La primera ministra italiana, Giorgia Meloni, presentó hace más de un año su plan estrella para frenar la crisis migratoria. El proyecto, compartido con el primer ministro albanés, Edi Rama, consistía en la construcción de centros de detención para los solicitantes de asilo en Albania. Meloni lo describió como “un acuerdo histórico y totalmente innovador” que podía servir como un modelo de colaboración “entre países de la Unión Europea y extracomunitarios en la gestión de flujos migratorios”. Pero más de un año después, tras haber desembolsado 67,5 millones de euros, el plan se encuentra atrapado en una maraña judicial.
“Parecía una ciudad fantasma”, traslada al digital Politico la copresidenta de Volt Europe, Francesca Romana D’Antuono, que visitó el centro de detención de Gjadër a finales de noviembre. “Pero luego, cuando entramos, había bastante policía. La cuestión es que no hacen nada en todo el día, porque realmente no hay nada que hacer”, señala.
En octubre, llegaron a los centros de detención albaneses los primeros 16 inmigrantes, procedentes de Bangladesh y Egipto. Duraron siete días. Todos fueron devueltos a Italia después de que los jueces de inmigración del Tribunal de Roma desestimaran el plan. La judicatura consideró que era ilegal retener en Albania a las personas interceptadas en el mar por parte de la guardia costera italiana antes de repatriarlas.
El mismo recorrido siguieron los otros siete migrantes que llegaron a los centros de Albania con unas semanas de diferencia. En total, solo 24 solicitantes de asilo fueron enviados al país balcánico. Y ninguno permanece allí. Cinco estuvieron menos de 12 horas en un centro de detención, mientras que el resto aguantó poco más de 48 horas.
Resort de lujo pagado por el Gobierno
La hoja de ruta inicial contemplaba que, antes de llegar a Gjadër, un pueblo de montaña del interior, los solicitantes de asilo debían pasar por cuestiones logísticas por el centro de Shëngjin, un conocido destino turístico en la costa albanesa. Por allí ya no quedan migrantes, pero sí policías italianos.
Según los testimonios de los habitantes, los carabineros pasan los días en el complejo de cinco estrellas Rafaelo Resort. Lo saben, entre otras cosas, porque sus coches están aparcados en la entrada. Además, varios periodistas albaneses del canal Piranjat TV que se hicieron pasar por turistas grabaron con cámara oculta a un grupo de policías italianos en el centro de Shëngjin.
En la cinta, emitida en televisión, los agentes admitieron pasar la mayor parte del tiempo en la sauna del hotel. “Solo estamos nosotros aquí. Nos pagan por hacer de turistas: desayuno, cena y sauna, todo gratis; paga el Gobierno italiano”, decía uno de ellos.
Mientras tanto, el centro de Gjadër estaba repleto de perros callejeros que habían sido adoptados por los 15 funcionarios de prisiones italianos que quedaban desplegados. “Los funcionarios de prisiones han atendido las necesidades de los perros con amor y paciencia, asegurándoles comida, agua, atención médica diaria y, sobre todo, un entorno seguro y afectuoso”, informaba con sorna el diario albanés Domani.
Plan millonario y choque judicial
El Ejecutivo de Meloni desembolsó el pasado abril 65 millones de euros para la construcción de los centros de Gjadër y Shëngjin, y otros 2,5 millones para gastos del personal. Según los términos del acuerdo con Tirana, el Gobierno italiano pagará unos 680 millones de euros en los próximos cinco años en el mantenimiento y funcionamiento de los centros.
“Los centros para inmigrantes de Albania funcionarán, aunque tenga que pasar allí todas las noches desde ahora hasta el final del gobierno italiano”, reaccionó airada Meloni, que acusó a los jueces de no respetar la voluntad popular. La primera ministra, sin embargo, ha decidido enterrar el hacha de guerra a la espera del pronunciamiento del Tribunal de Justicia de la UE, que llegará en los próximos meses. En función al fallo, que dirimirá si el hecho de procesar a los inmigrantes en un tercer país se ajusta a la legislación europea, la líder de ultraderecha decidirá si continuar o no con el plan.
Desde la inauguración del proyecto en octubre, Meloni solo ha recibido elogios por parte de otros líderes europeos. La presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen, dijo que se trataba de una “solución innovadora” para resolver la crisis migratoria, mientras que el primer ministro británico, el laborista Keir Starmer, viajó hasta Roma para mostrar “gran interés” en el proyecto.
En cambio, la oposición no encajó de la misma forma el plan. “¿Por qué tenemos que tirar así el dinero de los italianos? ¿Por qué dejar a las fuerzas del orden de vacaciones en Albania cuando necesitamos personal en nuestras ciudades?”, se preguntó en sede parlamentaria Matteo Renzi, ex primer ministro y líder del centrista Italia Viva. “El acuerdo migratorio con Albania es una de las mayores farsas de nuestra historia. Costó mil millones de euros, y está sirviendo de refugio para perros”.