La labor de las parejas presidenciales (ya sean jefes de Estado o de Gobierno) no suele estar delimitada ni formalizada. Unas funciones que, salvo en contados países, no están regidas por ninguna ley, sino más bien por la moral de cada cónyuge. No a todo el mundo le gusta estar en el foco. Tampoco, acompañar a su pareja a un sinfín de actos dispares. Ya se ve hasta en las campañas políticas, hay candidatos que suben a su pareja al escenario para generar en los votantes ideas como la lealtad o la constancia, y los que hay que prefieren centrarse en su programa más que en la imagen. De ahí que la labor de los cónyuges presidenciales sea tan diferente de un país a otro e incluso de una legislatura a otra.
En la actualidad, en España se está debatiendo mucho el papel de Begoña Gómez, la pareja del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. A continuación, un repaso a los países en los que la figura de las primeras damas tiene más tradición.
Argentina
En Argentina, el actual mandatario Javier Milei, no estaba casado cuando asumió la presidencia, por lo que ese papel ha quedado, de momento, vacante. Cabe recordar que el cónyuge presidencial (en Argentina tuvieron a un primer caballero en tiempos de Cristina Kirchner) no recibe un salario del Estado ni tampoco es considerado como un funcionario público. Eso sí, históricamente la primera dama ha recibido asistencia de la secretaría general de la presidencia, tiene derecho a ser custodiada por la Casa Militar y puede hacer uso de algunos bienes y servicios financiados con fondos públicos. En 2017, ante los peligros de la galopante corrupción, se trazaron ciertas normas éticas también para las parejas de los jefes del Estado argentino. El cónyuge presidencial no puede aceptar regalos que se aparten del régimen oficial y se deben usar los recursos públicos de un modo “racional, evitando abuso o derroche”.
Chile
En muchos países, las primeras damas no tienen oficina, ni personal, ni siquiera se considera un puesto oficial. Es de los presupuestos de los jefes de Estado o de Gobierno que sale una partida destinada para este cargo tan protocolario. Incluso en países como Chile, la primera dama llegó a renunciar a sus funciones como primera dama. Irina Karamanos, quien en aquel entonces era pareja de Gabriel Boric, prometió en su momento “revisar el rol institucional de las primeras damas” para transformarlo con una mirada más “contemporánea”. A finales de 2022, el Gobierno chileno eliminó legislativamente el “Gabinete de la primera dama” que contaba con personal propio y oficina en el Palacio presidencial de La Moneda. Tradicionalmente, la primera dama chilena se ponía al frente de seis fundaciones sociales que sí manejaban un presupuesto millonario.
“Ser pareja de alguien no es haber sido electa”
“Se construye una imagen de pareja presidencial en el poder, muy tradicional. Es como la versión profesional de ser pareja. La primera, además de muchas cosas, está a cargo de profesionalizar su relación y eso es bien cuestionable”, aseguró recientemente Karamanos a “Vein”. En dicha entrevista, Karamanos incide en que hoy “tenemos ministerios que hacen las políticas sociales, de género y sobre los temas que tradicionalmente se asocian a las primeras damas. Pero sobre todo porque hoy podemos votar por líderes mujeres, en cambio una primera dama no es una figura electa. Ser pareja de alguien no es haber sido electa, y si no fui electa para gobernar no voy a gobernar”.
Estados Unidos
En Estados Unidos, el rol de la primera dama no está determinado en la Constitución. “En realidad, la esposa de un presidente puede hacer lo que quiera, pero a lo largo de los años se han creado ciertas expectativas entre el pueblo estadounidense”, explica a Artículo14 Katherine Jellison, profesora en la Universidad de Ohio. “Esperan que la primera dama apoye a su marido, participe en algún tipo de servicio público y vista con elegancia. En otras palabras, ¡las expectativas son bastante anticuadas!”, añade la experta en Historia estadounidense y género.
Sobre si deben o no las parejas de los mandatarios abandonar sus trabajos, Jellison asevera que “Jill Biden ha demostrado por fin que una primera dama puede continuar con la profesión que ha elegido y seguir siendo una eficaz servidora pública”. En su opinión, espera que esta tendencia continúe.
La profesora insiste en que no hay normas ni leyes que obliguen a una primera dama a defender una causa o promover un proyecto de servicio público concreto. Eso sí, “desde que Jackie Kennedy abogó por la conservación histórica -centrando la mayor parte de su atención en la propia Casa Blanca- el público espera que todas las primeras damas tengan un proyecto de este tipo”. Jellison asegura que “incluso Melania Trump, que fue una primera dama de perfil relativamente bajo, tuvo su campaña Be Best, aunque no creo que la mayoría de los estadounidenses estuvieran nunca muy seguros de qué se trataba”.
Para la profesora de la Universidad de Ohio, Eleanor Roosevelt fue la primera dama más relevante. “Fue primera dama durante más tiempo que nadie -12 años- y desempeñó un importante papel levantando la moral y promoviendo proyectos de servicio público durante las dos mayores crisis del siglo XX (la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial). También fue una gran defensora de los derechos civiles de los negros mientras fue primera dama”.
Es imposible no preguntar si este papel está cargado de misoginia por parte de la opinión pública. “Sí, creo que las primeras damas reciben más críticas misóginas de las que les corresponden: sobre su aspecto, su forma de vestir, hasta qué punto dan consejos a sus maridos, etc. Están sometidas a un escrutinio constante por cómo desempeñan el papel de ser mujer”, concluye Jellison.
Francia
En Francia, por influencia de EE UU, la revista “Paris Match” comenzó a denominar a las compañeras de los presidentes galos “premiére dame” en los años 50. El escritor Robert Schneider, que escribió “Premiéres Dames” en 2014, aseguró que fue Yvonne de Gaulle quien extraoficialmente sentó las bases del papel de primera dama, que antes no existía. En una entrevista con “LeFigaro” indicó que entonces era “una dama de caridad, dueña de la casa del Elíseo y embajadora de la moda francesa”.
Schneider asegura que Anne-Aymone d’Estaing, Claude Pompidou y Bernardette Chirac fueron todas católicas, burguesas y preparadas para ser madres, esposas y amantes de la casa”. Se ponían al servicio de la carrera de su marido. Todo cambió con “Cécilia Sarkozy, ella deseaba ser independiente. Carla Bruni quiso ser muy discreta y Valérie Trierweiler se pasó de frenada en busca de sus alas de libertad”.
La actual pareja presidencial está formada por Brigitte y Emmanuel Macron, una pareja “sólida”, según la prensa francesa. Cada año, el Tribunal de Cuentas francés revela lo que cuesta la primera dama a los presupuestos del Elíseo: unos 315.000 euros anuales. Se trata del importe vinculado a los gastos relacionados con la actividad de Brigitte Macron, que representa el 0,28% del presupuesto de la presidencia, la mayoría corresponde a las nóminas de su personal. Brigitte Macron no dispone de un presupuesto que le permita recurrir a asesoramiento externo o incluso a proveedores de servicios privados.
Reino Unido
En Reino Unido, donde todavía no existe un papel formal para una primera dama, es desde la llegada de Clementine Churchill cuando el rol de la pareja del primer ministro británico tomó una importante influencia. Ella participó activamente en los asuntos políticos de su era y se consideraba una asesora más del “premier”. Los británicos observaron cómo Clementine Churchill intervenía cuando las cosas se le torcían a Winston Churchill con la opinión pública.
Sonia Purnell, biógrafa y comentarista política, explicó el papel tan visible de Clementine Churchill durante la Segunda Guerra Mundial, con estampas de ella subida a los tejados tras los bombardeos de los nazis y dirigiendo a su marido en qué líderes mundiales era favorable aliarse. Vista como una” primera dama de guerra” alabó a las británicas y las conminó a sumarse a puestos de trabajo tradicionalmente masculinos. También se esforzó en que los refugios aéreos fueran de mejor calidad y demostró un compromiso inédito con el pueblo británico y con el primer ministro.
Tanzania
Desde la Alianza Global de las Primeras Damas (GFLA, por sus siglas en inglés), su fundadora Cora Neuman recordó en una entrevista reciente con Artículo14 la “pasión, el liderazgo y la determinación de Salma Kikwete”, la primera dama de Tanzania, “para centrarse en unas pocas cuestiones críticas le permitieron tener un impacto real”. Con más de 20 años de experiencia como profesora, “Kikwete elaboró un programa que daba prioridad a la educación y la salud de las mujeres y los niños”. En cuanto a la salud, Neuman asegura que la tanzana “alineó los objetivos de su Oficina y de la organización sin ánimo de lucro Mujeres en Desarrollo con los objetivos nacionales de eliminar la transmisión materno-infantil del VIH y el SIDA”.
Así, “sus actividades incluyeron el suministro de servicios médicos, equipos y materiales. También ayudó a lanzar y poner en marcha campañas de promoción para aumentar la utilización de los servicios de prevención de la transmisión materno-infantil mediante la participación de la comunidad para abordar i) los embarazos precoces, ii) las infecciones por el VIH entre los jóvenes, y iii) las normas de género perjudiciales que disuadían a las personas de utilizar los servicios de planificación familiar”. En esta campaña, recuerda Neuman fue fundamental cómo en 2010, “la primera dama y el presidente aparecieron en la televisión nacional para hacerse la prueba del VIH/sida, un paso fundamental para desestigmatizar la enfermedad y servir de modelo de pruebas y prevención”.
En este caso, “la labor de la primera dama constituyó un componente importante de los esfuerzos más amplios del gobierno para abordar estos problemas de salud. Los datos muestran que en 2004/2005, la tasa de mortalidad materna era de 578 por 100.000 nacidos vivos, frente a 454 por 100.000 nacidos vivos en 2010. Durante el mismo periodo, las infecciones por VIH disminuyeron del 5,8% al 5,1%”.
Los esfuerzos de Kikwete ampliaron su labor en Tanzania “al convertirse en presidenta de la Organización de Primeras Damas Africanas para el Desarrollo (OAFLAD) y ayudó a involucrar a más presidentes en las agendas de las primeras damas, que daban prioridad a las comunidades más infrarrepresentadas y marginadas”, destaca Neuman.