La política arancelaria de Donald Trump ha vuelto a generar incertidumbre en la economía global. El presidente de los Estados Unidos ha decidido posponer durante un mes la subida de tarifas a México y Canadá tras mantener “cordiales” conversaciones con Claudia Sheinbaum y Justin Trudeau. A cambio, ambos países han accedido a enviar 10.000 soldados a la frontera estadounidense con el fin de combatir el narcotráfico. Horas después del acuerdo, el gobierno mexicano anunció la detención de “El Ricky”, uno de los líderes del Cártel del Noreste. Esto se ha interpretado como un gesto de buena voluntad hacia Washington. Pero, entonces, ¿qué pasa con los aranceles de Trump?
Este cambio de rumbo deja en evidencia la estrategia que hay detrás de las amenazas arancelarias de Donald Trump. Su objetivo no es únicamente económico, sino también geopolítico. Lo que busca es imponer su voluntad sobre los países afectados, utilizando el comercio como herramienta de presión. De la misma forma que lo hace Vladimir Putin con la amenaza nuclear. En este escenario de los aranceles de Trump, la Unión Europea podría convertirse en los próximos objetivos de la Casa Blanca.
Trump y su nueva estrategia de presión económica
Desde hace décadas, Donald Trump ha insistido en que Estados Unidos está financiando a sus aliados sin recibir suficiente a cambio. Este discurso, que ha mantenido desde los años ochenta, ha sido clave en la construcción de su imagen como líder político. Ahora, con el regreso de su administración, está llevando esa retórica al extremo.
Al igual que ocurrió con México, Canadá y China, la Unión Europea se encuentra en la lista de futuros afectados por los aranceles de Trump. Aunque el impacto económico de estas medidas puede ser significativo, lo cierto es que la verdadera intención de la Casa Blanca va más allá del comercio. Trump pretende forzar a Europa a asumir una mayor inversión en gasto militar, incrementándolo hasta un 5% del PIB, un porcentaje que ni siquiera Estados Unidos cumple en la actualidad.
España, al igual que otros países europeos, se encuentra en una situación complicada. Por un lado, el gobierno debe proteger su economía frente a posibles sanciones comerciales. Por otro, la presión estadounidense para aumentar el gasto en defensa supone un dilema político. Solo Polonia y los estados bálticos parecen estar dispuestos a seguir las exigencias de Trump, mientras que otros países, incluido España, buscan alternativas para evitar una escalada de tensión con Washington.
España en la mira de los aranceles de Trump
El impacto de los aranceles de Trump en España dependerá de cómo se desarrolle la negociación con la Unión Europea. Si bien hasta ahora la estrategia de la Casa Blanca ha sido imponer medidas unilaterales, Europa podría adoptar una postura de resistencia para evitar ceder ante las exigencias estadounidenses.
Los sectores más expuestos en España serían la industria agroalimentaria, los productos manufacturados y la exportación de bienes de equipo. En caso de aplicarse los aranceles, empresas exportadoras de aceite de oliva, vinos y productos agrícolas podrían sufrir un impacto negativo. Además, la automoción y la industria química también se verían afectadas, lo que agravaría la situación económica en algunas regiones del país.
Sin embargo, la gran incógnita sigue siendo cuál es el verdadero objetivo de Trump con España. No se trata solo de una cuestión comercial, sino de un intento de reconfigurar el equilibrio de poder en la Unión Europea. Washington podría presionar a Madrid para que adopte una postura más alineada con sus intereses geopolíticos, especialmente en materia de seguridad y defensa.