El ataque de un francotirador de 20 años contra el expresidente Donald Trump en un mitin en Butler, Pensilvania, el domingo, ha conmocionado a Estados Unidos, que ya vivía en una creciente tensión a medida que se acercan las elecciones de noviembre.
Pero quienes quedaron más conmocionados fueron los testigos del intento de magnicidio, que dejó dos personas muertas, una de ellas el presunto autor de los disparos.
El mitin era uno más de los que Trump viene celebrando en diferentes puntos del país como parte de su frenética campaña para derrotar al presidente Joe Biden en noviembre y recuperar el poder perdido tras su derrota electoral de 2020.
Simpatizantes de Donald Trump organizan un acto de apoyo tras el ataque al expresidente en Pensilvania
Entre los centenares de asistentes, muchas mujeres simpatizantes del movimiento Make America Great Again, (MAGA), que relataron a los medios locales lo vivido en una jornada que ya es parte de la historia de Estados Unidos.
Testigos del intento del magnicidio
Erin contó a la cadena NBC que oyó unas pocas detonaciones poco tiempo después de que comenzara el evento y cómo poco después los agentes del Servicio Secreto se abalanzaban para proteger a Trump, quien fue evacuado accidentadamente con sangre en una oreja.
“Nadie estaba preocupada por nosotras. Solo nos preocupaba él”, comentó Erin, que sin embargo vio también a otras víctimas del ataque, un hombre que “sangraba profusamente” y otra persona junto a él cubierta de sangre.
Lynne Piwowarczyk y su hija Dee Pinowarczyk-Gilmore también vivieron momentos de angustia. Lynne le dijo a la cadena KSDK que intentó echarse al suelo para protegerse, pero no pudo. “Había ya demasiada gente en el suelo. Había un caballero tendido a mi lado, una señora tendida al otro y no quedaba suelo para nosotras”, recordó.
Esta testigo relató que tras los disparos: “Fue todo muy caótico. Paró. Todo era silencio. Todos se levantaron para ver qué demonios estaba pasando. Pudimos ver cómo se llevaban a Trump y el Servicio Secreto nos empezó a gritar ‘¡al suelo! ¡al suelo!’”.
El expresidente Donald Trump es levanta el puño mientras los servicios de seguridad le llevan a un lugar seguro en Butler, Pensilvania
Donna Hutz era otra de las asistentes. Aseguró que “ni siquiera podía creer” lo que estaba pasando. Ella estaba en las gradas en las que se encontraban las dos víctimas del ataque. “Ellos estaba en lo alto, como en la octava fila; nosotros estábamos en la tercera”, recordó Hutz.
“Oímos las tres primeros pa, pa, pa y empezamos a pensar qué sucedía. Entonces mi hijo gritó y todo el mundo empezó a acuclillarse e intentar protegerse en el suelo. Había un espacio limitado y acabamos apiñados unos encima de otros”.
Cuando terminó, Hutz pudo mirar hacia arriba y ver a dos personas, un hombre y una mujer tendidos en el suelo y ensangrentados. “Un hombre puso una toalla sobre la cabeza del caballero que había sido alcanzado. La gente llamaba a gritos a las asistencias médicas”.
Hutz y quienes la rodeaban pronto supo que Trump estaba bien, pese a la herida sufrida en su oreja derecha, pero las noticias de las otras dos personas muertas y los heridos les llenaron de pesar.
Simpatizantes de Trump observan al expresidente Donald Trump tras el intento de asesinato en Butler, Pensilvania
El peor momento lo vivió cuando los agentes del Servicio Secreto envolvieron con sus cuerpos en el suelo al expresidente: “Esto fue puro miedo. Estábamos oyendo disparos y nos preguntábamos si había mas gente entre el auditorio que fuera a empezar a disparar”.
Era el segundo mitin del candidato republicano al que acudía Hutz, que ya asistió a uno de ellos en la campaña de 2016 y había llegado a este a primera hora de la mañana y esperado durante horas bajo el sol para asegurarse un lugar cercano a él. Tiene claro que va votar por él de nuevo, pero, según dijo, lo que tiene más presente ahora son las familias de los los partidarios de Trump muertos y heridos en el intento de magnicidio. “Sus familias estaban con ellos. Los vimos y son en lo primero en lo que pienso ahora”.