En el pogromo contra alauitas y cristianos en la costa mediterránea de Siria, los asaltantes islamistas no tuvieron en piedad. En una operación de venganza indiscriminada, lanzada por fuerzas afines al nuevo régimen de Ahmed al Shaara, familias enteras, incluyendo mujeres y niños, fueron asesinadas por los asaltantes.
La violencia se desató después de que células armadas afines al depuesto dictador Bachar al Asad -pertenecientes a la minoría alauita-, atacaron a fuerzas de seguridad del régimen de Damasco en la región de Latakia y Tartus. Según la oficina de derechos humanos de la ONU, se ha verificado el asesinato de al menos 111 civiles desde el pasado jueves, pero los indicios apuntan a cifras mucho mayores. El Observatorio sirio de Derechos Humanos, con base en Londres, estima que la cifra rondaría los 973 civiles muertos, de un total de 1.200 víctimas. El resto, unos 250, serían combatientes alauitas muertos en enfrentamientos armados.

Cadáveres yacen en una carretera tras los actos de violencia ocurridos en los días anteriores durante enfrentamientos entre fuerzas gubernamentales y partidarios del antiguo régimen sirio, en la localidad siria de Jableh, en Latakia
Odio sectario
En la mayoría de los casos, se trata de ejecuciones sumarias motivadas por el odio sectario, especialmente dirigido contra la minoría alauita. Este grupo religioso de siria -una rama del islam chiita-, está formado por unos dos millones de personas, que representan el 10% de la población del país árabe. La familia Asad, que asumió el poder de Siria tras el golpe de estado del militar Hafez al-Assad en 1970 y gobernó el país con puño de hierro, pertenece a dicha minoría.
Los radicales islamistas sunitas que perpetraron las masacres se vengaron contra civiles inocentes alauitas, a quienes hicieron pagar el precio por décadas de dura represión por parte de los Asad. El antiguo régimen encarceló, torturó y asesinó a decenas de miles de disidentes políticos, y aplastó a facciones armadas rebeldes durante el conflicto civil en el país, que estalló tras las protestas masivas iniciadas durante la Primavera Árabe en 2011.

Miembros de las Fuerzas de Seguridad Sirias detienen vehículos en un puesto de control en Latakia, tras la violencia ocurrida en los días anteriores durante los enfrentamientos entre fuerzas gubernamentales y partidarios del antiguo régimen sirio.
Masacres filmadas
Pese a que el presidente interino Ahmed al Shaara descartó la implicación de sus Fuerzas de Seguridad en los pogromos antialauitas, fueron los propios asaltantes islamistas quienes se filmaron y difundieron las atrocidades en redes sociales. Las masacres ocurrieron mayoritariamente en las provincias de Latakia, Tartus, Hama y Homs. La costa noroeste de Siria es el bastión de la minoría alauita.
Desde la ONU, se agradeció la supuesta voluntad del presidente sirio Ahmed al Shaara de formar una comisión independiente para depurar responsabilidades por las matanzas, que suponen la peor escalada de violencia en el país desde la fulminante caída del régimen de Bachar al Asad en diciembre de 2024.
Tras 13 años de guerra civil, en que unas 600.000 personas murieron por el conflicto, Al Shaara se comprometió a “preservar la unidad” de Siria, así como a proteger a las múltiples minorías étnicas y religiones que conviven en la nación árabe.
Asaltos casa por casa
Pero las promesas del dirigente islamista, que en el pasado militó en una rama local siria de Al-Qaeda, distan de la realidad sobre el terreno. En la operación para reprimir la sublevación de combatientes alauitas, “los perpetradores asaltaron casas, preguntando a los residentes si eran alauitas o sunitas, para así separarlos y asesinarlos acorde a su respuesta. Supervivientes contaron que muchos hombres fueron disparados frente a sus familias”, precisó el reporte de la ONU. Y exigió: “todos los responsables de las matanzas deben rendir cuentas, sin tener en cuenta su afiliación, acorde a las leyes internacionales. Las víctimas tienen derecho a la verdad, justicia y reparación”.

Refugiados alauitas sirios que huyeron de los recientes enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad del gobierno sirio y los partidarios del antiguo régimen, cruzan el río Al nahr Al Kabir que divide Líbano de Siria
Las minorías se protegen
Ante la explosiva situación desatada, otras minorías del país se han movilizado para preservar su integridad. En el noreste de Siria, las Fuerzas Democráticas de Siria (SDF), las fuerzas kurdas que controlan una región semiautónoma fronteriza con Turquía, anunciaron el lunes un acuerdo con las nuevas autoridades de Damasco. El documento firmado establece que “todas las instituciones civiles y militares del noroeste de Siria se unirán a la administración central del país, incluidos los cruces fronterizos, el aeropuerto, y las explotaciones de gas y petróleo”.
Las SDF, apoyadas por EE UU para combatir al Estado Islámico (ISIS), controlan amplios territorios desde 2015. Desde la toma del poder de las fuerzas de Ahmed al Shaara, kurdos y facciones islamistas mantuvieron intensos choques violentos. Con el acuerdo, las SDF se comprometieron a un alto al fuego, y a contribuir en el combate contra elementos del antiguo régimen de la familia Assad.
Desde la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, se especula con que EE UU podría retirar su presencia militar en el noreste de Siria y frenar la ayuda a las SDF, un factor que podría haber precipitado el acuerdo. No está claro si los kurdos lograran mantener la semi-autonomía establecida desde 2015.
Israel, con los drusos sirios
Por otra parte, en el suroeste de Siria sigue solidificándose el acercamiento de la minoría drusa a Israel. El miércoles, el estado judío anunció que permitiría el acceso de trabajadores drusos sirios a los Altos del Golán, una cordillera fronteriza controlada por Israel.
A su vez, cazas hebreos sobrevuelan poblados drusos al sur de Damasco, para lanzar un claro aviso al nuevo régimen: Israel protegerá a la comunidad drusa siria si corre peligro. Antes de los pogromos contra los alauitas, ya se produjeron choques entre fuerzas afines a Al Shaara y clanes drusos.