La migración venezolana es una de las más grandes del mundo. Aunque el país no está en guerra como Ucrania, Gaza o en naciones africanas, la grave crisis política, económica y social expulsó de su territorio a casi 8 millones de personas en el último lustro.
Aunque el chavismo le achaca a las sanciones de Estados Unidos casi todos los males que ha creado, la realidad es que la falta de oportunidades laborales, el deterioro de los servicios públicos y varios años de hiperinflación llevaron fuera del país a miles y miles de personas.
María Pérez en Chile
En Chile, la docente en Lengua y Literatura María Pérez llegó hace siete años. Se estableció con su familia y tiene sus documentos migratorios al día. Durante el lapso de inscripción y actualización de datos del padrón electoral para las presidenciales, que se cumplió con retrasos fuera de Venezuela, ella mintió en su trabajo para poder tomarse el tiempo de cambiar su centro de votación. En Venezuela, lo hacía en el barrio donde pasó su infancia y adolescencia, en el sur de la ciudad de Valencia, en el centro del país.
Fue una de las apenas 69.211 migrantes que podrá participar en las elecciones presidenciales de este domingo 28 de julio. Aunque organizaciones de temas electorales calculan que entre 3,5 y 5 millones de venezolanos que se encuentran en el exterior puedan sufragar, las trabas del CNE y las embajadas que controla el gobierno de Nicolás Maduro, impidieron una inscripción masiva de residentes fuera de Venezuela.
“Estoy feliz de ser parte de este proceso electoral, me siento bendecida y aunque no fue fácil hacer el cambio de residencia lo logré porque quería ser partícipe de estas elecciones que son decisivas y marcarán un cambio en Venezuela”, dijo a Artículo 14.
Ellas no podrán votar, pero mantienen la esperanza
Valeria Mora es una abogada que nació y vivió en Maturín, en la zona oriental de Venezuela, hasta hace siete años. Migró por la crisis y la persecución política. Fue miembro, en esa ciudad del estado Monagas, del partido del político en el exilio Leopoldo López. Pero se estableció en España desde 2017, justo en el periodo más crítico por la hiperinflación, la escasez de comida y por las protestas antigubernamentales que dejaron más de 100 personas fallecidas, en su mayoría jóvenes.
Ella acudió al consulado venezolano en la capital española para intentar cambiarse de residencia para poder votar. Sin embargo, ni las seis horas de cola para cumplir el proceso fueron suficientes. Al intentar registrarse le dijeron que tenía el padrón de residencia vencido y por eso no podían aceptar el cambio.
“Estuve 6 horas haciendo una cola en el consulado para cambiar la residencia y por no tener el padrón actualizado no me dejaron hacer el cambio, fue una impotencia muy grande, ver como ponían trabas a la mayoría de los que estábamos en la cola solo para no dejar cambiar la residencia”, contó Mora. Y añadió: “Me duele mi país y ver cómo el gobierno ha destruido la tierra que me vio nacer”.
Aunque no podrá sufragar como tampoco lo harán la mayoría de los venezolanos que viven en España, el país de Europa con la mayor cantidad de connacionales, espera que se produzca un cambio de gobierno.
Pérez coincide con ella desde Chile. Su voto será para sacar a Maduro y su gobierno del poder.
“Voy a votar porque creo que mi voto es importante y fundamental para que haya un cambio de gobierno en mi país, porque tengo esperanzas de que mi país sea libre de la tiranía en la que ha estado estos últimos 25 años. Porque sueño que mi familia que aún está en Venezuela cuente con una salud , educación y alimentación de calidad, que cesen los amedrentamientos a los trabajadores públicos, una Venezuela donde el sueldo sea digno y te permita cubrir con tus gastos básicos, disfrutar en familia y ahorrar”, explicó la docente desde Santiago de Chile.
Viajó de EEUU a Venezuela para sufragar
Cruz Guillermina Márquez vive hace ocho años en Orlando (Florida, EEUU). Después de ser editora en un medio de comunicación en Monagas se fue de Venezuela. A un país en el que solo sabía porque su único hijo había migrado 10 años antes. Sin conocer el idioma, pero esperanzada en un futuro diferente a sus 65 años.
Ella tiene residencia legal en ese país y aunque los venezolanos en EEUU, como ocurre en Ecuador, no podrán sufragar porque no hay relaciones diplomáticas con esos gobiernos, pensó en viajar a Venezuela para hacerlo, pero a última hora una sobrina enfermó en su región de origen y optó por ayudar a su familia con los gastos médicos.
“No voy poder hacerlo como todos los que están en Venezuela es un sentimiento de tristeza y dolor, pero con la esperanza de que los que puedan hacerlo acuden con fe y alegría, con las ganas de salir adelante y acabar con la pesadilla del chavismo”, pidió a las mujeres que sí podrán sufragar.
De vuelta sólo para intentar votar
Una médica venezolana que tiene 9 años en Houston (Texas, EEUU) y quien no dio su nombre por temor a represalias, aterrizó en Caracas el viernes 26 de julio y tomó un vuelo interno para ir a su ciudad natal a sufragar.
Decidió hacerlo porque espera se produzca un cambio que permita a millones de venezolanos reencontrarse con sus familias y porque haya un país en el que se pueda vivir con esperanza.
Tiene 34 años y dijo que “no quiero que cuando necesite un trámite tenga que ser por un contacto o pagar por una fecha cuando es un derecho. A votar para que podamos reencontrarnos como familia y sentirnos en paz aquí en nuestro país. Para que sirvan las entidades públicas y que sienta que llegue al país no desesperanzado. Vengo a votar para sentirme segura si decido regresar y que mis hijas (tiene dos) también se sientan seguras”.