El Sínodo de los Obispos, la reunión de jerarquías eclesiásticas que tiene como reto decidir el futuro de la Iglesia, se ha vuelto a dar cita en este mes de octubre de 2024, pero el proceso de debate no se cerrará hasta primavera del año próximo.
Esta convocatoria, que comenzó en otoño de 2023, fue desde el primer momento innovadora. Se introdujo, de forma insólita, el voto femenino y se comenzó a afrontar el debate del rol de las mujeres en el catolicismo. Pero la complejidad de esta cuestión, que enfrenta las luchas feministas de muchos sectores eclesiásticos de mujeres a siglos de inmovilismo, parece encontrarse estancada. El documento final ha establecido que “no hay razones que impidan a las mujeres asumir roles de liderazgo en la Iglesia”, pero la clave estará en saber en qué se concreta esa frase, aún abierta.
La igualdad en la Iglesia
De hecho, durante este mes de octubre, el Pontífice argentino pidió explícitamente a los participantes del camino sinodal, como obispos, monjas, laicos y expertos, que no se centrasen en el tema del diaconado femenino. El diaconado femenino es la mayor reivindicación por la igualdad dentro de la Iglesia y supondría que ellas también pudiesen acceder al paso previo a que un cura sea ordenado sacerdote y permitiría, entre otras muchas tareas, celebrar la palabra. El cardenal Víctor Manuel Fernández, prefecto del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, y una de las personas de mayor confianza de Bergoglio, ha hablado de este tema en una rueda de prensa reciente. “Sabemos que el Santo Padre ha expresado que, en este momento, la cuestión del diaconado femenino no está madura y ha pedido que no nos entretengamos ahora en esta posibilidad”, añadió.
Faltan pasos previos
Según ha dicho el cardenal Fernández el interés de Papa es que se trabaje, sin embargo, “sobre el rol de las mujeres en la Iglesia” pidiendo a su dicasterio que explore la posibilidad de desarrollo sin la ordenación sagrada. “Apresurarse pidiendo la ordenación de las diaconisas no es hoy la respuesta más importante para promover a las mujeres”, ha añadido este purpurado, porque “no resuelve la cuestión de las mujeres en la Iglesia” ya que considera que faltan pasos previos. Fernández concluía sus declaraciones pidiendo la ayuda de las mujeres que son jefas de una comunidad religiosa católica y que desarrollan posiciones de autoridad para trabajar juntos.
Estas declaraciones que se produjeron durante octubre encajan a la perfección con la imprecisión del documento final del Sínodo publicado en los últimos días, que insta a seguir debatiendo la cuestión y pospone una decisión más amplia a la próxima primavera. Pero este impás aumenta la decepción de algunos sectores de la Iglesia, que habían puesto en este camino sinodal todas sus esperanzas. El ambiente es de polémica y descontento porque, como ha ocurrido a menudo en su papado, Francisco ha reflejado con este tema un acelerón y el sucesivo frenazo seco. Por ejemplo en 2016 anunció la creación de una Comisión de Estudio sobre el diaconado para las mujeres, renovada en 2020, y ahora cierra puertas a través de las palabras de uno de los cardenales de mayor confianza. Muchos interpretan que él mismo ha encendido un fuego que ahora pretende apagar.
Aclarar la postura
En esa comisión confía uno de los cardenales más influyentes en este momento, el arzobispo de Kinshasa Fridolin Ambongo Besungu, que ha dicho que se están estudiando profundamente todas las cuestiones “para aclararlas”, según ha publicado la revista ‘Vida Nueva’. Pero, al mismo tiempo, en un briefing de hace pocos días en el contexto del Sínodo, dijo que “la Iglesia en África y yo, personalmente, no nos oponemos a la posibilidad de estudiar el diaconado femenino, de considerar esta apertura a tener mujeres diáconos”. Ambongo forma parte del famoso C9, el Consejo de los nueve cardenales con más poder en la Iglesia que aconsejan al Papa.
Su frase permite ofrecer claridad sobre un punto fundamental para entender hacia dónde se dirige este debate en la Iglesia: los números. En la actualidad la cantidad de creyentes de la Iglesia católica crece solo en el denominado sur global. Los datos demuestran que especialmente desde 2022 el número de bautizados crece especialmente en África. Allí muchas religiosas ya realizan muchas más labores de las que exige su rol, igualando o incluso superando la importancia de un sacerdote. Esas mujeres son cruciales para el desarrollo religioso y social de algunas comunidades y parte de sus reivindicaciones se centran en hacer ver en Roma que ellas ya se hacen cargo de muchos aspectos porque no hay suficientes sacerdotes o porque atienden, simplemente, las necesidades de las parroquias en las que se encuentran.
“Hija, esposa y madre”
Con los años, el Papa ha reiterado una idea de la mujer que representa el lado materno de la Iglesia. Dijo en : “La Iglesia necesita esto, porque la Iglesia es mujer: hija, esposa y madre, ¿y quién más que la mujer puede revelar su rostro?”. Pero la gran reivindicación de las mujeres que luchan desde dentro se centra en un reconocimiento que no se base en su papel de cuidado y acompañamiento, sino que las incluya también en el poder decisional y administrativo, al igual que el que tiene un sacerdote.
De hecho, hace solo unos días un grupo de mujeres que pertenecen a la Asociación Internacional de las Mujeres Sacerdotes Católicas Romanas (ARCWP) decidieron, de forma simbólica, ordenarse como curas a pocos kilómetros del Vaticano. El lugar es bastante insólito, sobre un local flotante del Tíber convertido en una especie de Iglesia, donde una “obispa” ha ordenado a tres “sacerdotisas” y tres “diaconisas” católicas, según ha relatado el vaticanista del diario italiano ‘Repubblica’ Iacopo Scaramuzzi. Una ceremonia sin valor canónico, pero que sirve para provocar un debate que parece bloqueado en este momento por el propio Papa Francisco a pesar de los pasos dados en los últimos meses.
¿Cuáles son sus reivindicaciones?
Kate McElwee es directora ejecutiva de la asociación Women’s Ordination Conference, que intenta aunar las voces de las mujeres que luchan por la ordenación femenina y por la igualdad dentro de la Iglesia. “Las mujeres, también la Iglesia, han sido silenciadas durante generaciones. Nuestro rol es hacerlas sentirse acogidas para que puedan elevar sus voces”, explica a Artículo14. Este es un debate aún abierto por completo, pero la decepción para este grupo de mujeres es que los nombramientos de algunas en altos rangos de la jerarquía eclesiástica durante esta década de papado de Bergoglio son excepciones y que el propio Vaticano ha querido retirar este tema de las discusiones del Sínodo, un lugar fundamental para decidir el futuro de la Iglesia. “Creo que Francisco está bloqueado con este tema y esto nos entristece”, añade.
“Ellas quieren ser seres humanos con plenos derechos en la Iglesia, como lo son los hombres. Queremos que el bautismo se convierta, de verdad, en la prueba de la igualdad entre hombres y mujeres. Muchas, aunque no deseen ser ordenadas sacerdotisas, entienden que este es un debate que la Iglesia tiene que afrontar para recobrar su credibilidad”, añade McElwee. Y, según dicen los números, para garantizar su supervivencia.