Tras el 9-J

Gran coalición a la vista: PPE, socialistas y liberales podrían unir fuerzas

El Partido de los Socialistas Europeos nomina a Pedro Sánchez, y al canciller alemán, Olaf Scholz, como sus principales negociadores

La jornada electoral del 9 de junio de 2024 se zanjó con la clara victoria del Partido Popular Europeo (EPP), con aproximadamente 184 escaños, que representan alrededor de una cuarta parte del total de 720. Además de ser el único partido centrista que ha aumentado su representación en estas elecciones, confirma la candidatura de Ursula von der Leyen como probable presidenta de la Comisión Europea. En prácticamente todos los sentidos, este triunfo les concede una posición sólida para influir en la política de la Unión Europea, inclinando la agenda hacia la derecha pero permaneciendo cerca del centro junto a sus socios, los Socialdemócratas (S&D).

Pero la victoria se produce en un contexto de creciente fragmentación política, ya que los partidos tradicionales están luchando por mantener su relevancia frente al auge electoral de la extrema derecha: los partidos radicales ganaron en muchos de los países del bloque, como es el ejemplo de Francia, donde la victoria de Marine Le Pen ha obligado al presidente Emmanuel Macron a convocar elecciones. Pero el EPP también se beneficiará de tener una amplia red de partidos nacionales aliados, lo que les proporciona una ventaja organizativa y estratégica.

Ursula

La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen

Manfred Weber, líder del grupo EPP en el Parlamento, quiso destacar que su partido va a representar la industria, las áreas rurales, y los agricultores en Europa. Lo más probable es que el EPP forme una gran coalición con los socialistas y los liberales, combinando sus escaños con los 139 logrados por S&D y los 80 que ha conseguido Renovar Europa (RE), el grupo más cercano al centro. Pero también podría negociar con partidos más a la derecha en algunos temas, siempre y cuando no alienen a sus aliados centristas —como ya se demostró con la tentativa de alianza de Von der Leyen con Giorgia Meloni, que pertenece a los Reformistas y Conservadores Europeos (ECR).

Esta estrategia de coalición podría permitirles implementar políticas más conservadoras, especialmente en áreas como la agricultura y la industria. El propio Weber es defensor de políticas pro-mercado y pro-empresariales, buscando reducir la burocracia y fomentar el crecimiento económico. Por eso, el EPP también podría valerse de su influencia para impulsar una agenda de seguridad más robusta en respuesta a las preocupaciones sobre inmigración y terrorismo. Su capacidad para formar coaliciones será crucial en un Parlamento fragmentado donde ningún grupo tiene una mayoría absoluta.

Cinco años de ultraderecha

El aumento de la extrema derecha fue la tendencia más notable de las elecciones. En Francia, el partido Agrupación Nacional obtuvo casi un tercio de los votos, consolidándose como el principal grupo ultranacionalista en el próximo Parlamento. Y en Italia, los Hermanos de Italia, liderados por Giorgia Meloni, también lograron un cuarto de los votos. Eso significa que, juntos, los dos grupos más a la derecha en el Parlamento, el ECR y el grupo Identidad y Democracia (ID), controlarán 131 escaños en la cámara. Combinados, son la tercera fuerza parlamentaria.

Meloni

La primera ministra de Italia, Giorgia Meloni

Además, otros partidos de extrema derecha como la Alternativa para Alemania (AfD), Fidesz de Viktor Orbán en Hungría y la Confederación en Polonia, aumentaron su representación. Sin embargo, en España, Vox fue superado por una nueva formación de extrema derecha liderada por Alvise Pérez, que obtuvo tres escaños y de momento figura en el grupo parlamentario de los ‘No Afiliados’ (que normalmente tiene poco poder y sirve para aportar apoyos individuales a otros grupos).

La consolidación de estos partidos refleja la creciente insatisfacción con las políticas tradicionales y un deseo de cambios más radicales entre los votantes. Pero esa fuerza no se traduce necesariamente a influencia parlamentaria, porque la capacidad de estos grupos para influir en la política dependerá de su habilidad para formar alianzas y superar sus diferencias internas. Con todo, ya se sabe en qué dirección tratarán de pilotar el Parlamento. En la mayoría de los países, los partidos de extrema derecha han capitalizado las preocupaciones sobre inmigración, seguridad y identidad nacional para ganar apoyo. Esta tendencia también refleja un fenómeno más amplio de polarización política en toda Europa. Por eso los resultados van a tener implicaciones clave para la política europea, incluyendo posibles cambios en la política de inmigración y seguridad.

Pero no todo está decidido, porque las rivalidades internas de los dos grupos de extrema derecha hacen que este escenario sea poco probable (aunque su tamaño sí ejercerá una presión fuerte hacia la derecha en las políticas de la UE). La fragmentación dentro de la extrema derecha significa que sus miembros podrían tener dificultades para coordinarse en cuestiones clave. Algunos analistas sugieren que, aunque no logren formar una alianza formal, su impacto colectivo aún podría ser profundo, en parte porque podrían utilizar su plataforma en el Parlamento para promover una agenda más nacionalista y euroescéptica.

Las decisiones de Von der Leyen

Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, juega con buena mano, pero tampoco tiene garantizado el segundo mandato en el cargo. Necesitará el apoyo de los líderes nacionales de la UE y luego la confirmación del Parlamento. En 2019, fue elegida con los votos del EPP, S&D y Renew Europe, pero esta vez algunos miembros del EPP han expresado dudas sobre si la apoyan o no.

Estos próximos días son clave para su reelección: dependerá de su habilidad para negociar y obtener concesiones de varios grupos. Si no logra asegurar suficientes votos, la UE podría enfrentarse a un periodo de incertidumbre y negociaciones prolongadas. Porque la elección de un presidente de la Comisión es un proceso complejo que refleja las dinámicas de poder dentro del Parlamento y entre los Estados miembros. Su reelección podría influir en la dirección de las políticas de la UE en áreas como el cambio climático, la economía digital y las relaciones exteriores.

Scholz y Sánchez

Mientras tanto, ya hay movimiento entre las filas de los gobiernos para empezar a nominar a los próximos altos cargos en las instituciones comunitarias para los próximos cinco años. El Partido de los Socialistas Europeos ha nominado a Pedro Sánchez, y al canciller alemán, Olaf Scholz, como sus principales negociadores en este proceso. Según fuentes del PSOE, los resultados de estos comicios, en los que los socialdemócratas europeos obtuvieron 135 escaños, les afianzan como la segunda fuerza en el Parlamento Europeo y les otorgan “un sólido poder de negociación” para el reparto de las presidencias de la Comisión Europea, el Consejo Europeo y el Parlamento Europeo, así como el alto representante de la UE para la Política Exterior.

Olaf Scholz

“Los socialistas y demócratas reiteran su voluntad de dialogar y negociar con todas las fuerzas políticas a excepción de la extrema derecha”, dijeron las fuentes. En contraste, el Partido Popular Europeo ha designado al primer ministro polaco, Donald Tusk, y al griego, Kyriakos Mitsotakis, como sus negociadores. Los jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea tienen programada una reunión informal el próximo 17 de junio para una cena en Bruselas, donde discutirán por primera vez el reparto de estos cargos. Posteriormente, se celebrará una cumbre de dos días el 27 y 28 de este mes con el objetivo de llegar a un acuerdo.

Ciudadanos desaparece

En cuanto a los derrotados… Renovar Europe, pilar de la coalición centrista, sufrió pérdidas graves con la caída del partido de Macron en Francia y la desaparición de Ciudadanos en España, reduciendo su representación y poder mediador en el Parlamento Europeo. Un declive que refleja la insatisfacción de los votantes con los partidos centristas y liberales y podría limitar la capacidad de la UE para avanzar en reformas progresistas.

En contraste, los partidos verdes también enfrentaron grandes derrotas, especialmente en Francia y Alemania, pese a pequeños avances en Países Bajos y Dinamarca. La pérdida de más de una docena de escaños refleja una reacción contra políticas ecológicas percibidas como radicales. A pesar de estas pérdidas, los Verdes seguirán presionando por políticas ambientales, aunque su influencia dependerá de su capacidad para formar alianzas con otros grupos, mientras que la prioridad de los votantes parece haberse desplazado hacia temas económicos y de seguridad.