¿Vicepresidenta?

Elise Stefanik, la republicana emergente que dejó la moderación para subirse al carro de Trump

La congresista por Nueva York es una de las mujeres que suenan como candidata a vicepresidenta de Trump

Stefanik

La congresista Elise Stefanik en una rueda de prensa tras reunirse con Trump Efe

Elise Stefanik lleva tiempo esforzándose en exhibir una total sintonía con Donald Trump. No es la única. A menos de un mes de la Convención Nacional en la que el Partido Republicano confirmará al expresidente como su candidato en las elecciones de noviembre, crece la expectación en torno a quién lo acompañará en la papeleta como candidato a la vicepresidencia.

A los nombres que llevan más tiempo sonando, como los del senador por Florida Marco Rubio; el de Ohio JD Vance; o el de Carolina del Sur Tim Scott, se suman los de algunas mujeres. La necesidad de ganar popularidad entre el electorado femenino, afectado por la restricción del acceso al aborto en el país provocado por las políticas republicanas y escándalos como el de su encuentro extraconyugal con una actriz porno, han llevado a muchos analistas a especular que Trump podría elegir a una mujer como su compañera de ‘ticket‘ electoral.

En todas las quinielas

Elise Stefanik, congresista por el Estado de Nueva York, nacida en Albany hace 39 años, es una de las que se ha colado en las apuestas junto a figuras como Nikki Haley, rival de Trump en las primarias; Kristi Noem, gobernadora de Dakota del Sur; o la demócrata arrepentida Tulsi Gabbard.

A medida que se acerca la Convención, tanto ellos como ellas intensifican su presencia pública y sus comentarios elogiosos hacia un magnate que se ha convertido en el incuestionable macho alfa de los conservadores estadounidenses. Stefanik no ha sido una excepción.

“Por supuesto, me honraría servir en cualquier puesto en una futura Administración Trump”, indicó en un acto de apoyo al expresidente republicano en New Hampshire.

Hija de un matrimonio dedicado a la distribución de madera contrachapada y egresada de Harvard, Stefanik se casó en 2017 con el gerente de relaciones públicas de una asociación de vendedores de armas con el que tiene un hijo.

Moderada en tiempos antes de Trump

Política precoz, con 30 años se convirtió en 2014 en la mujer más joven en ser elegida para el Congreso de Estados Unidos. En sus primeros pasos en la Cámara de Representantes hizo gala de una moderación y una posición centrada que la hicieron apreciada tanto por republicanos como por los demócratas. Stefanik era entonces una de las voces dentro del Partido Republicano que admitían la amenaza del cambio climático. Pero esos eran los tiempos en los que Trump aún no había irrumpido en la política estadounidense.

Ya con él en la Casa Blanca, Stefanik comenzó un viraje que la congració con él. Fue una de las más beligerantes opositoras al “impeachment” contra Trump iniciado por sus rivales demócratas en 2019. La apuesta le dio resultado. Liz Cheney, entonces líder de los republicanos en la Cámara de Representantes, se posicionó a favor del juicio político a Trump y sus propios compañeros de filas acabaron derribándola. Stefanik ocupó su lugar.

Desde entonces, su lealtad al líder ha sido pétrea. Cuando Trump se negó a reconocer la victoria de Biden en 2020 y se produjo el asalto al Capitolio de sus seguidores, Stefanik condenó la violencia de los manifestantes, pero le exoneró a él. También alimentó las teorías de la conspiración que impulsaban a los más ultras de los seguidores del expresidente derrotado al cuestionar la limpieza de la votación. Dijo que se habían depositado cientos de miles de votos de personas fallecidas o menores de edad y sembró dudas sobre el sistema de votación automático fabricado por la compañía Dominion.

Seguidora fiel

Su evolución la ha convertido en una de las más populares entre la base trumpista. “Estoy orgullosa de ser una de sus seguidoras más firmes”, proclamó recientemente Stefanik. Cuando apareció en el cuartel general de Trump tras imponerse este en las primarias de New Hampshire, uno de los presentes rompió en gritos de “VP”, por las siglas del cargo de vicepresidente.

Stefanik sueña ahora con tener responsabilidad si Trump reconquista la Casa Blanca. El candidato asegura que ya ha deshojado la margarita y tiene elegido a su compañero de candidatura. En enero le dijo a Fox News que ya sabía “quién iba a ser”, pero conociendo su carácter volátil nadie descarta que cambie de opinión antes de revelar su decisión. Ni siquiera él mismo.

Si sigue la tradición, Trump no dará el nombre de su candidato a vicepresidente hasta la Convención Nacional republicana del mes que viene en Milwaukee. Quienes mejor conocen al personaje aseguran que buscará alguien con un perfil que pueda ayudarle a ganar votos en los colectivos que le son menos afines antes que alguien con experiencia para un cargo tan importante como la vicepresidencia. Stefanik mantiene sus esperanzas.