Se acaba el año 2024, y en Artículo14, el primer medio en España a favor de la igualdad, hemos querido seleccionar a la persona del año, la mujer que más ha influido, en este caso para bien, a la lucha por la igualdad y el bienestar de las mujeres.
Tras un intenso debate en la redacción, en los que aparecieron otros nombres de mujeres valientes como María Corina Machado, la líder de la oposición en Venezuela, o Julia Navalnaya, la economista y esposa del opositor ruso, Alexei Navalni, quien a pesar de la presión de Rusia, continúa con la labor de su marido, así como el de la artista Taylor Swift.
Pero donde más consenso hubo entre los redactores de Artículo14 fue con la francesa Gisèle Pelicot. Una mujer que poco a poco nos ha conquistado, por su coraje, su entereza y por la enorme lección que nos ha enseñado.
Símbolo del valor
Su nombre, antes susurrado con miedo y vergüenza, se grita ahora desde los tejados de Francia como símbolo de un valor inquebrantable frente a un trauma inimaginable. Pelicot, superviviente de una brutal violencia sexual, ha roto el silencio que rodea a un delito que asola las sociedades de todo el mundo, inspirando a innumerables víctimas a encontrar su propia voz y buscar justicia.
Pelicot ha puesto sobre la mesa que en Francia existe la cultura de la violación, esa complicidad cultural entre los franceses ante las agresiones sexuales. Sin embargo, su atroz caso es un antes y un después. La actitud de Gisèle Pelicot ha logrado que decenas de miles de personas, aprendan, de una vez por todas, que violar a una mujer que ha sido drogada con sumisión química no está bien. Es un delito.
Asumir y relatar
Su camino no ha sido fácil. Asumir lo que le ha ocurrido, quitarse la venda con su propio esposo, el hombre con el que compartía su vida, “el mejor marido del mundo”, y contárselo a sus hijos y nietos es un trago difícil de superar. Los detalles de su terrible experiencia son desgarradores. Pero lo que brilla en la oscuridad es su inquebrantable determinación no sólo de sobrevivir, sino de prosperar, de convertirse en una poderosa defensora del cambio. No se trata de la resistencia silenciosa que suele asociarse a las víctimas, sino de un desafío audaz e inquebrantable que ha desencadenado una tormenta de apoyo e impulsado conversaciones cruciales en todo el país.
Pelicot ha dado una nueva aceptación a la palabra coraje con sus entradas y salidas al Tribunal de Aviñón que juzgaba a sus violadores. Ella insistió desde la corte en que ella no tenía que sentirse avergonzada, eran sus agresores los que deberían sentir el bochorno de haber violado a una mujer contra su voluntad. En total, se cree que Pelicot fue violada más de 200 veces por ochenta hombres. Pero en el juicio, debido a la falta de pruebas, sólo se juzgó a un total de 51 hombres, entre ellos su marido, Dominique Pelicot. Era él quien la drogaba con pastillas para después reclutar a hombres por internet para que la agredieran sexualmente. Las violaciones ocurrieron de 2011 a 2020.
No a revictimizar
Pelicot no ha permitido que su trauma la defina. En lugar de ello, ha canalizado su dolor hacia la acción. Sin vergüenza, con dignidad y haciendo el juicio público se ha convertido en una firme defensora de leyes más estrictas contra las agresiones sexuales, mejores sistemas de apoyo para las supervivientes y un cambio fundamental en las actitudes sociales hacia las víctimas. Ha desafiado activamente la omnipresente cultura de culpar a las víctimas y los obstáculos a menudo insuperables a los que se enfrentan quienes buscan justicia.
Su valentía es un poderoso recordatorio de que las víctimas no están solas y de que sus experiencias, por dolorosas que sean, pueden transformarse en catalizadores de un cambio positivo. Ha demostrado que el silencio es complicidad y que hablar, por aterrador que sea, puede tener un profundo impacto.
Cabe recordar, que ninguno de los hombres que la violaron o acudieron al domicilio de los Pelicot en Mazan denunció a la Policía. Algunos han llegado a decir, que como tenían el permiso de su marido, eso no era “violación”.
Un fenómeno global
“La decisión de Gisèle Pelicot de no permanecer en el anonimato en el juicio se basó en parte en su creencia de que no tiene nada de lo que avergonzarse, y que son los autores de violaciones y otras formas de agresión sexual quienes deberían sentir vergüenza“, indica a Artículo14 la doctora Laura Parisi, profesora asociada del Departamento de Estudios de Género en la Universidad de Victoria.
“Al concienciar sobre el estigma generalizado que pesa sobre las víctimas y supervivientes de violaciones y agresiones sexuales, que no sólo circula en Francia, sino también en el resto del mundo, su caso puede entenderse como parte de un problema social global más amplio, el de la violencia de género, que trasciende las fronteras de Francia”, expone Parisi.
En opinión de la experta, “las acciones de Pelicot han suscitado importantes conversaciones tanto a escala nacional como mundial, que deben abordar de manera crucial el hecho de que muchas supervivientes de la violencia de género no cuentan con el apoyo jurídico, económico, social y familiar necesario para emprender acciones similares”.
Y es que en la UE sólo el 12,5% denuncia a sus agresores, precisamente por eso. De acuerdo con el último informe de la UE sobre violencia de género, aunque la mayoría de las mujeres que han sufrido violencia sexual han hablado de ello con una persona cercana, sólo una de cada cinco se ha puesto en contacto con un proveedor de servicios sanitarios o sociales, y sólo una de cada ocho ha denunciado el incidente a la Policía.
Queda mucho por hacer. Y Gisèle Pelicot, a sus 72 años, ha sido un ejemplo para todas aquellas víctimas de agresiones sexuales que no se atreven . Por desgracia, una vez que una mujer denuncia, el foco recae sobre ella. Se produce una revictimización que son pocas las que lo soportan. La sociedad saca una lupa para fijarse en cómo viste, si está contenta o no, sus relaciones pasadas, si son muchas o pocas, su manera de expresarse, de moverse…
Pelicot también sacó los colores a la sociedad y a la política francesa. Al principio, en septiembre, cuando empezó el juicio, el caso Pelicot se trató como un mero suceso tanto en la prensa gala como entre la clase política. Gisèle Pelicot no abría las páginas de los diarios franceses ni su caso se comentaba en las tertulias. Incluso hubo políticos, como el alcalde de Mazan, con sonadas meteduras de pata que rebajaron el caso intentando justificar que “no murió nadie” o “no había niños pequeños”.
Fue poco a poco que los franceses se dieron cuenta de lo que realmente estaba ocurriendo en Aviñón. Un juicio a la cultura de la violación, el basta ya de las mujeres en Francia. Hasta se han dado cuenta de que su ley se ha quedado obsoleta.
En este debate paralelo al juicio, todo apunta a que habrá cambios tanto en Francia como en la UE. Son varias las eurodiputadas que han propuesto al Parlamento Europeo una nueva normativa, que se denominará “ley Pelicot” para que el consentimiento sea reglado por igual en toda la Unión Europea.
Un revulsivo como ‘la manada‘
“El juicio reveló las repercusiones de que el consentimiento no forme parte de la definición nacional de violación, ya que algunos acusados intentaron utilizarlo como resquicio legal para sus acciones. De la misma manera que el histórico caso de violación en grupo en España en 2020 impulsó el movimiento para reformar las leyes españolas para definir legalmente el sexo sin consentimiento como violación en 2022, este caso tiene el potencial de hacer lo mismo en Francia”, augura la profesora Parisi.
“Si Francia reforma su definición de violación para incluir la falta de consentimiento, se unirá a los dos tercios de los 31 países europeos que actualmente definen legalmente el sexo sin consentimiento como violación, un aumento sustancial desde los únicos ocho que lo hicieron en 2018″.
La experta va más allá. “También alinearía la ley de Francia con la legislación internacional de derechos humanos sobre violencia de género y sexualizada, específicamente la Recomendación General Nº 35 sobre violencia de género de la Convención de las Naciones Unidas sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) de 1979. La Recomendación General define claramente los delitos sexuales, incluidas todas las formas de violación, como basados en la falta de consentimiento libremente otorgado, así como en cualquier circunstancia coercitiva concurrente. La reforma de la definición francesa de violación para incluir la falta de consentimiento reforzaría su aplicación global, y es de esperar que inspire a otros países a seguir su ejemplo”, concluye Parisi.
Un legado que inspira
La lucha contra la violencia sexual está lejos de haber terminado, pero en Gisèle Pelicot en Artículo14 vemos un faro de esperanza, un testimonio del indomable espíritu humano y un poderoso recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, el coraje puede iluminar el camino hacia la justicia y la sanación. No es sólo un ejemplo para Francia, sino una inspiración mundial para todos los supervivientes que se atreven a esperar un futuro mejor. Su valentía es un regalo, un legado que seguirá inspirando y empoderando a las generaciones venideras.