Todos tuvieron que esperar a Italia para comenzar el recuento, que cerró sus urnas a las once de la noche del domingo, y esa es la primera metáfora de la noche. Giorgia Meloni consigue con Hermanos de Italia, según las primeras proyecciones, superar el 26%, dato que obtuvo en las generales de 2022 que la llevaron a Palazzo Chigi. La líder de extrema derecha mantiene su fuerza, sin desgastarse a pesar de casi dos años en el Gobierno italiano, algo insólito considerando la velocidad con la que la política italiana pulveriza a sus caras más visibles.
Meloni aguanta y ese es su valor en este momento de la legislatura para poder seguir, al menos, otros dos años más, ostentando un tiempo récord en Italia para un Gobierno. Ante el resultado de Emmanuel Macron, que ha generado el adelanto electoral, y de Olaf Scholz que queda magullado, Giorgia Meloni es la única líder que gobierna de un país grande de la UE que ha ganado las elecciones.
Detrás el Partido Democrático que superaría el 20%, una victoria para Elly Schlein en su primera gran prueba en las urnas desde que fue nombrada secretaria general del principal partido de la oposición, considerando que en 2019 obtuvieron el 22,7%. Es tercer partido el Movimiento Cinco Estrellas que rozaría el 11%. Forza Italia, socio de Meloni, llegaría a un 9,5% y la Liga de Salvini sobre el 8-9%, según estos primeros datos. En general, la coalición llegaría a un 44%, el dato en conjunto de la coalición de derechas de las pasadas elecciones generales.
De quinta fuerza a primera
Había una única certeza esta noche y era que Meloni mejoraría su dato en las elecciones europeas de 2019, donde aún era un partido residual de la oposición, aunque ya había obtenido un 6,4% siendo la quinta fuerza. Este voto europeo, cinco años después, es la entrada definitiva de la líder de Hermanos de Italia en la UE con un papel, que a juzgar por los primeros datos y en comparación con los otros grandes países europeos, será protagonista.
Giorgia Meloni consideraba estas elecciones europeas un plebiscito sobre su gestión en el Gobierno italiano que, en unos meses, cumplirá dos años. Un tiempo ya mayor de la media de un año y dos meses que suelen durar los efímeros gobiernos italianos. La líder ha repetido en más de una ocasión que este Ejecutivo y la mayoría de derecha seguirán todo lo que dure la legislatura. Una circunstancia favorecida por una oposición, PD y M5S, aún incapaz de establecer acuerdos de coalición concretos, lo que deja carretera libre para una líder, Giorgia Meloni, que mantiene su consenso y que ha conseguido demostrarlo en este voto europeo.
De hecho, su estrategia de presentarse como candidata en las cinco circunscripciones en las que se vota en Italia, aunque luego tenga que renunciar al escaño, y de haber pedido a la gente que la votase con su nombre de pila, “Giorgia”, demostraban su intención de convertir estos comicios en una pregunta directa a los italianos e italianas. La respuesta ha sido: “Sí, adelante”.
Se confirma lo que decidieron las urnas en las generales
El gran objetivo de la primera ministra italiana era que no cambiasen mucho los números con respecto a las generales de 2022. Ella no quería bajar del 26%, como dijo hace unos días en una entrevista al ‘Corriere della Sera’, y que los porcentajes de sus aliados, Forza Italia y la Liga de Salvini, no sufrieran mucho su gran éxito para mantener, de alguna forma, los equilibrios de una mayoría que, igual que en otros países, también en Italia, puede verse resentida por los resultados que arroja esta noche electoral.
Para ser más claros: era necesario que ambos partidos que gobiernan con Meloni no salieran demasiado dañados de estas elecciones para que resentimientos y fracturas internas no florecieran en un horizonte, de al menos otros dos años, que Meloni sueña en Palazzo Chigi. Lo importante para la líder era mantener el 44% en total que tuvo la derecha en las generales.
Pero los conflictos que pueden arrojar los números de esta noche están estrechamente relacionados con el capítulo de coaliciones y negociaciones que se abre este mismo lunes 10 de junio cuando Meloni tenga que decidir qué hacer en Europa con el poder que hoy le han dado las urnas. Ha sido cortejada por Ursula von der Leyen y por la líder de extrema derecha francesa Marine Le Pen, que le propuso unir los dos partidos de derecha radical en Europa, el de Meloni, los Conservadores, y el de la francesa, Identidad y Democracia.
Seguramente en las próximas horas otros muchos pensarán en la líder italiana. Meloni, con su espíritu especialmente hábil en política, ha estado muy atenta a no cerrarse puertas ni a descubrir sus cartas antes de tiempo.
Posición atlantista
Para ella es importante mantener el prestigio que se ha trabajado en Europa, donde se ha movido en modo constructivo y gracias a su posición atlantista. Su buen rollo con Ursula von der Leyen, con la que visitó en tres ocasiones el norte de África, le permitió cerrar acuerdos con países como Egipto y Túnez, fundamentales para defender su estrategia migratoria. Una estrategia basada en el apoyo de países terceros para la gestión de los flujos, a pesar de las críticas de muchas organizaciones internacionales que se ocupan de los derechos humanos.
Pero, al mismo tiempo, mantener el apoyo de su electorado pasa también por remarcar políticas ideológicas y abrazar a socios como VOX. Será interesante entender si esta doble cara internacional y nacional que ha trabajado durante más de año y medio refuerza su rol puente entre las derechas más centristas y las radicales en Europa. Meloni tendrá que elegir en qué parte estar, pero es posible que su estrategia siga siendo estar en todos lados. De hecho, como recordaba la prensa italiana en las últimas horas, precisamente por su capacidad para intermediar durante este tiempo con el líder húngaro algunos llegaron a llamarla “la mujer que susurraba a Orban”.
Cuando la líder de Hermanos de Italia se propuso dejar de criticar a Europa para empezar a cambiarla desde dentro pensaba, seguramente, en una noche electoral como esta. Más fuerte en Italia y más fuerte en Bruselas. Una estrategia que, en los próximos días, tendrá que conocerse de forma concreta y que será fundamental en el contexto de todas sus relaciones diplomáticas internacionales. Por ejemplo, su posicionamiento en Europa determinará también la posición que tendrá ante las inminentes elecciones americanas de este año, donde tendrá que decidir entre Biden y Trump, que Salvini ha dicho ya que apoya sin frenos.