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La sorpresa de octubre: la escalada bélica en Oriente Medio se cuela en la campaña de Estados Unidos

Trump trata de rentabilizar el ataque de Irán contra Israel, mientras Harris sigue con Biden la respuesta estadounidense

Joe Biden y Kamala Harris, durante una reunión con su equipo de seguridad nacional este martes en La Casa Blanca en Washington (EE.UU.). EFE/La Casa Blanca

Cuando la campaña electoral en Estados Unidos parecía haber entrado en un impás, la escalada bélica en Oriente Próximo vuelve a agitar las cosas. El martes, el lanzamiento de cerca de 200 misiles iraníes contra Israel reavivó a un Donald Trump que lleva semanas sin lograr marcar la agenda de la campaña y que trata de vender su firmeza contra Irán cuando era presidente como uno de los logros que arruinaron los demócratas.

Mientras, en Tel Aviv y otros lugares de Israel familias enteras corrían hacia los refugios antibombardeos y los sistemas de intercepción del ejército israelí se afanaban en interceptar los misiles enviados por Teherán, la campaña republicana lanzaba un comunicado sobre el “ataque del régimen terrorista iraní”.

Trump insistió en la idea que ha repetido muchas veces de que con él en la Casa Blanca, el régimen de los ayatolás “estaba totalmente bajo control”, “sin dinero” y “desesperado por llegar a un acuerdo”. En cambio, sostiene Trump, “los dos incompetentes” al frente de Estados Unidos (el presidente Joe Biden y su vicepresidenta y candidata demócrata Kamala Harris) “nos están llevando al borde de la tercera guerra mundial”.

La Casa Blanca informó de que Harris se encerró con Biden en la Situation Room, la sala del recinto presidencial donde se siguen las grandes crisis, desde donde ambos supervisaron la respuesta al ataque iraní, en la que las fuerzas estadounidenses en la región tomaron parte. En esa sala, junto con Biden y el resto del equipo de seguridad nacional de la Casa Blanca, Harris conoció los informes de la acción estadounidense. Biden ordenó al Pentágono que sus fuerzas en la región ayudaran a Israel a interceptar los misiles iraníes y eso fue lo que hicieron los destructores estadounidenses en aguas cercanas a Israel.

Por la tarde, cuando lo peor del bombardeo iraní sobre Israel había pasado, Harris emitió un comunicado felicitándose por la reacción de Estados Unidos. “Nuestras defensas conjuntas han sido efectivas y esta operación, así como la cooperación exitosa, salvó muchas vidas inocentes”. La vicepresidenta y candidata reafirmó que su “compromiso con la seguridad de Israel es inquebrantable” y describió a Irán como “una amenaza no solo para Israel sino para el personal estadounidense en la región”.

Harris tiene poco interés en que la lucha de Israel contra sus enemigos en Gaza, el Líbano e Irán se convierta en un tema central de la campaña. Cuando se le ha planteado la cuestión, como hizo Trump en el debate entre ambos, ha reafirmado su compromiso con la defensa de Israel pero también de la necesidad de un estado palestino.

Se trata de un tema incómodo para ella, teniendo en cuenta los muchos e influyentes judíos que viven en Estados Unidos, y que genera visiones enfrentadas entre diferentes sectores del electorado demócrata. Como pusieron de manifiesto las protestas estudiantiles de la primavera contra la intervención militar israelí en Gaza, muchos de los jóvenes de izquierda de Estados Unidos culpan a la Administración Biden de ser cómplice de lo que consideran crímenes de Israel contra los civiles palestinos, mientras que votantes judíos más conservadores consideran en cambio que Biden no apoya lo suficiente al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, en su lucha contra los “terroristas” enemigos del pueblo judío.

Trump trata de explotar el tema y repite la idea de que él era un presidente firme que logró que Estados Unidos fuera respetado en la escena internacional. Como presidente, retiró a Estados Unidos del acuerdo firmado con Teherán para librarle de las sanciones a cambio de permitir la supervisión internacional de su acuerdo nuclear. Según él, esto dejó a Teherán contra las cuerdas, pero Biden y Harris le han permitido recuperarse.

No está claro si Trump logrará colocar su mensaje entre el electorado y no pocos analistas señalan que en realidad la actual administración demócrata ha tenido que lidiar con problemas generados por la de Trump, como la caída de Afganistán de nuevo en manos de los talibanes.

También hay dudas de cómo de importante será para los votantes estadounidenses la escalada en Oriente Próximo. La historia indica que en el pasado lo ocurrido en esta región pueda tener grandes efectos en la política estadounidense por su impacto en el precio del petróleo, pero Estados Unidos ya no depende tanto de las importaciones y el precio del barril se sitúa ahora muy lejos de los máximos históricos. Si el precio del galón de gasolina no se dispara, es probable que lo que suceda en un lugar tan alejado del mundo no sea un factor decisivo en la elección presidencial de noviembre.