El apartheid de la mujer en el siglo XXI

La prohibición de hablar en público a las afganas del régimen talibán vuelve a poner el foco en la persecución de las mujeres en el Islam más radical

El velo. Símbolo de opresión hacia la mujer, símbolo de elección religiosa, símbolo de debate permanente. El velo, que rasga una foto de dos mujeres y las aleja para siempre en dos realidades, en dos futuros antagónicos, en dos expectativas de vida que pueden desde encontrar similitudes hasta marcar un tiempo de progreso o de prácticas medievales.

Dejemos la literatura. Hablemos de hechos. En Afganistán, la ley talibán ha prohibido el sonido de la voz de las mujeres en los espacios públicos. Las mujeres no pueden hablar, no pueden mirar a un hombre que no sea su marido, no pueden cantar. En este mismo país, la pequeña Parwana Malik, de 9 años de edad, fue vendida por su familia a cambio de 2.000 dólares a un hombre de 55 años. Este caso es uno de tantos. Sólo en Irán, según recoge ACOM, en la primavera de 2021 un total de 9.753 niñas iraníes de 10 a 14 años han sido forzadas a contraer matrimonio. País en el que se asesinan a chicas jóvenes como  Mahsa Amani, detenida por la llamada Policía Moral, por un fallo “tan grave” como no llevar bien puesto el velo. Se puede tener más suerte y ser reprimida con latigazos por tal acto de delincuencia.

Más datos. En Somalia, África Oriental, los últimos datos de UNICEF recogen que en 2022, el 98% de las mujeres ha sido obligadas a someterse a la ablación del clítoris. Los datos son igual de escalofriantes en Egipto, con un 91%, o Sudán, con 88%.

También se puede hablar de “los crímenes por honor”, asesinatos a mujeres que han “mancillado” la reputación de la familia por negarse a casarse con el hombre escogido por la familia o con su violador. Sólo en Pakistán mueren 1.000 mujeres al año en manos de sus propias familias, un dato que podría ser mayor, ya que muchos casos no se denuncian. O prácticas que encubren un sistema de prostitución bajo el nombre de shigheh : un matrimonio temporal que puede durar simplemente horas.

Tras esta exposición, resulta chocante que voces que claman porque en las empresas se respeten las cuotas de paridad en las empresas no lo hagan también ante estas atrocidades. La ONU ha elegido a Arabia Saudí país para presidir el foro de igualdad, mientras mantiene el sistema de tutela masculina y encarcela mujeres simplemente por el hecho de expresar su opinión.

Las voces más feministas y críticas con el machismo occidental son más condescendientes, en cambio, con el mundo musulmán, convirtiendo el feminismo en un arma política. Las mujeres se convierten en ocasiones en víctimas de primera o segunda división en función del agresor. El conflicto bélico en Gaza es un ejemplo de ello. Independientemente de la opinión respecto a las posturas de ambos países, en los ataques terroristas perpetrados por Hamás el 7 de octubre, niñas y mujeres fueron violadas y mutiladas salvajemente antes de ser asesinadas. Este medio viajó a Tel Aviv y se entrevistó con la madre de Naama Levy, la joven israelí, paradójicamente a favor de la paz, cuyo secuestro fue exhibido cruelmente por los terroristas, mostrando una mancha en la parte posterior del pantalón que evidenciaba haber sido violada.  “El silencio de las feministas es muy ruidoso”, se desahogaba. “Me enfada mucho saber que hay movimiento Me too, denuncias, y para estas pobres adolescentes el silencio más absoluto. Les pido que alcen la voz muy alto porque mi Naama está secuestrada, callada, no puede hablar y necesita que seamos su voz”.

Desgarra la letra de las canciones que las heroínas afganas están publicando a través de las redes sociales, jugándose la vida. “Crees que mi voz es desnuda, pero cantaré el himno de la libertad”. “Pusiste el sello del silencio en mi boca hasta nuevo aviso”. “Me has encarcelado dentro de casa por el crimen de ser mujer”.

Este medio se ha puesto en contacto con un ex embajador español en Irán que prefiere mantenerse en el anonimato. “La situación en Irán no ha empeorado absolutamente nada”, afirma. “Esto es así porque es un tema estructural, es la misma visión desde que llegó la revolución islámica”, explica, quien además, es Doctor en Derecho Islámico. “La sharía es un sistema jurídico contemporáneo absolutamente”. A su juicio, uno de   los principales errores de aproximación es que la gente quiere diferenciar entre el Corán y las costumbres, la cultura,  “No es así. Esto es legislación positiva, es un régimen jurídico”. Para el diplomático, es el equivalente a nuestro derecho romano. “Es el tercer gran sistema jurídico”.

Considera que la estructura de sanciones con Europa ya existe, pero, en su opinión, es algo que en muchas ocasiones la consecuencia es que los dirigentes transmiten al pueblo que el opresor es occidente. “La revolución islámica tiene una serie de pilares. El principal de ellos es el es el Islam, y luego todos los demás que conforman su narrativa: el antiamericanismo, el antisionismo, etcétera. Si tocas uno de los pilares de la revolución, la revolución islámica como tal cae. Y la mujer es uno de ellos”. Se muestra muy escéptico con el futuro de las corrientes feministas, ya que son en ” clandestinidad, no hay en el momento que tú que tú sacas el piececito en tiesto, ya se encargan ellos de que lo metas de nuevo“. Por otro lado, para el diplomático Occidente ha perdido fuerza porque “Europa ya no es el continente que ilustra, los valores en Estados Unidos están en decadencia… ¿Somos más fuertes que China?” Otra cosa, a su juicio, es que el feminismo occidental desde algunos sectores genera un mensaje “inocherente”. “Disocian y presentan narrativas paralelas por una perspectiva política”.

Dentro de nuestras fronteras, la visión política de dos mujeres: Amanda Andrades, secretaria de feminismos de SUMAR, afirma que “deberían ponerse en marcha todos los mecanismos diplomáticos posibles para presionar al régimen talibán para que no viole los derechos humanos y asegurar vías legales y seguras para la protección del derecho al asilo”. Asegura que en su partido se oponen “a las imposiciones obligatorias sobre los cuerpos de las mujeres”, pero se niega a “reducir a las mujeres musulmanas y sus realidades, vivencias, intereses, aspiraciones, etcétera, a una prenda de ropa tal y como hacen tanto los integristas religiosos como los racistas y ultraderechistas”.

Por su parte, Ana Alós, vicesecretaria de Igualdad, Conciliación y Política Social del PP, condena abiertamente la situación de las mujeres en Afganistán. “Prohibir a las mujeres hablar en público es más que una simple orden, es una forma de violencia estructural que las reduce a la condición de objetos sin voz ni voto. Es un golpe directo contra su autonomía y su capacidad de participar en la sociedad”, afirma. “La comunidad internacional debe condenar enérgicamente estas políticas”. En su mensaje de apoyo a estas “heroínas”, lanza un mensaje de unión: “No pueden quedarse solas, nos necesitan a todos y todas para que su voz siempre sea escuchada”. Su voz, una voz única.

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