tráfico sexual de Rochdale, los cambios en el protocolo de explotación infantil para incentivar la investigación policial y facilitar que casos complejos llegasen a los tribunales, así como la creación, durante su mandato, del puesto de fiscal especial para el abuso y la explotación sexual de menores.
“Acciones, no más procesos”
Según ha justificado esta semana, su negativa a un nuevo proceso se debe a que las víctimas “necesitan acciones, no más procesos”, y se ha referido también a la veintena de recomendaciones de la Investigación Independiente sobre el Abuso Sexual Infantil (IICSA, en sus siglas en inglés), un proceso similar, aunque de mayor alcance, emitidas en 2022, si bien ninguna ha sido implementada todavía. Quien lo había presidido, Alexis Jay, ha coincidido con el premier en que no es necesaria una nueva investigación y precisamente sus conclusiones habían advertido ya del riesgo tanto de “politizar” la violencia sexual como de la desinformación. Ya sea por la presión por la controversia instigada por Musk, y pese a su beligerante respuesta a sus provocaciones, el Gobierno anunciaba esta semana planes para poner en práctica algunas de las propuestas de la IICSA.
Y es que las consecuencias de campañas como esta última de Musk son inquietantes. Solo en la primera semana de 2025, el dueño de X publicó o retuiteó casi medio centenar de contenidos sobre política británica, bandas de captación o abuso sexual infantil, y expertos en extremismo alertan de que intervenciones incandescentes como estas pueden desencadenar disturbios similares a los del pasado verano, o incitar a ataques personales, como puede atestiguar la responsable gubernamental de Salvaguardia y contra la Violencia Hacia Mujeres y Niñas, Jess Philips. Tras una amplia trayectoria en el campo de la protección de víctimas de abuso, Philips ha arrancado el año como blanco de ataque de Musk, quien la ha llamado “bruja”, la ha calificado de “defensora del genocidio de violaciones” y ha apelado a encarcelarla, un lenguaje que le ha valido a Philips una cadena de amenazas que ha obligado a reforzar fuertemente su seguridad y a evitar aparecer en público en solitario.