El Gobierno de Francia, liderado por el primer ministro Michel Barnier, está al borde del colapso debido a dos mociones de censura que están a punto de votarse en la Asamblea Nacional.
Estas mociones, presentadas por la alianza de izquierda La Francia Insumisa (LFI) y respaldadas por el partido de extrema derecha Agrupación Nacional (RN), surgen tras la decisión de Barnier de forzar la aprobación de un presupuesto mediante el artículo 49.3 de la Constitución, sin someterlo a votación parlamentaria.
El detonante de la crisis fue el proyecto de presupuesto para 2025, que incluye recortes en el gasto público y aumentos de impuestos por un valor total de 60.000 millones de euros, con el objetivo de reducir el déficit fiscal del 6,1 % al 5 % del PIB. Sin embargo, estas medidas no lograron el apoyo necesario en un Parlamento fragmentado, y Barnier recurrió al artículo 49.3, un mecanismo constitucional que permite aprobar leyes sin votación si no se deroga mediante una moción de censura.
Marine Le Pen, líder de Agrupación Nacional, justificó su apoyo a la moción de censura afirmando que “bloquear este presupuesto es la única manera que la Constitución nos da para proteger a los franceses de un presupuesto peligroso, injusto y punitivo“. Por su parte, Mathilde Panot, presidenta del grupo parlamentario de LFI, declaró que “esta es la última gota de un gobierno ilegítimo; la caída de Barnier es un hecho”.
Destinada a fracasar
La situación política actual se remonta a las elecciones legislativas de junio, convocadas por el presidente Emmanuel Macron tras perder su mayoría parlamentaria. El resultado dejó una Asamblea Nacional dividida en tres bloques principales: la izquierda, el centro y la extrema derecha, sin que ninguno alcanzara una mayoría suficiente para gobernar con estabilidad. Macron nombró a Barnier como primer ministro en septiembre con la esperanza de estabilizar el gobierno.
El uso del artículo 49.3 ha sido controvertido: demuestra que el Gobierno es incapaz de negociar y construir consensos. Barnier defendió su decisión alegando que “los franceses no nos perdonarán por poner los intereses partidistas por encima del futuro del país”. Sin embargo, esta medida ha sido vista por la oposición como una señal de debilidad y un desafío directo al Parlamento.
El Gobierno ha advertido sobre las consecuencias de una posible destitución. El ministro del Interior, Bruno Retailleau, afirmó que “derrocar al gobierno llevará a Francia y a los franceses a una situación insoportable”. Mientras tanto, el ministro de Presupuestos, Laurent Saint-Martin, señaló que el colapso del gobierno podría agravar el déficit fiscal y aumentar la inestabilidad económica.
Si Barnier es destituido, se convertiría en el primer gobierno en Francia en ser derrocado por una moción de censura desde 1962. En este caso, el presidente Macron tendría que nombrar un nuevo primer ministro, pero los analistas coinciden en que sería difícil encontrar una figura capaz de formar una mayoría en un Parlamento tan dividido. Las opciones incluyen un gobierno tecnocrático o un ejecutivo en funciones hasta nuevas elecciones, que no podrían convocarse antes de julio de 2025 debido a restricciones constitucionales.
Un problema para Francia
La posible caída del gobierno también plantea riesgos para Marine Le Pen, quien ha intentado posicionar a su partido como una alternativa estable. Aunque muchos de sus votantes apoyan la moción de censura, algunos sectores más moderados podrían verla como una acción desestabilizadora. Además, Le Pen enfrenta un juicio por presunto uso indebido de fondos europeos, que podría inhabilitarla para presentarse a las elecciones presidenciales de 2027.
Además, esta crisis política se produce en un contexto de tensa fragilidad en Europa, con Alemania también en proceso electoral y Estados Unidos a punto de ver a Donald Trump regresar a la Casa Blanca. Este panorama genera preocupaciones sobre la capacidad de liderazgo de Europa frente a desafíos internacionales como las guerras en Ucrania y Gaza.
El debate sobre las mociones de censura comenzará a las 16:00 horas, seguido de la votación aproximadamente tres horas después. En caso de que el gobierno sea censurado, el proyecto de presupuesto también será rechazado, lo que obligará a adoptar medidas de emergencia para prorrogar el gasto y los impuestos actuales.
Mientras tanto, el presidente Macron, quien se encuentra de visita en Arabia Saudí, regresará a Francia para afrontar lo que medios locales han descrito como un “momento de la verdad”. Según analistas, la inestabilidad política requerirá una atención presidencial total, lo que a su vez complica su capacidad para liderar en temas europeos e internacionales.