Escalada de tensión

Tensión máxima en Líbano ante una posible operación israelí a gran escala contra Hizbulá

El líder de Hizbulá reconoce que la población libanesa “no caerá”, sino que se hará “más fuerte y se prepara para lo peor”

Israel
Soldados israelíes junto a tanques esperando ser transportados tras un día de entrenamiento en el centro de los Altos del Golán anexionados por Israel Efe

Con esa mezcla tan propia e intransferible de preocupación y costumbre a la desgracia -quince años de guerra civil y otros conflictos bélicos posteriores no acabaron con la legendaria aspiración de los beirutíes de apurar la vida como ellos solos- los libaneses aguardan noticias sobre la posibilidad de una confrontación bélica total entre Israel y Hizbulá, la organización política y militar proirainí que todo condiciona y decide en este pequeño país del tamaño de la región de Murcia.

Lo cierto es que, a pesar de los tambores de guerra que cada vez con más fuerza suenan, y del doble golpe de Israel en la red de comunicación interna de Hizbulá -en buscas y en walkie-talkies-, una acción propia de una película de Hollywood o del guion de la serie Fauda, en las jornadas de martes y miércoles no han impedido que la vida acabe imponiéndose en las calles de la capital, de norte a sur y de este a oeste de esta ciudad abierta y cosmopolita aunque dividida y sectaria.

Líbano

Estelas de humo en el cielo después de que el sistema israelí de defensa antiaérea Cúpula de Hierro intercepte misiles disparados desde el sur del Líbano sobre la Alta Galilea

El desplazamiento de tropas hacia el norte de Israel y los anuncios del ministro de Defensa del Estado judío, Yoav Gallant, de que “la guerra ha entrado en una nueva fase” tras el sabotaje de esta semana contra Hizbulá -que ha costado la vida a casi dos decenas de personas y ha dejado miles de heridos en todo el país levantino, desde la capital hasta el sur del país pasando por el valle de la Becá- apuntan inequívocamente a que Tel Aviv ultima una operación de gran envergadura en el feudo de Hizbulá en el sur de Líbano.

Difícil es determinar si las FDI se limitarán a bombardear o si habrá invasión terrestre del sur del país de los cedros, una opción que Hizbulá cree le favorece en una geografía montañosa e intrincada como ocurrió tras la última ocupación israelí. No en vano, en las últimas horas, Israel volvió a bombardear distintos puntos del feudo de Hizbulá en las zonas de mayoría chiita del sur del Líbano, “decenas” de ataques según fuentes de defensa citadas por el diario ‘Haaretz’. Hizbulá, por su parte, no ha dejado de lanzar cohetes contra el norte de Israel, y ayer los ataques costaban la vida a dos soldados de las FDI.

Líbano

Caos en Líbano tras las explosiones de los ‘buscas’ que han dejado miles de heridos en Líbano

Al igual que en tiempos de la Unión Soviética había kremlinólogos, ahora también se precisan iranólogos y hizbulólogos capaces de escudriñar cada gesto y palabra tanto de los líderes del régimen de los mulás como de la organización chiita libanesa. Ayer, como suele ser habitual cada vez que se produce una crisis de este tipo, el líder de Hizbulá, el misterioso Hasan Nasrala, tomó la palabra para prometer una “respuesta terrible” a Israel y asegurar que los ataques de esta semana son equivalentes “a una declaración de guerra”. También aseguró que la guerra contra Israel no acabará hasta que no haya un cese definitivo de las hostilidades en Gaza, y que los ciudadanos israelíes obligados a abandonar sus hogares en el norte de su país no regresarán a ellos aún.

Aunque el secretario general de Hizbulá insistió en que lo ocurrido tendrá “severas represalias y castigos justos” y que “el castigo llegará”, el cual “se sabrá “cuando llegue el momento”, lo cierto es que reconoció el “golpe” encajado -una de las mayores fallas de seguridad en su historia y la evidencia de la inferioridad tecnológica respecto al Estado de Israel. “Sí, hemos recibido un golpe duro y severo”, “importante y sin precedentes”, dijo el secretario general de Hizbulá en la tarde del jueves, tras reconocer la organización la muerte de veinte de sus combatientes.

Hizbulá

Soldados libaneses y miembros de Hezbolá se reúnen a las puertas de un hospital al que estaban siendo trasladadas personas heridas, tras un incidente con dispositivos inalámbricos de miembros de Hezbolá en Dahieh, Beirut, sur de Líbano

Nasrala aseveró además que la población libanesa “no caerá”, sino que se hará “más fuerte y se prepara para lo peor”, insistiendo en la colaboración de la población general del país – más de la mitad de los libaneses no tiene ninguna simpatía ni por las ideas ni por los métodos de la organización ideada y financiada por Teherán-, incluidas donaciones de sangre, en las horas de zozobra de esta semana. Recordó Nasrallah también que el sabotaje israelí se ha llevado por delante o herido a víctimas civiles en posesión por sus trabajos de los buscas y walkie-talkies pirateados.

Lo cierto es que en la tarde de este jueves la voz de Nasrallah, que sabe lo que puede avecinarse para los intereses de la milicia chiita en las próximas fechas, se manifestó con menos decibelios que otras veces. No hubo las amenazas de destrucción apocalípticas al enemigo sionista de otras tardes. Como en discursos precedentes, Israel aprovechó para lanzar una bomba sónica sobre el cielo de Beirut durante la alocución de Nasrallah como forma de intimidación sobre unos cielos que traspasa, no cabe otro recurso en la lengua castellana que venga más al pelo, como Pedro por su casa.

Hizbulá

Dolientes asisten al funeral de dos personas fallecidas en aparatos de comunicación, durante el cortejo fúnebre en Beirut

Desde Irán, la respuesta a la doble cadena de explosiones fue la esperada condena pero no una amenaza solemne y directa a Israel por parte de las autoridades del régimen. En una nota recogida por los medios oficiales, el comandante de la Guardia Revolucionaria de Irán Hossein Salami aseguró a Hassan Nasrallah que Israel debe esperar una “respuesta contundente del eje de la resistencia”. Brillan por su ausencia las explicaciones sobre el hecho de que uno de los heridos por la explosión de uno de los ‘buscas’ de Hizbulá fuera el embajador de la República de Irán en Beirut Mojtaba Amani, que al parecer ha quedado tuerto de un ojo (y el otro lo tiene también herido). Lo cierto es que en la víspera del doble ataque israelí contra el sistema de comunicación interna de Hizbulá el nuevo presidente iraní Masud Pezeshkian, que trae la vitola de reformista moderado, tendió la mano a Estados Unidos con vistas a revivir el acuerdo nuclear.

A la vista de que nunca respondió al asesinato del jefe político de Hamás, Ismail Haniyeh, en Teherán un día después de la ejecución del número dos de Hizbulá en Beirut, la República Islámica demuestra estar tan poco interesada como los libaneses, como los iraníes o como los propios combatientes de Hizbulá en una guerra abierta con Israel en estos momentos.

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