Elecciones

Escándalo en Reino Unido: la mujer del director de campaña ‘tory’, investigada por apuestas

Varias figuras del entorno del primer ministro están bajo la lupa del regulador por envites sobre la fecha electoral

Reino Unido
La diputada "tory" Laura Saunders en una foto de campaña laurasaunders.uk

¿Qué es lo primero que haría la esposa del director de campaña de un partido político cuando descubre, de manera confidencial, que va a haber un adelanto electoral que nadie prevé? En un contexto ordinario, la prudencia sugeriría mantener la discreción, pero hace tiempo que la lógica ha perdido vigencia en la debacle en la que ha derivado la frenética carrera de los conservadores británicos por evitar la aniquilación en las urnas. Solo este fenómeno puede explicar que Laura Sanders, no solo casada con el responsable de campaña tory, Tommy Lee, sino que ella misma también candidata al Parlamento, decidiese sacar partido del privilegio de saber antes que la mayoría que el primer ministro, Rishi Sunak, iba a sorprender convocando los comicios generales el 4 de julio.

Sanders, quien había trabajado para el partido desde 2015, habría hecho una apuesta formal sobre cuándo se celebrarían unas elecciones que en Reino Unido se esperaban, como pronto, en otoño. Según ha revelado la BBC, en la actualidad está siendo investigada por la Comisión de Apuestas, el regulador del sector del juego, junto a otras figuras destacadas del partido, entre ellas, su propio marido, o uno de los asesores parlamentarios de Sunak, que habrían tenido también la idea similar de ganar algo de dinero por su acceso a información confidencial.

¿Qué cantidad?

En el caso de Sanders, no ha trascendido cuándo habría promovido su apuesta, o por qué cantidad, si bien la corporación pública británica mantiene que su esposo también está bajo la lupa del regulador. De hecho, el miércoles, la misma jornada en que el escándalo de su mujer fue desvelado por la BBC, Tommy Lee abandonó la primera línea de campaña, con una baja voluntaria que llega en plena hecatombe de los conservadores en las encuestas y a apenas dos semanas para la cita electoral.

Sunak

Laura Saunders

La pareja compone la cara más visible de la polémica, pero no la única: ya la semana pasada trascendió que uno de los más estrechos colaboradores de Sunak, el diputado Craig Williams, había invertido 100 libras (unos 118 euros) en una apuesta sobre cuándo se celebrarían las generales, presentada tres días antes de que el primer ministro anunciase en una lluviosa comparecencia en Downing Street que, pese a las quinielas, los británicos tendrían que acudir a las urnas el 4 de julio. Y por si la saga no fuera suficiente, un agente de Policía, parte del equipo de seguridad de Sunak, también fue arrestado por alegaciones relacionadas con apuestas sobre la fechas de las elecciones.

Varapalo para Sunak

Resulta casi redundante destacar que emplear información interna, disponible para una minoría, para obtener una ventaja ilícita al promover una apuesta es delito, pero, dada la caída al vacío de los ‘tories’ tras 14 años en el Gobierno, lo de menos son las infracciones bajo la sección 42 de la Ley de Apuestas. El verdadero problema es político y llega en el peor momento para Sunak, que en los últimos días ha visto cómo algunos sondeos pronostican la peor derrota para los conservadores en tiempos modernos. En condiciones normales, que miembros del equipo del primer ministro intenten ganar dinero a costa de su privilegiado acceso haría mucho daño, pero ante la deriva actual, la controversia supone una amenaza mayor.

Sunak

El primer ministro británico, Rishi Sunak

Frente al cruce de declaraciones sobre previsiones fiscales, o enfrentamientos en materia de inmigración, escándalos como el de las apuestas tienen mayor potencial de llegar al ciudadano de a pie, incluso a aquellos que apenas prestan atención a la campaña electoral, dada la sencilla interpretación del caso. La eterna sospecha que sobrevuela a aquellos en el poder cobra sentido cuando hay evidencias de un empleo turbio de los privilegios que conlleva, y si algo ha marcado la política británica desde hace años ha sido una dramática desconfianza en la clase dirigente, desde el llamado ‘partygate‘, las fiestas organizadas en Downing Street durante el confinamiento, a la polémica del gasto de los diputados hace tres lustros.

Como agravante, el propio Sunak había entrado en el Número 10 con la promesa de liderar una administración con “integridad, profesionalidad y rendición de cuentas a todos los niveles”, precisamente debido a la consciencia de que sus predecesores, especialmente Boris Johnson, habían inspirado un profundo escepticismo entre los británicos. A dos semanas de las elecciones, la investigación de varios de sus colaboradores más estrechos por intentar obtener una ganancia rápida de información reservada amenaza con convertirse en la más funesta metáfora de la caducidad de los buenos propósitos en política.

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