La inmigración es el tema clave de la cumbre europea que se celebró en Bruselas, y el Gobierno español se pronunció claramente en contra de la creación de centros de acogida en terceros países, fuera de las fronteras de la Unión Europea, para trasladar a los inmigrantes que han entrado ilegalmente en su territorio.
La propuesta impulsada por el Gobierno italiano de Giorgia Meloni con la apertura de tales centros en Albania, y puesta ahora sobre la mesa por la propia Comisión Europea, cuenta con el apoyo de muchos Estados miembros.
Albania, aspirante a entrar en la UE
Albania aspira a ingresar en la Unión Europea y, al aceptar este compromiso con Italia, la idea es obtener apoyo para su proceso de adhesión a la UE. Existe una dimensión política y diplomática.
Demuestra que en estos acuerdos de externalización hay beneficios financieros y económicos, pero también políticos, con el apoyo de un país europeo solicitante a un tercer país que asume la gestión de asuntos de los que Europa ya no quiere ocuparse por sí misma.
El rechazo de Sánchez
Sin embargo, la propuesta no ha sido bien recibida por el Gobierno de Pedro Sánchez, que ya ha asegurado que la posición de España sigue implicando una aplicación humanitaria y solidaria del Pacto sobre Inmigración y Asilo en Europa.
Y ello a pesar de que España, una de las puertas de entrada de la inmigración a Europa, vive desde hace meses una crisis migratoria que ha obligado incluso a improvisar centros de acogida en hoteles de todo el país. De hecho, la inmigración se ha convertido en la primera preocupación de los españoles: uno de cada tres encuestados así lo confirma, mientras que hace sólo dos meses sólo era el cuarto asunto más importante para los españoles.
Crisis migratoria
La crisis migratoria que sacude Europa desde hace más de una década ha tenido un profundo efecto en el panorama político y social del continente. Desde la caída del régimen de Muamar Gadafi en Libia en 2011, los flujos migratorios procedentes de África han aumentado considerablemente. La desestabilización de este país, que antes actuaba como cerrojo de la ruta migratoria del Mediterráneo central, ha abierto el camino a las redes organizadas de contrabandistas. Esta situación ha provocado una afluencia masiva de migrantes a las costas europeas, principalmente en Italia y Grecia, poniendo a prueba los sistemas de acogida y asilo de la Unión Europea.
Un nuevo enfoque
Ante esta creciente presión migratoria, la UE trata de reforzar su política de gestión de los flujos y de retorno de los inmigrantes ilegales. Está surgiendo un nuevo enfoque, centrado en restringir la concesión de visados a los países que no cooperan.
La Unión Europea estudia ahora endurecer su política de visados frente a determinados países, sobre todo africanos, que no cooperan suficientemente en el retorno de sus nacionales en situación irregular. Esta estrategia pretende ejercer una presión diplomática sobre los gobiernos reticentes a readmitir a sus ciudadanos expulsados de Europa.
Marruecos y Argelia
Entre los países potencialmente afectados se encuentran algunos Estados del Magreb, como Marruecos y Argelia, que en ocasiones se han mostrado reacios a facilitar el retorno de sus nacionales. Estos países, históricamente vinculados a Europa por acuerdos de cooperación, se encuentran ahora en una posición delicada, entre el deseo de mantener buenas relaciones con la UE y presiones internas ligadas a dificultades económicas y sociales.
La Comisión Europea propone una legislación para «agilizar eficazmente el proceso de retorno». Este planteamiento incluye la introducción del reconocimiento mutuo de las decisiones de expulsión entre los Estados miembros, para evitar que los inmigrantes se aprovechen de las disparidades entre los sistemas nacionales para eludir los procedimientos de retorno.
Más allá de la mera restricción de visados, la UE trata de desarrollar un planteamiento más amplio e integrado de la gestión de los flujos migratorios. Esta estrategia implica reforzar las asociaciones con los países de origen y tránsito de los migrantes, sobre todo en el norte de África y el África subsahariana.
Acuerdos con Libia y Túnez
Ya se han firmado acuerdos con países como Libia y Túnez en un intento de frenar las salidas hacia Europa. Estas asociaciones, que combinan ayuda al desarrollo, formación de guardacostas y controles fronterizos más estrictos, han permitido reducir considerablemente las llegadas a través del Mediterráneo central. Sin embargo, este planteamiento también ha suscitado críticas, sobre todo en relación con las condiciones de detención de los inmigrantes en Libia.
La Unión Europea estudia ahora ampliar estas asociaciones a otros países, como Mauritania, para hacer frente al aumento de los flujos migratorios hacia España a través del Mediterráneo occidental y el Atlántico. Esta estrategia global pretende actuar en la fase previa a los flujos migratorios, atajando las causas profundas de la emigración en los países de origen.
El uso de la política de visados como herramienta de negociación diplomática no es nuevo, pero su aplicación a la gestión de la migración marca un punto de inflexión en las relaciones entre la UE y los países africanos. Este enfoque plantea interrogantes sobre el equilibrio entre la necesidad de controlar los flujos migratorios y el mantenimiento de las relaciones diplomáticas y económicas entre la UE y los países africanos.
Desde hace varios años, la migración es una cuestión electoral y política clave en Europa, sobre todo en los países donde la extrema derecha ha obtenido buenos resultados en las encuestas y donde las presiones migratorias del continente son mayores.