Durante esta semana los muros vaticanos han retumbado en más de una ocasión debido a las declaraciones que el Papa Francisco habría realizado en ambientes reservados y a puerta cerrada. La primera, la desafortunada frase en la que pedía a los obispos que no acogiesen en los seminarios a sacerdotes homosexuales porque ya había demasiado “mariconeo”. Una declaración que terminó en todos los periódicos del mundo y por la cual, menos de 24 horas después, la Santa Sede tuvo que emitir un comunicado pidiendo perdón y asegurando que las intenciones no eran las de realizar un comentario “homófobo”.
Solo tres días después, salta a la prensa italiana otro polémico comentario del Papa Francisco que habría dicho que “il chiacchiericcio”, los cotilleos, “son cosa de mujeres”.
Comentario a puerta cerrada
Un comentario realizado ante jóvenes sacerdotes y en un ambiente coloquial. También en esta ocasión las palabras se han conocido por una filtración, debido a que el encuentro era a puertas cerradas. El Papa Francisco añadió, además, que los hombres “son los que llevan los pantalones, somos nosotros los que tenemos que decir las cosas”.
El Pontífice realizó estas declaraciones hablándole a los curas de una situación de corrupción que le preocupa en la Diócesis de Roma y animándolos a ser transparentes, siendo la primera vez que Bergoglio habla así directamente de comportamientos corruptos. Insistía, además, en que en las parroquias y en las congregaciones hace falta evitar criticar porque lo importante es hablar claro cuando toca.
Las polémicas declaraciones, que ahora han replicado la mayor parte de los periódicos italianos, pero sin firma de los vaticanistas, proviene, inicialmente de un medio conservador especialmente crítico con el Papa Francisco, llamado “Silere non possum“. La noticia, ha llegado en un momento de especial atención a los comentarios del Papa tras el comentario sobre los gays en los seminarios, lo cual ha encendido de inmediato los reflectores sobre el tema.
Ambos comentarios han desconcertado enormemente a la opinión pública y chocan con una mayor apertura demostrada durante estos 11 años de papado por parte de Bergoglio. De hecho, en el caso de los homosexuales, hace poco abrió la posibilidad de bendecir a las parejas del mismo sexo y, al inicio de su pontificado, se hizo célebre aquella famosa frase: “¿Quién soy yo para juzgar a un gay?”. En el caso de las mujeres, igualmente, ha dado la oportunidad a varias en cargos de alto rango en el Estado Vaticano y ha abierto el debate sobre el diaconado femenino, a pesar de que recientemente en una entrevista se haya inesperadamente cerrado la puerta.
Otras salidas de tono
En otras ocasiones ha tenido ya algunas salidas de tono como cuando le pidió a un grupo de monjas que no hicieran las “zitellone”, que literalmente significa “solteronas”, pero que también hace referencia a una actitud ligeramente despreciable de una persona que se dedica a habladurías y, en este caso también, a chismorreos.
También en diciembre de 2019 alejó a una creyente china que quería acercarse a él y le había apretado la mano tirando al Pontífice hacia ella. Francisco, para liberarse, le dio algunos golpes en la mano. Tuvo que pedir perdón al día siguiente diciendo: “A veces todos perdemos la paciencia. Yo también. Pido perdón por el terrible ejemplo de ayer”.
Por el momento, sobre estas segundas filtraciones, la Santa Sede no ha comunicado nada. Queda, sin embargo, el sabor amargo de una semana especialmente polémica para el papa Francisco.