A fin de año es usual arrancar esas reflexiones tipo “balance personal del ciclo que se cierra”. De un lado, lo bueno; del otro, lo malo, cosa de separar la paja del trigo y mejorar en el año por venir. Pero, a doce meses de la asunción de Javier Milei como presidente de Argentina, hallar ese equilibrio, en especial en la balanza de temas de género, parece un desafío entre difícil e imposible. Esto dio a entender, en diálogo con Artículo14, Estela Díaz, ministra de las Mujeres, Políticas de Género y Diversidad Sexual de la provincia de Buenos Aires.
No será una figura con alcance nacional, pero Díaz conduce las políticas de género del mayor distrito de Argentina, donde reside el 40% de la población. Además, mira el todo desde una suerte de “vereda de enfrente”, la de la oposición al líder de La Libertad Avanza.
Ministra consecutiva
Bajo el ala del kirchnerista Axel Kicillof (Gobernador bonaerense), mientras en diciembre de 2023 Milei arrancaba su primer mandato, Díaz, que es ministra desde 2019, comenzaba el segundo. Y, además, consecutivo.
En Argentina, no es fácil encontrar funcionarios con esa suerte. Ni hablar en el ámbito nacional, cuando la salida intempestiva de figuras del Gobierno tiene una frecuencia semanal que no da respiro ni al más formado periodista. De hecho, con la reciente eyección de la canciller Diana Mondino, las caras de primera línea que renunciaron o fueron echadas del Gobierno superó, ya, la cincuentena.
Un ahogo así de brutal le tocó al extinto Ministerio de las Mujeres nacional. Era abril cuando en estas mismas líneas se contaba que el Gobierno libertario reducía la cartera al rango de subsecretaría. El presupuesto se recortaba, y con él, distintas políticas clave.
El primer año de Milei
Poco después, en mayo, se contaba, también aquí, que el Ejecutivo había transferido la subsecretaría -casi inactiva- al Ministerio de Justicia. Y en junio, con el cierre definitivo de la cartera, llegó la muerte anunciada.
Díaz fue testigo de eso desde el territorio bonaerense. Venía de acompañar la gestión del expresidente (ahora imputado por violencia de género contra Fabiola Yáñez) Alberto Fernández. Tal vez no sea exagerado presumir que esta docente abocada a las políticas de género desde el ámbito sindical, ha visto muchas. O, por lo menos, unas cuantas.
No por nada suspiró largamente antes de lanzar unas palabras sobre este primer año de Milei: “Diría que estamos viviendo un extraño experimento político en seres vivos”.
-Pero, ¿cómo definiría este año si tuviera delante a una persona que no conoce la Argentina?
-Nos gobierna un presidente que dice que el Estado es una organización criminal y que vino a destruir ese Estado. Tiene, además, un nivel de violencia enorme en el ejercicio del poder y esto, para quienes trabajamos en políticas de género, diversidad e igualdad, es un mensaje permanentemente amenazante. En la Provincia estamos en las antípodas de este proyecto nacional, pero todo ocurre en un contexto en el que la macroeconomía la define Nación, que desfinancia presupuestos y se desentiende de todas las responsabilidades. A alguien que viniera de afuera le diría que el gobierno de Axel (Kicillof) ganó por voto popular con casi 20 puntos de distancia con respecto a quien le seguía. Milei no ganó ninguna elección con esa ventaja, ni siquiera en segunda vuelta. Este proyecto tiene la legitimidad del voto popular.
-Tras la lenta sangría del Ministerio de las Mujeres nacional, el Gobierno, no obstante, asegura que las principales políticas de esa cartera siguen en pie. ¿Qué opina?
-No fue lenta la sangría: primero desjerarquizó el Ministerio y después lo eliminó. No fue tan lenta. Pero las políticas que llevaba a cabo el Ministerio se discontinuaron en diciembre de 2023.
-¿No se hace nada desde Nación?
-Quedó residualmente la línea 144 de atención a las víctimas, que está desfinanciada y parte de su personal fue despedido. El programa Acompañar, que da un salario mínimo a personas en situación de violencia desempleadas, dicen que se sigue ejecutando, pero se han dado mínimas altas, sin contar que por decreto redujeron la asistencia de seis a tres meses. Por otro lado, cuando intentamos cargar los datos de la persona que precisa la asistencia y cumple los requisitos, no lo podemos hacer. Antes teníamos unas claves a través de las cuales cargábamos los datos y ellos, desde Nación, validaban y autorizaban. Una persona especializada había hecho la entrevista con la persona y había chequeado que cumpliera los requisitos. Esas claves ahora no sirven; no funcionan. Ellos dicen que el programa está vigente, pero no logramos cargar nada. El desfinanciamiento es tremendo y se extiende a otros programas.
-El Gobierno prácticamente no ha emitido cifras, en este sentido. ¿Qué información manejan ustedes de lo que ocurre a nivel nacional?
-Acaba de salir un informe que hizo el (Centro de Economía Política de Argentina) CEPA, donde se evalúa el programa que desde el Ministerio de Justicia debería asistir a las víctimas de abuso sexual, y señalan que lo han desfinanciado casi totalmente. En cuanto a las víctimas de trata, el presupuesto 2025 propuso reducir el financiamiento en un 87%. Respecto de los hijos de víctimas de femicidio, la reducción fue del 60% y casi no dan altas. Eliminaron el plan (Nacional de Prevención del Embarazo No Intencional en la Adolescencia) ENIA, que había reducido los embarazos no intencionales en menores en un 50%. Ponen obstáculos. Ellos no dan cifras. Dicen que las desigualdades y la violencia de género no existen. Y han votado de este modo en todos los organismos internacionales que tuvieron reuniones este año. En el G20 no quisieron votar la resolución en pos de eliminar las desigualdades y la violencia digital contra niños y mujeres. En la ONU, en contra de abordar la desigualdad y la violencia de género. Esta retirada desacopló acuerdos básicos establecidos por Argentina.
-Antes habló de un “desentendimiento”. En efecto, si bien podría quedar un escenario muy desparejo, el Gobierno busca que cada provincia se haga cargo de estas políticas. ¿Qué opina?
-Sería muy desparejo. La recaudación nacional es enorme, en comparación a la de las provincias. Tienen que hacerse cargo de los presupuestos de algunos temas básicos: educación, salud, seguridad y obra pública. A la provincia de Buenos Aires le desfinanciaron el equivalente a 7.800 millones de dólares en solo ocho meses. ¿Qué hace el Estado nacional con ese ajuste? Paga deuda. Los dólares luego se fugan y otra vez tenemos Argentina de la bicicleta financiera y las divisas que se van del país. Como en los 90.
-El ajuste vivido hasta acá fue brutal, pero la inflación bajó y hay quienes dicen que “lo peor ya pasó”.
-Conociendo la perspectiva del Gobierno nacional y de Milei, que planea un ajuste ortodoxo extremo, creo que vienen malas noticias, especialmente para las mujeres. Hay un empobrecimiento generalizado y crece la informalidad laboral, todas condiciones que precarizan aún más a las mujeres, que siguen extendiendo las jornadas laborales para subsistir. Veo que todo va a seguir siendo peor. Todos los indicadores caen, salvo la inflación. Claro que se entiende que tener inflación a la baja es un elemento muy fuerte para la vida. Pero hemos tenido problemas inflacionarios muy grandes y políticas de ajuste que nos dejaron desigualdad y desocupación. La inflación es un disciplinador social: cuando llega el ajuste, la sociedad es capaz de aguantar, pasarla mal y penando, creyendo que en algún momento se va a poder organizar.
-Previo a este Gobierno estuvieron ustedes en el poder. ¿Qué autocrítica se hacen?
-Lo que no resolvió el Gobierno del Frente de Todos (el kirchnerismo) son dos cuestiones clave. Mayor redistribución de la riqueza, y que después en el Gobierno de Alberto (Fernández) se profundizó la caída del poder adquisitivo y la generación de empleo, con grandes niveles de inflación. Estos factores fueron muy determinantes en el sentido del enojo, la angustia y el deseo de decir “cambiemos”. La única persona que no había tenido historia política y dijo “rompo todo” era Javier Milei, lamentablemente. Lo que no aparece en consideración -pero yo creo que la sociedad lo va a ver cada vez más- es que él no viene a romper en favor de las mayorías. Viene a producir una gigantesca desigualdad social.