Las condiciones climáticas del verano, unido a la crisis humanitaria que viven grandes zonas del Sahel y los problemas estructurales del Magreb -además de los que presentan otras zonas de África y Oriente Medio— y al eficaz control de las autoridades de países como Marruecos o Túnez sobre sus costas han convertido en los últimos meses la fachada atlántica del continente -y, en estos momentos, de manera destacada, Mauritania— en el punto principal de partida de la emigración irregular con destino a la Unión Europea, cuya puerta de entrada es el archipiélago canario.
El protagonismo de la ruta atlántica no es, por otra parte, nuevo. La vía que parte de las costas del Sáhara Occidental, Mauritania o Senegal supone aproximadamente el 70% de los migrantes que entran en España de manera irregular. Por nacionalidades, los malienses -el país del Sahel vive días de zozobra política y una gravísima crisis humanitaria, el 30% de los niños menores de cinco años presenta desnutrición aguda, según la ONG Acción contra el Hambre– constituyen el primer país de origen. Les siguen los mauritanos, guineanos, mauritanos, senegaleses, burkineses y marroquíes.
La minoría de mujeres
Aunque una minoría respecto a los hombres, un porcentaje de entre el 5 y el 6% de quienes se aventuran desde las costas saharauis, senegalesas o mauritanas son mujeres. En algunos casos, mujeres embarazadas o con niños pequeños. No escapan estas mujeres del destino trágico del naufragio y la muerte.
La realidad es que la mayoría de las mujeres que se lo plantean en algún momento de sus vidas no pueden emigrar por causas diversas; empezando porque la migración está peor vista en sus países de origen. El machismo las condena a arrinconarlas en el hogar o a los matrimonios forzosos.
Cuando pueden escapar del machismo imperante y la violencia, a menudo estas mujeres africanas son víctimas de redes de tráfico de personas, que son las que se encargan de embarcarlas rumbo a Canarias. Matrimonios forzosos, violencia sexual, mutilación genital o violencia de género son algunas de las situaciones que viven estas mujeres en sus países.
La capacidad de acogida de Ceuta, colapsada
A pesar del férreo control de las autoridades marroquíes en el Estrecho y las costas del Sáhara Occidental, el verano está siendo testigo de un repunte de las llegadas de jóvenes -una parte nada desdeñable menores de edad no acompañados— a la ciudad autónoma de Ceuta. El perfil del emigrante que se lanza al mar para tratar de alcanzar la costa ceutí a través de la playa del Tarajal es mayoritariamente marroquí -más allá de la región de Tetuán, proceden de distintos puntos del país— y masculino.
Solo en el fin de semana del 10 al 12 de agosto más de 600 personas trataron de acceder a la ciudad autónoma. En lo que va de año, según datos del Ministerio del Interior que computan hasta el pasado 15 de agosto, las entradas en Ceuta se han incrementado en 2024 un 173,4% respecto al año anterior. El Gobierno de la ciudad autónoma reclama ayuda al Ejecutivo central, como también lo ha hecho el de Canarias, al haber superado ampliamente su capacidad de acogida.
A juzgar por la realidad socioeconómica marroquí -un reciente estudio del conocido como Arab Barometer -observatorio financiado por las universidades de Princetown y Michigan—arrojaba el dato de que más de un tercio de los marroquíes (un 35%) quiere emigrar, todo apunta a que la tendencia se mantendrá en los próximos tiempos.
Con todo, muchos son los interrogantes que explican el repentino y acusado repunte de llegadas de jóvenes a Ceuta. Sus historias son las de horizontes sin oportunidades laborales y familias que les animan a intentarlo. Y entornos que, dado el goteo incesante de emigración masculina, acaban viendo alterada su demografía y complicando su futuro a muchas jóvenes.
“Hay un repunte vinculado al verano en las diferentes rutas, incluida la de Ceuta, aunque globalmente no se esté en cifras de otros años, y uno nuevo, la activación de una ruta interna, que no se conocía, protagonizada por chicos procedentes de localidades marroquíes como El Yadida y Mohamedía [en la costa atlántica central] que tratan de entrar a nado a final de verano en la ciudad de Ceuta”, explica el consultor especializado en política migratoria José Carlos Cabrera Medina. “El hecho de que se están dando a la vez un repunte migratorio y tener mucha gente que no ha podido salir de los centros donde están tutelados ha saturado las capacidades de la ciudad de Ceuta”, concluye el especialista y profesor universitario.
Entretanto, las autoridades marroquíes se reivindicaban al asegurar haber impedido a otras 600 personas el acceso a suelo ceutí solo el jueves de la semana pasada y de haber puesto a decenas de jóvenes a disposición judicial. Es habitual que tras episodios de tentativas masivas de entrada como el de los últimos días las autoridades marroquíes practiquen traslados de jóvenes hasta lugares alejados del área fronteriza con Ceuta y el Estrecho situados en el sur de Marruecos como medida disuasoria y de castigo.
Un 66% más de llegadas
Globalmente, con datos del Ministerio del Interior desde el primero de enero y hasta el pasado 15 de agosto, las llegadas de migrantes de manera irregular por tierra y mar en el conjunto del territorio español -31.155 personas— han aumentado este año un 66% respecto al pasado.
En el actual contexto de crisis migratoria, está prevista para los días 27, 28 y 29 de agosto la visita del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a Mauritania, Senegal y Gambia. El Gobierno espera que la cooperación con las autoridades mauritanas -el país magrebí se ha convertido en el punto de partida principal de las rutas de la migración irregular— dé un resultado parecido al que ha tenido en los últimos años el trabajo conjunto con las senegalesas.
Según La Moncloa, el objetivo de la visita es reiterar la apuesta española por la ayuda a los países origen y tránsito de estos movimientos y fortalecer la cooperación que ayude a evitarlos. No es la primera vez que Sánchez visita Mauritania, pues el jefe del Gobierno estuvo en Nuakchot el pasado mes de febrero junto a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen. Juntos anunciaron una ayuda de más de 500 millones de euros, una parte de los cuales se espera se destinen a la lucha contra la migración irregular.
Mauritania acaba de reelegir al presidente Mohamed ould Ghazouani, que el pasado 1 de agosto volvió a jurar el cargo. El Gobierno espera mantener la interlocución con Nuakchot en medio del repunte migratorio. “En un contexto geopolítico y de inestabilidad en el Sahel, con posiciones antioccidentales en Mali, en Níger y en Burkina Faso, Mauritania ha jugado un rol de interlocutor y de socio fiable con el resto de vecinos y con la Unión Europea”, explicaba recientemente la profesora de Ciencias Políticas y especialista en política mauritana de la Universidad de Granada Raquel Ojeda.