Históricamente, los hombres han sido más proclives a votar a la extrema derecha, pero Francia despunta como una excepción en Europa. Desde que en 2011, Marine Le Pen tomó el timón del partido extremista fundado por su padre, el electorado empezó a cambiar. Las votantes del Agrupación Nacional (RN, en francés) ahora son tan numerosas como los hombres. Esta tendencia se verificaría en las europeas de este domingo, en las que RN podrá llegar a un 33% de los votos -según los últimos sondeos-, un porcentaje inédito en Francia en los últimos 40 años para unas elecciones europeas.
La última vez fue en 1984, cuando una unión de la oposición, liderada por Simone Veil, sacó un 43% de votos. La exministra de Sanidad y primera mujer presidenta del Parlamento Europeo se hizo conocer por logros como la defensa de la despenalización del aborto. Fallecida en 2017, fue trasladada al Panteón.
Cuarenta años más tarde, el cabeza de lista con más votos es el joven Jordan Bardella (28 años), delfín de Marine Le Pen, la líder indiscutible del movimiento ultranacionalista más mayoritario en Francia -muy por delante del pequeño partido extremista del escritor Éric Zemmour, Reconquista, que sacaría un 6 % el domingo-.
Con su media docena de gatos y un esfuerzo en contestar a los periodistas siempre con una sonrisa, Le Pen supo crear una imagen algo más dulce y digerible que la de su progenitor. La hija menor de Jean-Marie Le Pen salió de casa tras uno de sus gatos haber sido devorado por el dóberman de su padre. Una parábola tremenda tras la que emprendió una ruptura con el fundador del entonces llamado Frente Nacional.
Entre las medidas cosméticas para la deseada “normalización” de un partido envuelto en escándalos antisemitas, Marine Le Pen fue la responsable por rebautizar la formación y negar los vínculos con el antisemitismo. Para captar las mujeres, se incluyó en el programa temas de gran atractivo para ellas, como la protección de los niños discapacitados. Por mucho tiempo, se mantuvo evasiva en relación a la libertad de abortar, hasta llegar a votar este año en favor de su inscripción en la Carta Magna.
Ella se presenta “como una francesa moderna, profesional y políticamente emancipada, con la que las mujeres podían identificarse”, afirma Nonna Mayer, una de las más reputadas especialistas en Francia del voto popular de derechas entre las mujeres.
La estrategia se ha mostrado rentable: en 1995, hubo una diferencia de 7 puntos porcentuales entre la proporción de electores hombres y mujeres que votaran a Jean-Marie. Entre 2012 y 2022, cuando Marine se presentó a las presidenciales, la diferencia fue cada vez menor y luego estadísticamente irrelevante. Esta igualdad de género podría extenderse a las europeas del domingo, según las proyecciones.
Esta dinámica desafía ciertas teorías políticas bien establecidas, como la del ‘Radical Right Gender Gap‘ de 2004, autoría de la estadounidense Terri Givens, quien demostraba que los partidos populistas de extrema derecha cuentan con niveles más bajos de apoyo entre las mujeres.
¿Cuáles son las razones de la adhesión de mujeres al RN?
Si desde los años 1980 las mujeres no se inclinaban a votar a la ultraderecha, ello se debe, en parte, a que históricamente ellas han sido educadas a conformarse a las normas sociales, lo que les alejaba de discursos radicales. Pero también porque los más expuestos a la xenofobia eran hombres de la clase obrera, que se consideraban los perdedores de la globalización, en competencia directa con los inmigrantes.
Todo eso ha cambiado. La proporción en el mercado de trabajo de obreros blancos -los votantes fieles de la extrema derecha- ha disminuido, mientras otra clase, la del ‘proletariado de los servicios’, ha conocido un verdadero ‘boom’. Las mujeres, las que se dedican sobre todo al área de los cuidados, forman una parte importante del sector. “Es tan precario y está tan mal pagado como la clase trabajadora, y la proporción de extranjeros es igual o mayor”, explica Nonna Mayer.
Marine Le Pen y ahora Bardella supieron aprovechar este cambio. Si la imagen del partido se ha ido suavizando, las bases de su programa son las mismas de los años 1980: la culpabilización de los inmigrantes por la inseguridad y los infortunios que acometen a los trabajadores. La amenaza del inmigrante a los puestos de trabajo (precarizados) hace del RN una opción política para la clase media-baja blanca. El miedo al Islam también.
El entorno asimismo juega un papel importante. Son mujeres cuyas parejas, amigos o familia influencian su decisión: “No se vota en el RN solo, todos sacan provecho”, subraya Christèle Marchand-Lagier en un artículo para la revista ‘Travail, Genre et Société’. Lagier es pionera en demostrar que este electorado es heterogéneo, y pone en duda la supuesta atracción de los más jóvenes por el partido.
Además porque es justamente la franja de edad con más alto nivel de abstención. Como apunta Pascal Perrineau, profesor en Sciences Po, en un estudio reciente, la base fiel del partido tiene edad entre 50 y 69 años (un 53,8% del total) y casi un 49% de los votantes pertenecen a clases populares.
“Efecto Bardella”
Otra sorpresa para la ultraderecha de estas europeas se puede imputar al ‘efecto Bardella’: los nuevos votantes conquistados en el último año son significativamente mayores –un 25,7% tiene 70 años o más- y de clases más favorecidas -un 47,2% son del cuello blanco-. Son también más moderados políticamente.
Todo este panorama muestra que el voto al RN ya es masivo: más de cuatro de cada diez franceses ya han votado a una lista o a un candidato del partido de extrema derecha, según el Ifop (Instituto Francés de Opinión Pública).
Perrineau va más allá en su análisis: “Por la primera vez, el RN se ha convertido en un gran partido capaz de reunir a distintas generaciones, distintos orígenes y distintas corrientes políticas”.