Cuando se supo, mucho antes de lo esperado, que Kamala Harris sería la perdedora de las elecciones estadounidenses de 2024, se hizo realidad una idea pesimista: Estados Unidos aún no está preparado para estar liderado por una mujer —y es posible que no lo esté en mucho tiempo. Harris es joven y activa, fue fiscal general de California y tiene experiencia profesional en las tres ramas del gobierno americano: ejecutivo, legislativo y judicial. Era la candidata presidencial mejor preparada de la historia del país. Sin embargo, el público prefirió votar a Donald Trump, delincuente convicto y conocido racista y machista.
La diferencia entre los candidatos y el resultado electoral han reavivado el debate sobre el machismo en la política estadounidense y las dificultades que enfrentan las mujeres para acceder a los altos cargos de poder en el país. Tras las elecciones, muchos analistas, estrategas y líderes demócratas expresaron su frustración por la gran cantidad de obstáculos relacionados con el género que Kamala Harris tuvo que superar.
Ser o no ser mujer
En 2016, Hillary Clinton perdió contra Trump en circunstancias parecidas. Sin embargo, a diferencia de Clinton, Harris evitó centrar su campaña en la naturaleza histórica de su candidatura como mujer. Mientras que Clinton usó el lema “I’m With Her” (Estoy con ella) y celebró su acto de cierre bajo un techo de cristal en el Javits Center de Nueva York, Harris optó por no explotar su condición de mujer en la carrera, una estrategia que algunos consideran que podría haber tenido un impacto positivo entre ciertos votantes.
Pero a pesar de estos esfuerzos por centrar su mensaje en las políticas y no en su género, Harris tuvo dificultades para captar el apoyo femenino. Según las encuestas de salida, solo ganó el voto de las mujeres por un margen de 8 puntos, frente a los 15 puntos que obtuvo Joe Biden en 2020. Trump, en cambio, aumentó su ventaja entre los votantes masculinos, ganándolos por un margen de 13 puntos. El único grupo en el que Harris mejoró fue entre las mujeres blancas con estudios universitarios, con un aumento de 7 puntos respecto a 2020.
Las técnicas machistas de Trump
Gran ejemplo de ello es que, a lo largo de la campaña, Trump no dudó en recurrir al lenguaje misógino para menospreciar a Harris, incluso refiriéndose a ella en términos despectivos y poniendo en duda sus logros profesionales. En un mitin en Carolina del Norte, cuando un asistente del público insinuó que Harris “trabajaba en una esquina” (como una prostituta), Trump respondió, “este lugar es increíble”, dando pie a interpretaciones despectivas sobre la vicepresidenta.
La misoginia también estuvo presente en la publicidad de grupos afines a Trump: en los últimos días de la campaña, un comité de acción política pro-Trump, respaldado por Elon Musk, publicó un anuncio en el que llamaban a Harris “una gran y vieja cabra” y una comunista. Y aunque los ataques indignaron a algunos sectores del Partido Demócrata, dejaron claro que el lenguaje machista sigue formando parte de las campañas electorales en Estados Unidos.
A lo largo de la campaña, Harris también fue atacada con insinuaciones sobre su vida personal y su “historia sexual”. Conservadores como el comentarista Matt Walsh la acusaron de “pedir favores a hombres poderosos” para avanzar en su carrera, y otros sugirieron que su éxito se debía a relaciones pasadas. Además, la campaña de Trump aprovechó los estereotipos de masculinidad y lanzó mensajes que exaltaban la idea de un líder fuerte y masculino, táctica que conectó con parte de la base republicana. En eventos y redes sociales, se promovía una imagen de Trump como el candidato de los “hombres fuertes”, en contraposición a una visión de Harris como una mujer supuestamente “débil” en el ámbito de la seguridad nacional y la política exterior, según algunos analistas.
Las mujeres no valen
Una encuesta de Reuters/Ipsos del mes de octubre reveló que el 15% de los votantes registrados no se sentiría cómodo votando por una mujer presidenta, lo que sugiere que, para cierta porción del electorado, el género de Harris al final pudo haber sido un factor negativo en las elecciones. Ahí quedan claros los límites de la igualdad de género en Estados Unidos, incluso cuando más mujeres han alcanzado cargos de poder en otros niveles de gobierno —y cuando la candidata en cuestión está indudablemente cualificada.
La campaña electoral también demostró que las dinámicas de poder en la política estadounidense aún giran en torno a ideas tradicionales sobre la autoridad y el liderazgo masculino. “Nos hemos encontrado con la misoginia internalizada de que las mujeres no son lo suficientemente fuertes en el contexto de la política exterior”, comentó a Politico un estratega del partido demócrata, que prefirió el anonimato. En su opinión, Trump explotó estas ideas para poner en duda la capacidad de Harris como líder.
En la misma entrevista con el medio Politico, Patti Solis Doyle, quien fue directora de la campaña presidencial de Hillary Clinton en 2008, señaló que “el país sigue siendo sexista y no está listo para una presidenta”. Y mostró su profunda decepción al añadir: “Esperaba que estuviéramos más cerca, al menos esta vez, pero nos hemos alejado”. Y en declaraciones al mismo medio, Angie Kuefler, una encuestadora demócrata que ha trabajado en iniciativas sobre derechos reproductivos, afirmó que Trump “utilizó explícitamente el género como arma e intentó movilizar a los hombres con una forma de masculinidad tradicional”. Según Kuefler, el resultado de las elecciones “nos deja con la impresión de que una mujer no puede ser elegida” en Estados Unidos, particularmente cuando el oponente emplea tácticas de masculinidad agresiva.
El mapa de la desigualdad
A nivel internacional, sólo 13 de los 193 países miembros de Naciones Unidas están liderados por mujeres. Sin embargo, en Estados Unidos, aunque las mujeres representan el 51% de la población, su presencia en cargos de poder sigue siendo limitada. En el Congreso, las mujeres ocupan el 28% de los escaños, y solo 12 estados tienen gobernadoras. Y en toda la historia del país, solo tres mujeres han estado cerca de la presidencia: Hillary Clinton, Sarah Palin y Kamala Harris. Clinton fue la primera mujer en ser nominada como candidata presidencial de un partido mayoritario, el Partido Demócrata. Aunque ganó el voto popular en 2016, perdió en el Colegio Electoral frente a Trump. Y en 2008, Sarah Palin hizo historia como la primera mujer republicana en un equipo presidencial, al postularse para la vicepresidencia junto a John McCain, aunque no directamente para la presidencia. También la perdió
Tras su derrota, Harris evitó mencionar explícitamente el papel de su género en su discurso de concesión. En cambio, pidió a sus seguidores que no se dieran por vencidos, enfatizando que “la lucha a veces lleva tiempo, pero eso no significa que no vayamos a ganar”.