Unión Europea

El rapapolvo de Von der Leyen a Orbán por su acercamiento a Rusia

La presidenta de la Comisión Europea se enfrentó al primer ministro húngaro durante la presentación de las prioridades de la presidencia Hungría del Consejo Europeo

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El primer ministro húngaro, Viktor Orban, observa a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, en el Parlamento Europeo, en Estrasburgo Efe

La presidencia de Hungría del Consejo Europeo, que va a durar hasta el 31 de diciembre de 2024, ha traído consigo tensiones y conflictos, porque Viktor Orbán, primer ministro húngaro, es el líder europeo que más se ha opuesto a las políticas de Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea.

El último de sus enfrentamientos ha tenido lugar este mismo miércoles en el Parlamento Europeo, en Estrasburgo. Durante su intervención, Von der Leyen criticó abiertamente a Orbán por su cercanía con Rusia, que muchos consideran como una forma de respaldo a las políticas de Vladimir Putin y su invasión a Ucrania. La intervención de Von der Leyen llega en un momento clave, justo antes de que los futuros comisarios europeos sean evaluados por el Parlamento; de esta manera, dejaba clara su posición respecto a Rusia de cara a los futuros comisarios.

Rifirrafe entre Von der Leyen y Orban

En su discurso, Von der Leyen cuestionó la postura de Orbán hacia la invasión rusa de Ucrania. “¿Acaso culparían a los húngaros por la invasión soviética de 1956? ¿O a los checos y eslovacos por la represión de 1968? ¿O a los lituanos por los eventos de 1991?”, preguntó retóricamente, en referencia a las intervenciones soviéticas en Europa del Este. Así destacaba la falta de coherencia en la postura de Orbán respecto a la invasión rusa de Ucrania.

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El primer ministro húngaro, Viktor Orban, en el Parlamento Europeo en Estrasburgo

Orbán, que no se esperaba el tono directo de las críticas, se defendió diciendo que no había querido destacar sus diferencias con la presidenta de la Comisión debido a que, como titular de la presidencia rotativa del Consejo de la UE, su prioridad es representar a Europa, no subrayar divisiones internas. Pero sigue manteniendo su posición crítica hacia la estrategia de la UE de apoyo a Ucrania, que calificó de “mal planificada y mal ejecutada”, y defendió la necesidad de reanudar las comunicaciones con el Kremlin.

Más críticas directas

Von der Leyen también atacó a Orbán en lo económico: destacó que, mientras el resto de la UE busca fortalecer el mercado único, el gobierno húngaro se está dirigiendo “en la dirección opuesta”, apartándose de la integración europea. La presidenta acusó a Hungría de discriminar a las empresas europeas al imponerles impuestos adicionales, lo que, según ella, genera incertidumbre y socava la confianza de los inversores. Pero Orbán defendió su postura afirmando que la UE debía enfocarse en aumentar la competitividad, citando la necesidad de reducir los costos energéticos y adoptar una política industrial más robusta.

Lógicamente, el tema de la inmigración también fue uno de los puntos álgidos del debate. Orbán, que es conocido por su estricta política antiinmigración, defendió que Hungría era uno de los pocos países que realmente protegen las fronteras de la UE de la inmigración irregular. Pero Von der Leyen respondió duramente, señalando que las autoridades húngaras liberaron el año anterior a traficantes y contrabandistas condenados antes de que cumplieran sus penas, lo que, según ella, minaba los esfuerzos de la UE por combatir el crimen organizado.

Riesgo para la seguridad de la UE

Otro tema controvertido fue la decisión de Hungría de permitir la presencia de policías chinos en su territorio y de flexibilizar los requisitos de visado para los ciudadanos rusos. Von der Leyen calificó esta situación como un “riesgo para la seguridad” de la UE, denunciando que abre la puerta a la interferencia extranjera. “No es defender la soberanía de Europa, es una puerta trasera para la interferencia extranjera“, afirmó.

Y en el ámbito energético, von der Leyen defendió la política de la Comisión de reducir la dependencia de la UE de los combustibles fósiles rusos, y lamentó que Hungría busque vías alternativas para seguir comprando petróleo y gas ruso. Orbán, que sí reconoció los riesgos de la dependencia energética, insistió en que la prioridad debía ser construir infraestructuras de gas natural licuado (GNL) para garantizar el suministro energético a precios competitivos.

Pero a pesar de sus críticas, la presidenta cerró su discurso con un mensaje conciliador hacia el pueblo húngaro, recordando que la UE y Hungría forman parte de una misma familia europea. “Diez millones de húngaros son diez millones de buenas razones para seguir construyendo nuestro futuro juntos”, concluyó.

Un mandatario incomprendido

La intervención de Orbán fue recibida con críticas de varios eurodiputados, que lo acusan de estar socavando los valores democráticos europeos. Algunos calificaron al primer ministro húngaro de “dictador” y lo compararon con figuras como Hitler y Mussolini. Orbán también fue criticado por su postura respecto a la crisis climática, al haber cuestionado la efectividad del Pacto Verde Europeo y subrayado que, incluso si se cumplían los objetivos de energía renovable, el uso de combustibles fósiles seguiría siendo necesario.

En su presentación de las prioridades de la presidencia húngara del Consejo de Europa, Orbán aprovechó para cargar nuevamente contra la inmigración.

“La inmigración lleva a un aumento de la violencia contra las mujeres, la homofobia y el antisemitismo”, afirmó, añadiendo que el sistema de asilo de la UE no funciona y que es fundamental crear centros de detención fuera de las fronteras europeas para controlar el flujo migratorio. No está solo: varios países como Austria y Países Bajos respaldan su postura, por lo que se llevó tanto aplausos como abucheos en el Parlamento.

La dureza de su discurso en materia migratoria dejó en segundo plano sus comentarios iniciales sobre los problemas económicos de la UE, donde Orbán destacó que la transición verde no debería comprometer aún más la productividad europea.

“No pensemos que por sí sola la transición verde va a resolver los problemas de competitividad”, afirmó, instando a que la descarbonización no destruya empleos en Europa.