Es el día internacional de la niña y en España hay poco que celebrar. España, que lidera los rankings de países más visitados del mundo, con récord de turistas, se enfrenta a una cruda realidad: una crisis de pobreza infantil que la sitúa como el país con peores resultados de la Unión Europea. Con alrededor de dos millones de niños y niñas -un 28% de todos los menores- viviendo en hogares por debajo del umbral de la pobreza, la situación saca (o debería sacar) los colores al Gobierno español.
Las estadísticas dibujan un panorama desolador. La tasa de pobreza infantil en España, según datos de Unicef Innocenti, se sitúa en un 28%, significativamente superior a la media de la UE, que es del 24%. Esto se traduce en una realidad en la que uno de cada cuatro niños españoles se enfrenta a diario a la lucha por una alimentación insuficiente, una vivienda inadecuada y un acceso limitado a la educación y la sanidad. De acuerdo con el informe de Unicef que ha estudiado la pobreza infantil en los países desarrollados (la UE y la OCDE), España es el peor país de la UE (puesto 36) en la clasificación y sólo supera a Reino Unido, Turquía y Colombia (puesto 39).
“Efectos devastadores”
Susan B. Neuman, experta en pobreza infantil, y profesora de Educación Infantil y Alfabetización
Enseñanza y Aprendizaje en la Universidad de Nueva York, explica a Artículo14 que “los efectos de la pobreza pueden ser devastadores para el desarrollo de los niños”.
Neuman, que fue subsecretaria de Educación Primaria y Secundaria de Estados Unidos, indica que “puede afectar a su acceso a los recursos, a su sensación de seguridad y apego y a su capacidad general de aprendizaje”. Así, la experta añade que “la mejor estrategia en estas condiciones es proporcionar a los niños acceso a la educación y los cuidados tempranos, desde muy pronto. Disponer de centros con libros y materiales, y de adultos que ofrezcan muchas oportunidades para hablar y conversar, ayudará a los niños a encaminarse hacia la preparación para la escuela y los logros posteriores”.
La recesión y la pandemia
Los factores que contribuyen a esta crisis son complejos y polifacéticos. Uno de ellos es la prolongada recesión económica que sufrió España tras la crisis financiera de 2008. La tasa de desempleo del país, especialmente entre los jóvenes, se ha mantenido obstinadamente alta, dejando a muchas familias con dificultades para llegar a fin de mes. También la pandemia de coronavirus causó estragos que aún hoy sienten los más pequeños.
Sin embargo, el problema va más allá de las dificultades económicas. Las desigualdades sociales, como la generalización del empleo precario y los bajos salarios, agravan aún más el problema. Muchas familias dependen de empleos temporales e inseguros, lo que dificulta planificar el futuro y salir del círculo de la pobreza.
El impacto a largo plazo
Desde Unicef destacan que “esta situación no solo tiene implicaciones inmediatas en la calidad de vida de los niños y niñas, sino que también puede tener efectos a largo plazo en su salud, educación y futuro profesional“. Un impacto que va mucho más allá de las dificultades económicas durante su infancia. Con problemas en casa o con hambre, hay mayores riesgos de problemas de salud, bajo rendimiento escolar y exclusión social. Una espiral de la que será difícil salir en el futuro.
Y es que a pesar “de los esfuerzos realizados por diferentes organismos y entidades, la pobreza infantil continúa siendo un desafío importante en España, que requiere de una acción coordinada y eficaz por parte de la sociedad en su conjunto”, añaden desde Unicef.
Cabe recordar que los niños y niñas en situación de pobreza tienen más probabilidades de sufrir enfermedades crónicas y desnutrición, lo que provoca un retraso en su desarrollo físico y cognitivo. También tienen más probabilidades de abandonar la escuela, lo que limita sus posibilidades de acceder a la enseñanza superior y a un empleo digno. Asimismo, el estigma social y el aislamiento asociados a la pobreza pueden tener un profundo impacto en la salud mental y la autoestima de los niños.
Los indicadores de Unicef
Según los datos que maneja Unicef sobre la pobreza infantil (marzo 2024) en la población menor de 18 años en España, la tasa de riesgo de pobreza o exclusión social (indicador AROPE): es de un 34,5%; En riesgo de pobreza (renta año anterior a la entrevista): de un 28,9%; Con carencia material y social severa: 12,3%; Viviendo en hogares con baja intensidad en el trabajo (de 0 a 64 años): un 6,9%.
España es el sexto país de la UE respecto a las tasas de privación material y social severa, por detrás de Rumanía, Bulgaria y Hungría. Los que mejor están, Finlandia y Eslovenia, tienen una tasa por debajo del 2%. Desde Unicef destacan que la evolución de la privación material y social severa de personas menores de 18 años en el conjunto de la UE, desde 2015 (el primer dato disponible de este nuevo indicador) hasta 2021, ha sido en general positiva, pasando del 11,8 al 7,5% en la UE. La excepción son España y Suecia, con pequeños incrementos en ese periodo, pero partiendo de niveles de privación muy distintos. Suecia aumentó del 1,2 hasta el 1,7% y España del 10,5 al 10,8%.
Respecto a los problemas de vivienda (presencia de goteras, humedades en las paredes, ventanas en mal estado…) la tasa de niños y niñas que se encuentra en esta situación en España es del 21,3% (uno de cada cinco) y sitúa a España en la cuarta peor posición de Europa junto a Francia.
¿Qué es la privación material infantil?
El informe también recoge una dimensión de la privación de la carencia material especialmente diseñada para los niños, niñas y adolescentes (en este caso menores de 16 años): la privación material infantil. El cálculo está basado en un listado de 17 artículos, especialmente pensados desde el punto de vista de los derechos de la infancia. La carencia de tres o más de ellos se considera privación. En este caso España, con un 19,7% de niños y niñas que están en esta situación, se coloca en la sexta peor posición de la UE, lejos de los datos de Rumanía (42,5%) o Bulgaria, pero también de los países en mejor situación: Eslovenia, Estonia, Finlandia o Suecia, todos ellos por debajo del 4%.
Migrantes, más vulnerables
Desde Unicef también hacen hincapié en que en España, la tasa de pobreza infantil se dispara al 70% cuando los dos progenitores son extranjeros, casi el triple que la tasa cuando ambos son españoles (24%).
Hogares unifamiliares
El tipo de familia también es fundamental a la hora de definir la desigualdad en las tasas de pobreza infantil. En Europa, “un niño o niña en un hogar con un solo adulto (mayormente una mujer) sitúa a ese hogar con el triple de posibilidades de estar en riesgo de pobreza respecto a hogares con dos adultos”. Así, en nueve países de informe de Unicef (incluida Bélgica) esta diferencia puede elevarse hasta cinco veces. “Seis de estos países están entre los que mejores resultados alcanzan en la tabla clasificatoria, lo que demuestra que las tasas medias a veces esconden grandes diferencias. En cuanto a España, esta diferencia de pobreza entre hogares con uno y con dos adultos sería de algo más del doble”, concluye el informe sobre pobreza infantil en los países desarrollados.
¿Afecta más a niños o a niñas?
La experta Susan B. Neuman asevera que no conoce “ninguna investigación o prueba que demuestre que la pobreza afecta más a las niñas que a los niños”. Y es que “normalmente, las niñas son más adaptables y pueden adaptarse a circunstancias difíciles; los niños suelen responder mejor a las rutinas que las niñas. Esto sugiere que es probable que los niños sientan más que las niñas los trastornos causados por la pobreza”.