Cuando en la campaña electoral Donald Trump prometió que protegería a las mujeres “les guste o no”, a muchos observadores les resultó imposible no recordar el historial de palabras y obras machistas del hombre que está a punto de volver a la Casa Blanca en una de las resurrecciones políticas más memorables de las últimas décadas.
Trump es el único presidente de la historia de Estados Unidos que ha sido condenado. Lo fue penalmente por ocultar los pagos con los que intentó comprar el silencio de una actriz porno que sostiene que tuvo una relación extraconyugal con él y civilmente por abusar sexualmente de la periodista y escritora E. Jean Carroll en una tienda de ropa de Manhattan.
Un repaso a las frases de Trump
Pero, quizá tanto como su historial judicial, resulta elocuente un repaso a la hemeroteca con los comentarios sobre mujeres que ha vertido en su larga trayectoria primero como magnate inmobiliario y protagonista de las revistas de cotilleos y en los últimos años como dirigente político y presidente.
Imágenes de Donald Trump y Stormy Daniels durante el juicio
“Siento una atracción inmediata hacia las mujeres bonitas. Es como un imán. Empiezo a besarlas. Ni siquiera espero. Y cuando eres una estrella te dejan hacerlo. Puedes hacer lo que quieras, agarrarlas por el c…, lo que quieras”. La anterior es probablemente la cita más recordada y definitoria de cómo el nuevo presidente de Estados Unidos concibe a las mujeres. Lo dijo en una conversación privada en 2005 que fue captada por un micrófono abierto.
Sus comentarios reflejan un patrón que no ha abandonado en todos estos años: la visión de las mujeres sobre todo como objetos sexuales. Una visión que parece aplicar también a su propia hija Ivanka. “Tiene una figura muy bonita (…) si no fuera mi hija, posiblemente saldría con ella”, llegó a decir de ella en 2004, cuando era una veinteañera.
Ivanka Trump, la hija de Donald Trump
Mujeres sexualizadas
Otro ejemplo lo dio refiriéndose a la leyenda alemana del tenis Steffi Graf, de la que dijo en 2004: “Nunca llegas a la cara porque el cuerpo es tan bueno…”
Pareciera que el presidente no es capaz de abstraerse de lo sexual cuando se relaciona o cuando se refiere a las mujeres, y ha mostrado comprensión hacia otros varones con la misma tendencia. En 2013 se refirió al problema de la violencia sexual contra las mujeres en las Fuerzas Armadas: “26.000 agresiones sin denunciar en el Ejército; solo 238 condenas. ¿Qué esperaban los genios que pusieron a hombres y mujeres juntos?”.
Tono patriarcal
En ocasiones, Trump también ha mostrado un tono patriarcal hacia ellas, incluso con el objetivo de convencerlas de que le voten. “Las mujeres de los suburbios debéis amarme. Yo salvé vuestros suburbios”, dijo en un mitin. En la última campaña dijo: “Creo que os gusto a las mujeres porque soy vuestro protector; soy vuestro protector”.
Hillary Clinton abre los brazos en un mitin político (EFE)
Pero el autoproclamado “protector” no ha dudado en lanzar los ataques más bajos a las mujeres que se le han enfrentado en la arena política. Hillary Clinton, su rival demócratas en las elecciones de 2016, es una de las que ha tenido que soportar los comentarios más infumables. “Si Hillary Clinton no puede satisfacer a su marido, ¿qué le hace pensar que puede satisfacer a América?”, dijo de ella, recordando el amorío con una becaria de la Casa Blanca que supuso un escándalo nacional en la presidencia de su marido.
Contra las rivales políticas
A Nikki Haley, la moderada que le desafió en las últimas primarias republicanas, la llamó “cabeza de chorlito”. A la vicepresidenta Kamala Harris, “retrasada”. Sobre ella vertió algunos de sus comentarios más vitriólicos y que mejor parecen retratar la visión del expresidente. “La ponen a ella, a una mujer, y de algún modo resulta que lo está haciendo mejor que (Biden)”, dijo cuando ella lo reemplazó como candidato a la presidencia, sin que quedara muy claro si es que le sorprendía la capacidad de ella o si quería destacar la incompetencia que le atribuye a él comparándolo con una mujer.
Los candidatos y rivales Donald Trump y Kamala Harris en sus respectivos actos de campaña en Pensilvania
Pero aparentemente no son solo sus oponentes las que pueden verse amenazadas por Trump; también algunas de sus subordinadas han tenido que protegerse de ataques no solo verbales de este depredador sexual judicialmente acreditado. La que fue su secretaria de Prensa, Stephanie Grisham, reveló en un libro que Trump se encaprichó de una bella integrante de su equipo de comunicación e insistía en invitarla al avión presidencial. En una ocasión se quedó mirando fijamente su trasero y exclamó: “Miren ese c…”. Grisham, preocupada tomó medidas para evitar que Trump se quedara nunca a solas con ella.
Sin embargo, Trump parece tener una imagen de sí mismo radicalmente distinta de la que sugiere su historial y en 2016 proclamó. “Nadie tiene más respeto que las mujeres que yo”.