Entrevista/Mitra Hejazipour

“Las feministas que defienden el velo nunca han vivido en un país islámico”

La campeona iraní de ajedrez que se quitó el hiyab y tuvo que exiliarse en Francia, asegura a Artículo14 que es "una buena noticia" que haya desaparecido Raisi

La maestra del ajedrez Mitra Hejazipour
La maestra del ajedrez Mitra Hejazipour EFE

“Cada una debe ser libre para elegir lo que se quiere poner, pero las feministas que defienden el velo nunca han vivido en un país islámico para saber hasta qué punto nos limita“. Mitra Hejazipour, la campeona iraní de ajedrez nacionalizada francesa, hoy puede decir lo que piensa. Nacida en Mashhad (Irán) hace 31 años, la imposición del hiyab, que llevaba desde los 5, se convirtió en una losa demasiado pesada para cargar. Hasta que, en 2019, durante el campeonato mundial de ajedrez en Moscú, se presentó sin el velo. El gesto le costó la expulsión del equipo iraní y el exilio. Actualmente vive en París y juega con el equipo nacional de Francia. Ganó los campeonatos franceses femeninos en agosto de 2023.

“Empecé a jugar ajedrez porque era el deporte en el que el velo imponía menos limitaciones” físicas, afirmó Mitra a Artículo14. Lo que nació de un mal menor se convirtió en una pasión coronada de medallas. Su padre, ingeniero civil, fue decisivo en su recorrido.

Salir de Irán, un futuro mejor

Desde niña, Mitra le veía jugar en casa, y este no dudó en incentivar el talento de su hija: “Él imaginaba un futuro para mí. Sabía que el deporte de alto rendimiento podría ser una manera de viajar, de salir de Irán, de tener una vida mejor”, cuenta la admiradora de la ajedrecista húngara Judit Polgar, capaz de derrotar a Magnus Carlsen, Anatoly Karpov y Garry Kasparov.

Los viajes internacionales a más de treinta países para competir supusieron, como presentía su progenitor, un cambio progresivo en la manera de pensar de Mitra. Poco a poco, el lugar de la mujer en la sociedad iraní le pareció demasiado pequeño. “Me estaba asfixiando”, revela. En Teherán, la iraní que en 2017 se subió en un transformador eléctrico con un palo en el que colgaba su velo fue un gesto que la marcó profundamente.

Si su padre la incentivó a viajar, jamás imaginó que el futuro de su hija estaría a 8.000 kilómetros de distancia. Mucho menos que iba a oponerse de frente al régimen islámico. El diciembre de 2019, en pleno campeonato mundial en Rusia, Mitra tomó la decisión más difícil de su vida: se presentó al torneo sin velo. No lo llevó ni siquiera en su maleta, para no dar marcha atrás. Durante los cinco días en los que estuvo en Moscú, bloqueó las llamadas al móvil para no sufrir la presión y las amenazas de la Federación iraní. Delante del tablero jugó mal. Por primera vez en su vida, acudía en público sin nada que la cubriese el pelo y los hombros. Se sentía desnuda. Pero era consciente de que el gesto era el correcto: para ella, el velo sirve más para limitar a la mujer que para protegerla.

Expulsada del equipo de Irán algunos días más tarde, Mitra empezó una vida en el
exilio. Primero en Brest (Bretaña), donde la habían invitado a jugar en un club. Empezó a estudiar Informática en la universidad de esa ciudad costera del noroeste de Francia. Pero la vida de exiliada le supuso un aislamiento sin precedentes y una necesidad de trabajar aparte del ajedrez. Dejó de jugar hasta que, en 2023, se nacionalizó francesa por un decreto gubernamental, acortando los plazos normales.

La vida en Francia

En Francia, pronto se acercó a otras personas de la diáspora iraní. Desde la capital
participó de las manifestaciones en favor de las protestas de las mujeres, que agitaron el país islámico en 2022, tras la muerte de Mahsa Amini. Estuvo presente en Oslo, en diciembre de 2023, en la entrega del Nobel de la Paz a Narges Mohammadi, la activista encarcelada cuya familia también está refugiada en la capital gala. “Yo estaba allí, invitada por su familia, feliz y orgullosa por Narges. Y no sólo por ella, también por todas las mujeres de Irán que muestran su valentía”.

Ahora, Mitra se atreve a celebrar austeramente la muerte del presidente iraní Ebrahim Raisi. “Que haya desaparecido es una buena noticia. Él condenó a muerte a cientos de personas”. Aunque no se sabe si su sucesor cambiará para mejor o peor la vida de las mujeres en un país gobernado por una teocracia desde 1979.

La prohibición del velo

Si en Irán el velo es obligatorio, en Francia está prohibido desde 2004 en los espacios
públicos como escuelas y hospitales. ¿Es una medida demasiado restrictiva a la libertad de las creyentes? “No creo”, sentencia.

Según la jugadora, la libertad que algunas feministas occidentales defienden en el uso del hiyab es ilusoria. “Las que piensan que defender el uso del velo puede beneficiar a la mujer no están muy bien informadas sobre los regímenes islámicos. No vivieron en países como Arabia Saudí o Afganistán para ver de cerca cómo el velo empeora la vida de una mujer”.

En el deporte, la limitación física es evidente, según Mitra. “Las mujeres con el hiyab no juegan en las mismas condiciones que las demás”.

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