Estados Unidos lo ha vuelto a hacer, ha votado en la Asamblea de Naciones Unidas junto a países tan poco democráticos como Bielorrusia, Corea del Norte, Nicaragua y, por supuesto, Rusia, con quien ahora Washington se siente más alineado. La primera vez que sucedió, fue precisamente en pleno tercer aniversario de la invasión rusa de Ucrania, el pasado 24 de febrero, cuando el presidente Donald Trump apenas llevaba un mes en la Casa Blanca. Parece que el giro en política exterior del magnate republicano se afianza sin rubores.
En la ONU se estaba votando el proyecto de resolución “Cooperación entre las Naciones Unidas y el Consejo de Europa”, que finalmente salió aprobado gracias a los 105 votos a favor, cuando volvió a producirse esta anomalía geopolítica. Sólo nueve países sufragaron en contra de fomentar el apoyo entre la ONU y el Consejo de Europa: Bielorrusia, Corea del Norte, Eritrea, Malí, Nicaragua, Níger, Federación Rusa, Sudán y Estados Unidos. Incluso China y Cuba no votaron en contra, sino que se abstuvieron.
It should probably bother Americans that their country now regularly votes at the UN only with hellish kleptocratic wastelands wherein torture is systemic and that openly seek to destroy the US.
Belarus, Russia, North Korea, United States..not even China goes this low. pic.twitter.com/Kthe9Z4kG9
— Jay in Kyiv (@JayinKyiv) April 17, 2025
Al presentar el texto, el orador de Luxemburgo, que ocupa actualmente la presidencia del Comité de Ministros del Consejo, lamentó que el lenguaje utilizado durante muchos años, incluido el relativo al género, fuera cuestionado durante las consultas. También que varios párrafos que hacen referencia a la agresión de Rusia contra Ucrania fueron problemáticos para una delegación.
Estados Unidos justifica su voto
Por su parte, Jonathan Shrier, representante en funciones de Estados Unidos en el Consejo Económico y Social de la ONU, justificó la polémica decisión de votar junto a Rusia y no junto a sus aliados tradicionales y democráticos.

“Como Estado observador en el Consejo de Europa, Estados Unidos valora el trabajo del Consejo de Europa para proteger y defender los derechos humanos, avanzar en la democracia y promover el Estado de Derecho”, apuntó Shrier. Sin embargo, en su opinión, “la resolución actual repite declaraciones sobre la guerra entre Rusia y Ucrania que Estados Unidos considera poco útiles para avanzar en la causa de la paz”, continuó el representante de Estados Unidos.
Shrier también lanzó un dardo a la ONU por su política migratoria y los derechos de las personas refugiadas. En plena ola de deportaciones y vuelos a cárceles de El Salvador, “Estados Unidos aprovecha también esta oportunidad para denunciar el Pacto Mundial sobre Migración y el Pacto Mundial sobre Refugiados. No sólo entran en conflicto con la política de Estados Unidos, sino también con nuestro deber de sentido común de reducir, en lugar de facilitar, el fenómeno intrínsecamente desestabilizador de la migración masiva, posiblemente el reto más importante de este siglo”, apuntó Shrier.
Nuevas normas sobre migración
“Con el presidente Trump, eso se acaba. Estados Unidos está dispuesto a liderar a la comunidad internacional para forjar nuevas normas sobre migración. Su fundamento debe ser un verdadero respeto, y no solo de boquilla, por la soberanía y el Estado de Derecho como principios rectores, reconociendo la autoridad de cada Estado para decidir quién será admitido en sus fronteras y en qué condiciones”, auguró el representante estadounidense en la ONU.

Es más, Shrier recordó las polémicas palabras del vicepresidente de EE UU, J D Vance, durante su intervención en la cumbre de seguridad de Múnich. “Europa se enfrenta a graves retos en este ámbito. Como gobiernos, debemos a nuestros ciudadanos protegerlos -y a los propios inmigrantes- de los crecientes costes de un régimen migratorio fracasado”.
También lanzó un dardo a la Justicia de las democracias. Al igual que en Estados Unidos, la corrupción y el abuso de poder están perseguidos y penados. Sin embargo, para Shrier, “es importante no sólo hablar de valores democráticos, sino también vivir de acuerdo con ellos. Algunos Estados miembros que apoyan este texto han suprimido partidos políticos con los que no están de acuerdo en su país. Estas diferencias ideológicas deberían decidirse en las urnas, y no en los tribunales“.