Buscábamos el país con la tasa de natalidad más baja y… ¡Ya lo hemos encontrado! En el contexto global actual, marcado por cambios demográficos significativos, Taiwán es el país con la tasa de natalidad más baja del mundo, un fenómeno que plantea desafíos cruciales tanto para su futuro económico como social.
Con una tasa de natalidad de apenas 1,09, esta nación insular lidera una lista de países que enfrentan problemas similares. El panorama es desolador en el ámbito internacional. La baja natalidad es ya una preocupante tendencia a escala global. Y España ocupa uno de los lugares más bajos en esta lista.
El desafío demográfico de Taiwán, el país con la tasa de natalidad más baja
Taiwán, con una población que supera los 23 millones de habitantes, ha experimentado un declive notable en su tasa de natalidad durante las últimas décadas. Este fenómeno no es exclusivo de la isla, pero sí es particularmente pronunciado en ella. La tasa de 1,09 significa que, en promedio, cada mujer taiwanesa tiene poco más de un hijo a lo largo de su vida. Una cifra que está muy por debajo del índice de reemplazo generacional de 2,1 necesario para mantener estable la población.
El panorama internacional de la natalidad
Taiwán no está sola en esta situación, aunque es el país con la tasa de natalidad más baja del mundo. Corea del Sur le sigue de cerca con una tasa de natalidad de 1,11. Ambos países forman parte de un grupo más amplio de naciones, principalmente en Asia Oriental y Europa, que también registran tasas extremadamente bajas. Singapur, Macao y Hong Kong, por ejemplo, tienen tasas que oscilan entre 1,17 y 1,23.
En Europa, Italia (1,24) y España (1,29) muestran cifras similares. Es el reflejo de un fenómeno que parece ser particularmente intenso en países con economías avanzadas y altos niveles de urbanización. Pero ¿qué está pasando? ¿Por qué ha caído tanto la tasa de natalidad en todo el planeta? ¿Qué ha llevado a esta situación?
Causas del descenso de la natalidad en el mundo
Las causas del descenso de la natalidad mundial son múltiples y complejas. Entre ellas, destaca el alto coste de vida. Particularmente, en lo que respecta a la vivienda y la educación. Esto desalienta a muchas parejas jóvenes a tener hijos. Además, la progresiva inserción laboral femenina y el prolongamiento de los años de estudio han llevado a que muchas mujeres pospongan la maternidad. A esto se suma una cultura laboral exigente, con largas jornadas de trabajo que complican la conciliación de la vida familiar y laboral.