Esther Ballestrino, la mentora política de un joven Bergoglio

Sembró en él una sensibilidad social que llevaría hasta el Vaticano. "Aquella gran mujer hizo mucho más, me enseñó a pensar", dijo el Papa Francisco sobre ella

En los años 50, un joven Jorge Mario Bergoglio -quien acabaría convirtiéndose en el Papa más progresista de la historia- comenzaba a formar su conciencia política. Fue entonces cuando conoció a Esther Ballestrino, una bioquímica paraguaya exiliada y militante socialista que se convirtió en una figura clave en su formación.

Criado en una familia de clase media con raíces italianas y simpatías por la Unión Cívica Radical, en su casa se respiraba un ambiente antiperonista, que el no compartía, sino que sentía simpatía por las reformas sociales de Perón. Aquel despertar ideológico, estimulado por Esther Ballestrino, sembraría en él una sensibilidad social que llevaría hasta el v.

Encuentro con Bergoglio

Nació en 1918 en Fray Bentos, Uruguay, pero creció en Encarnación, Paraguay. Obtuvo su doctorado en Bioquímica y se involucró activamente en el Partido Revolucionario Febrerista, de orientación socialista. En la década de 1940, fundó el Movimiento Femenino del Paraguay. Debido a la persecución política bajo la dictadura de Higinio Morínigo, se exilió en Argentina en 1947.​

En 1953, en Buenos Aires, Ballestrino trabajaba en el laboratorio Hickethier-Bachmann, donde conoció a Jorge Mario Bergoglio, de 17 años. Era su jefa y se encargaba de revisar los resultados que el joven entregaba. Ella le inculcó el rigor científico y lo introdujo en el pensamiento político. Según contó el propio Papa Francisco en su autobiografía Esperanza en 2025, “aquella gran mujer hizo mucho más: me enseñó a pensar. Me refiero a pensar la política”.

Esther Ballestrino. Wikipedia

Activismo y desaparición

Durante la dictadura militar en Argentina, Esther fue una de las fundadoras de Madres de Plaza de Mayo, una organización que exigía la aparición con vida de los desaparecidos. Ella ya sospechaba que estaba siendo vigilada, e incluso pidió ayuda a Bergoglio -que en ese momento era sacerdote- para que la ayudara a esconder sus libros de política.

El 8 de diciembre de 1977 fue secuestrada en la Iglesia de la Santa Cruz junto a otras activistas, en una operación dirigida por Alfredo Astriz -militar y espía apodado “el ángel de la muerte”-, quien se había infiltrado en el grupo.

Ballestrino fue llevada al centro clandestino de detención de la ESMA, donde permaneció unos días y fue torturada. Luego, fue asesinada en los llamados “vuelos de la muerte”: una práctica sistemática en la que las víctimas eras drogadas, desnudadas y arrojadas vivas al mas desde aviones militares.

Avión Short Skyvan PA-51, utilizado en los Vuelos de la Muerte durante la última dictadura Argentina de 1976, en exposición en la ex ESMA. Wikimedia

Su cuerpo apareció días después en la costa de Buenos Aires, pero fue enterrado como NN (nomen nescio o nombre desconocido) en el cementerio de General Lavalle. En 2005, el Equipo Argentino de Antropología Forense logró identificar sus restos mediante pruebas de ADN. Finalmente, fue sepultada en el jardín De la Iglesia de la Santa Cruz, el mismo lugar donde fue secuestrada.

Madres de Plaza de Mayo

La asociación fundada por Ballestrino continúa activa y firme por la justicia de las víctimas. Cada jueves, mantienen su histórica “Marcha de los Jueves” en la Plaza de Mayo; al momento de escribir este artículo van por la marcha número 2453.

Tras la muerte del papa Francisco, las Madres publicaron una emotiva carta en la que expresaron: “Las Madres de Plaza de Mayo nos quedamos más solas. Los pobres del mundo se quedan más solos.” Destacaron su agradecimiento por el respaldo del pontífice, recordando: “Gracias, Francisco, por recibir a Hebe en Roma después de que quisieran detenerla. […] Gracias por tus cartas cuando la procesó este sistema judicial tan injusto”.

La carta concluye con una declaración de memoria y continuidad: “No te olvidaremos. A partir de ahora marcharás cada jueves en nuestra Plaza, frente a tu Catedral. Hasta siempre.”