Venezuela

María Corina Machado siempre tiene un “Plan B” para Venezuela

El régimen ha querido darle un susto para luego dejarla ir y así no reforzar su ya mítico perfil. Pero Machado no se amilana e insiste en que “es hora de hacer lo que sea necesario”

La líder opositora venezolana, Maria Corina Machado, visita la Basílica Menor Nuestra señora de Coromoto, en el marco de la campaña presidencial, este miércoles, en Guanare. EFE/ Miguel Gutiérrez

El 10 de enero en Venezuela fue, como se pensaba, un día del todo excepcional. Pero no en el sentido previsto, temido o deseado. No hubo carros blindados en las calles, héroes inesperados, víctimas gimientes ni cambios espectaculares en lo alto del poder. En vez de eso, y como muchos habían pronosticado, Nicolás Maduro se juramentó ante la Asamblea Nacional presidida por su socio y operador, Jorge Rodríguez.

Lo inusitado vino porque, en vez de los sobresaltados anticipados, lo que se cernió sobre Caracas no fue cenizas ni zangolotear de aspas, sino un gran silencio. Muy raro en la capital caribeña, en una jornada de proclamación de un nuevo periodo presidencial y de comienzos de año.

La líder antichavista María Corina Machado durante su intervención en las protestas del jueves

La reserva incluyó también a la oposición democrática, triunfadora en las elecciones presidenciales del 28-J y siempre diligente en el posicionamiento de mensajes y líneas políticas. Tras un día de mutismo, Vente Venezuela, el partido de la líder opositora María Corina Machado (MCM), anunció que esta se dirigiría al país a través de sus redes, a las 14 horas (hora local). Pero el momento llegó y la siempre puntual, estricta y meticulosa Machado no dio señales de vida. Las especulaciones, ya candentes, llegaron a un hervor.

¿Será que va a aparecer con el presidente Edmundo González Urrutia, escoltados por el elenco de expresidentes hispanoamericanos? ¿Será que…?

Pasadas las 15:00, y después de informar acerca de las dificultades con su conexión a Internet, Machado divulgó un vídeo grabado, “un registro para nuestra historia de la libertad de Venezuela”. Llevaba los habituales camiseta blanca, sobrio maquillaje y peinado de colegiala. Proyectaba, o eso se proponía, una imagen apolínea y controlada, y así lo percibieron muchos periodistas que comentaron en chats de colegas haber visto una portavoz “clara, lúcida y determinada, con un mensaje coherente y bien jerarquizado”, pero no faltó quien percibiera trazas de inquietud, como un fondo revuelto bajo la lisa superficie de una laguna.

“Conoció el terror”

Marianella Salazar, leyenda del periodismo venezolano y personalidad mediática respetada por tirios y troyanos, en cambio, la vio muy afectada. “Creo que conoció el terror. No tengo claro cómo se fue desde Boleíta [zona este de Caracas] hasta su sitio de resguardo. Me da la impresión de que está muy amenazada. Me preocupa lo que pudo pasarle… No lo veo claro. Estoy consciente de que ella se pasó la mañana del viernes 10 en constantes reuniones no solo con el presidente González, sino con muchos líderes mundiales, pero lo que le noté no es agotamiento, es terror. Uno la conoce, no solo por las redes. Esta es la primera vez que la he sentido aterrorizada. Algo terrible vivió qué no lo está contando… y, para colmo, su más íntimo entorno no responde más que con monosílabos”.

Efectivamente, el tramo que Machado dedicó al secuestro del que fue víctima el jueves 9, cuando intentaba salir del área de la manifestación, fue breve e impreciso. Quedaron muchas lagunas, incidencias no explicadas, como el vídeo que circuló poco después del rapto y sobre el que pesaron sospechas de falsedad y de que había sido hecho con inteligencia artificial. Ha sorprendido que una persona de su talante y valentía haya cedido a la orden de grabar un vídeo. ¿Fue más que una orden? Tampoco quedó claro qué pasó en esas “horas” que tardó entre su liberación y el regreso al refugio donde está escondida. ¿Cómo se trasladó? Cuántas horas fueron. Tampoco se ha explicado por qué fue liberada, una decisión a contravía de las muchas veces que el propio Maduro aseguró que a Machado la esperaba un calabozo. “La información que tengo de mi mejor fuente”, dice la periodista Ibéyise Pacheco, “es que quien dictamina su detención es Diosdado Cabello y que Maduro ordenó su liberación”.

Pero también es posible que el régimen haya querido darle darle un susto -esperemos que no haya pasado de esto- y luego la haya dejado ir para no reforzar su ya mítico perfil. “Creo que la liberaron en una decisión muy fría”, dice una analista que prefiere no revelar su identidad, “similar a la que se adoptó en tiempos de Guaidó, cuando se decidió derretir a Guaidó, evaporarlo, dejar morir su figura. Ese es el plan con Machado, dejar que el tiempo la vaya minando hasta trocar el fervor popular que en este momento convoca en un gran desafecto. Por ahí pasó Guaidó”.

Es posible que ella no haya querido dedicar demasiado espacio a su propia experiencia de pesadilla y haya preferido enfatizar en lo que considera de pertinencia nacional, como las detenciones perpetradas por el régimen en buena parte del país y, desde luego, lo atinente a la situación política. De allí que haya comenzado su charla con un saludo de reconocimiento a los “centenares de miles de venezolanos” que con tanta valentía atendieron su llamado a manifestarse. “Ese río crecido tricolor es lo más poderoso que he visto en mi vida y me llena de orgullo porque, a pesar del despliegue de una fuerza represiva brutal, derrotamos el miedo”.

Aún cuando en la mañana de ese día, Maduro se había juramentado sin más jefes de Estado que los de Cuba, Nicaragua y alguna pequeña isla, Machado fue firme al asegurar: “No tengan duda, esto se acabó”. Así como al advertir que “es hora de hacer lo necesario…”, una exhortación abierta a muchas lecturas, pero sin duda apunta a que no va a cejar en su empeño de dirigir la lucha del pueblo venezolano para conseguir su libertad.

“A la democracia se llega en zigzag. Seguimos”, escribió en la red X la dirigente política Paola de Alemán, quizá como pie de página de ese “hacer lo que sea necesario”, que a esta hora resulta enigmático y no poco inquietante.

Porque lo que sí está claro es que Machado, aún adolorida por el violento aporreo al que fue sometida mientras la cambiaban de motocicleta, siempre tiene un “plan B”, “otro C” y cabe sospechar que algunos más. ¿Qué se trae? Nadie lo sabe. Nadie, salvo ella y algún par más. Ese es otro aspecto notable del liderazgo y proceder de María Corina Machado, nunca hasta ahora ha habido filtraciones de sus estrategias e iniciativas. En su torno lo que se levanta es una muralla de lealtades y cuadros tan perfeccionistas como ella.