El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, acaba de cumplir este domingo 20 tres meses en el poder y no deja de tontear con la idea de presentarse otra vez. El magnate republicano vuelve a poner a prueba los límites de las reglas políticas estadounidenses, bromeando repetidamente -y a veces insinuando más seriamente- con la posibilidad de ejercer más allá de dos mandatos. Es más, en una reciente entrevista con NBC News, el mandatario llegó a afirmar que “hay métodos que se pueden utilizar”, sin dar más detalles sobre cuáles podrían ser.
Sus declaraciones forman parte de un patrón que comenzó poco después de su victoria en noviembre de 2024. En un retiro conservador celebrado en Florida en enero, Trump preguntó: “¿Se me permite volver a presentarme?”, un comentario que provocó risas, pero también la preocupación de críticos y juristas. Más recientemente, ya como presidente de Estados Unidos afirmó que no estaba “bromeando”, al hablar de un posible tercer mandato.

Muchos en la órbita trumpista, incluidos algunos congresistas republicanos, restan importancia a los comentarios (al menos públicamente). Por ejemplo, el líder de la minoría en el Senado, John Thune, tranquilizó a los periodistas y los animó a que “sigan haciendo la pregunta”, pues “probablemente (Trump) esté jugando con ustedes”.
Pam Bondi, ¿contrapeso o facilitadora?
Pero, ¿quién podría frenar las aspiraciones de Trump a un tercer mandato? Algunos analistas en Estados Unidos apuntan a que sería la actual fiscal general Pam Bondi la que debería disuadirle. Aunque ella, al igual que los miembros de su Administración, es leal al magnate republicano.

Bondi ha reconocido a la cadena Fox que “ojalá pudiéramos tenerlo 20 años más como presidente, pero creo que va a terminar probablemente después de este mandato”. Repreguntada sobre su uso de la palabra “probablemente” -que dejaba abierta una pequeña ventana- Bondi respondió: “Tendríamos que mirar la Constitución”, en referencia a la Enmienda 22ª, que limita a los presidentes a dos mandatos electos.
Qué dice la Enmienda 22ª
“Realmente no debería poder presentarse, sin embargo, la Enmienda 22ª está mal redactada“, explica a Artículo14 Justin Whitely Holmes, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Northern Iowa. “La Enmienda 22ª se añadió a la Constitución después de que Franklin D. Roosevelt ganara cuatro elecciones seguidas. La intención era impedir que alguien ocupara el cargo durante demasiado tiempo (es decir, que se convirtiera en presidente vitalicio o similar)”, añade el experto, para quien el problema reside en que la Enmienda 22ª “utiliza la palabra ‘elegido’ en lugar de ‘servido'”.
Así que ahora se está lanzando la idea de que “un presidente de dos mandatos podría presentarse como candidato a vicepresidente, el nuevo presidente dimitiría, y entonces él volvería a ser presidente. Va abiertamente en contra del propósito de la enmienda, pero quién sabe cómo lo resolvería un tribunal”. Asimismo, destaca el profesor Holmes, “ha habido una propuesta para derogar la Enmienda 22ª por completo, pero eso es una posibilidad remota, ya que la modificación de la Constitución es un proceso muy difícil, y no hay ni de lejos suficientes votos para hacerlo”. Enmendarla requeriría una mayoría de dos tercios en ambas cámaras del Congreso y la ratificación de tres cuartas partes de los estados, un camino desalentador e improbable.
Los obstáculos a los planes de Trump
Para Holmes hay dos limitaciones clave, aparte de la legal. “En primer lugar, Trump es ahora la persona de más edad elegida presidente y tendría 83 años al inicio de un tercer mandato. Trata de mostrarse vigoroso, pero, física y mentalmente, parece haber decaído desde su primera e incluso segunda campaña. No estoy seguro de que tenga la energía necesaria para volver a presentarse”, expone el profesor estadounidense. En segundo lugar, “suponiendo que haya elecciones libres y justas en 2028, tendría que ganar, y eso no es nada seguro. No ganó por mucho en 2024, y realmente ha unido a una gran oposición. Añádase a eso que mucha gente, incluida la mayoría de los republicanos, piensa que no debería ser reelegido para un tercer mandato y que no está permitido, por lo que es posible que ni siquiera gane unas primarias republicanas si aspira a un tercer mandato”.

Sobre la fiscal general, que no cierra del todo la puerta y deja espacio a la especulación, no está claro que ella sea el contrapeso. “Otro problema con la Enmienda 22ª es que no está nada claro de quién es la tarea de hacer cumplir un límite de dos mandatos, y probablemente no sea la fiscal general. Además, Trump tiende a despedir a la gente que considera desleal, así que si tuviera algún rumor de que ella intentaría detenerle, simplemente la despediría”, recalca Holmes.
Quién es Pam Bondi
Bondi, una experimentada profesional del derecho que fue fiscal general de Florida durante una década, fue vista en su día como una conservadora de principios con las credenciales necesarias para dirigir el Departamento de Justicia con integridad. Sus partidarios, incluidos demócratas y republicanos familiarizados con su trabajo, creían que serviría como una fuerza moderadora en la Administración Trump, alguien capaz de enfrentarse al presidente si se le pedía que cruzara líneas legales o éticas. El pasado de Bondi incluye un papel de alto perfil en el equipo legal del magnate inmobiliario durante su primer juicio político y el apoyo vocal a sus reclamaciones impugnadas sobre las elecciones de 2020. Aun así, muchos esperaban que su experiencia institucional devolviera al Departamento de Justicia a su papel tradicional de aplicación imparcial de la ley.

En cambio, el liderazgo de Bondi ha suscitado duras críticas por acelerar lo que denominan como la politización del Departamento de Justicia. Desde que asumió el cargo de fiscal general, ha invertido décadas de precedentes al alinear el departamento más estrechamente con la agenda política del presidente, un enfoque que, según muchos juristas, recuerda los abusos de poder de la época de Nixon. Bondi ha afirmado que sus acciones son una respuesta a las supuestas injerencias partidistas de la Administración Biden, pero sus detractores sostienen que, bajo su mandato, el Departamento de Justicia se está transformando en una herramienta del poder ejecutivo, lo que hace saltar las alarmas sobre la erosión de las normas democráticas y la independencia de las instituciones estadounidenses.
El papel del Tribunal Supremo
Así, no está claro quien debería hacerle cumplir con el límite de los dos mandatos, lo que no pinta bien en Estados Unidos. “¿Quizá el Tribunal Supremo? Posiblemente los funcionarios electorales a nivel estatal podrían negarle un lugar en la papeleta? Pero últimamente, Trump parece estar comprometido a hacer lo que quiera e ignorar a los tribunales, lo cual es un gran problema”.

“En el peor de los casos, supongo que el Tribunal Supremo dictaminaría que no puede presentarse a un tercer mandato y él lo hace de todos modos, o simplemente decide no irse al final de su mandato e ignorar por completo los resultados de las elecciones”, ahonda Holmes.