En un contexto de condiciones duras y leyes represivas que no dejan espacio para la libertad, las mujeres afganas se enfrentan a una realidad sombría bajo el gobierno talibán. Este movimiento extremista busca silenciar a las mujeres y despojarlas de sus derechos fundamentales. Desde el regreso al poder de los talibanes, se han promulgado nuevas leyes que restringen las libertades de las mujeres de una manera sin precedentes. Se ha prohibido que las mujeres canten o incluso hablen en público. Estas leyes son solo una parte de una campaña más amplia cuyo objetivo es borrar la presencia de las mujeres en el ámbito público.
El decreto sobre “la promoción de la virtud y la prevención del vicio”, redactado por el Ministerio de Promoción de la Virtud y Prevención del Vicio, emitido por el Ministerio de Justicia, y aprobado por Hibatullah Akhundzada, líder de los talibanes en Afganistán, ha suscitado reacciones tanto a nivel local como internacional. La normativa prohíbe a las mujeres mostrar sus voces y rostros en público, según las leyes aprobadas por el líder supremo de los talibanes, como parte de los esfuerzos por imponer dicha doctrina. Los talibanes crearon el Ministerio de Promoción de la Virtud y Prevención del Vicio tras hacerse con el poder en 2021.
Ministros de Exteriores y políticos de la mayoría de los países europeos y de la ONU han condenado esta ley, afirmando que “restringe la libertad de las mujeres y las priva de sus derechos y su voz, lo que lleva a la opresión de la mujer en la sociedad afgana”. Hasta el momento, no ha habido ninguna reacción de los países islámicos ni de los vecinos de Afganistán.
El ministerio publicó esta ley, que consta de 35 artículos, en el boletín oficial. Es el primer anuncio oficial de la aplicación de la Sharía (ley islámica) en Afganistán desde que los talibanes tomaron el poder en el verano de 2021, siendo la implementación de la sharía parte central de su política.
Según el artículo 13 de la nueva ley, es obligatorio que las mujeres cubran completamente su cuerpo en público, incluido el rostro, para evitar el “deseo”. Además, se prohíben las prendas finas, ajustadas o cortas, y las mujeres no pueden mirar a los hombres. El artículo 19 impone la prohibición de que las mujeres toquen instrumentos musicales, y se les impide moverse solas sin la compañía de un miembro de su familia. Asimismo, se prohíbe la mezcla de hombres y mujeres no emparentados en cualquier lugar público.
Muchos activistas por los derechos humanos han expresado su preocupación por las nuevas restricciones impuestas a las libertades, aunque han destacado algunos aspectos positivos de la ley, como la prohibición del “bacha bazi”, un abuso sexual dirigido a niños y jóvenes. El régimen talibán ha asegurado en varias declaraciones que esta ley es la primera firmada por el líder del movimiento, y que todos sus artículos se han extraído de la jurisprudencia islámica hanafí. Además, han declarado que la ley “se basa en las normas islámicas, y quien la critique está cuestionando la religión. No se aplicará por la fuerza, sino que se abordará con suavidad, y nadie tiene derecho a oponerse a ella”.
Cabe destacar que, desde que los talibanes tomaron el poder, Afganistán ha visto un gran éxodo de mujeres, superando los 3,1 millones de desplazadas en 2023. Bajo estas políticas represivas, las niñas mayores de 12 años han sido privadas de educación, lo que ha provocado que más de un millón de niñas abandonen la escuela, según un informe de la UNESCO. Afganistán es el único país en el mundo que prohíbe la educación secundaria y universitaria a las mujeres, limitando su educación a los 12 años.
Además, muchas mujeres se han visto obligadas a dejar sus trabajos, mientras que el matrimonio forzado se ha extendido sin ninguna protección legal para las víctimas. Las mujeres afganas ya no pueden trabajar, estudiar ni siquiera moverse libremente, lo que refuerza su aislamiento de la sociedad.
En Artículo14 entrevistamos a la periodista y activista afgana Khadija Amin, exiliada en España tras la toma del poder por parte de los talibanes. Nos habla sobre la reciente legislación y su impacto en los derechos de las mujeres afganas: “Lo que ocurre en Afganistán es terrible, una violación continua de los derechos de las mujeres, y el mundo no hace nada. Cada día hay menos noticias sobre Afganistán, y la comunidad internacional no ha podido detener a los talibanes ni cortar el apoyo que reciben. Como afgana, me preocupa lo que está pasando, y no puedo aceptar ni imaginar cómo puede ser tan malo para las mujeres. Es un ataque a todos sus derechos. Las mujeres han sido excluidas de la sociedad, como si no existieran. La situación actual es dolorosa y desesperanzadora para ellas, no tienen ningún futuro”.
Las restricciones impuestas por los talibanes no se detienen ahí: las mujeres ni siquiera pueden mirar por las ventanas de sus casas, ya que están obligadas a cubrirlas con materiales opacos para evitar ser vistas desde fuera. También se les prohíbe aparecer en fotos o vídeos, y no se permite la publicación de sus imágenes en revistas o libros. Como si no existieran.
Una activista feminista afgana, que prefirió no revelar su nombre por temor a represalias ya que reside en Kabul, nos dice: “El objetivo de esta ley es la eliminación sistemática de las mujeres en el país, y la policía de la moralidad está autorizada a interpretarla y aplicarla como considere adecuado, ya sea mediante arrestos o castigos. No entiendo la enemistad con la mujer afgana”. Y añade: “La dedicación del artículo 13 al velo de la mujer, que exige cubrir su rostro, voz y cuerpo para evitar la tentación, tendrá graves consecuencias para las mujeres, mientras que el artículo 14 se centra en los hombres. Los talibanes tienen el derecho de interrogar a quienes no cumplan con la ley, incluidos los extranjeros que viven en Afganistán. Esta ley se aplicará sin excepciones ni misericordia, y las principales víctimas serán las mujeres afganas, que han sufrido mucho durante décadas de ocupación, pobreza y guerra”. Cuando le preguntamos si planeaba salir de Afganistán como muchas otras mujeres, nos responde: “Nunca quise abandonar el país, quería ayudar a cambiar la situación y apoyar los derechos de las mujeres, pero hoy me siento triste y pesimista sobre el futuro. Creo que quizás yo y otras podamos escapar de esta realidad injusta, pero ¿qué pasará con aquellas que se quedan? Sus vidas, su futuro y su educación están en peligro… No hay seguridad para las mujeres aquí”.
En este momento crucial, las mujeres afganas afrontan una realidad insoportable, donde sus derechos son pisoteados y su humanidad negada. Mientras la comunidad internacional mira hacia otro lado, los talibanes continúan imponiendo leyes opresivas que silencian y anulan a las mujeres. Aquella mujer afgana, emblema de resistencia y coraje, ha sido reducida a una sombra bajo un régimen que no reconoce ni su existencia ni su derecho a vivir. Es imperativo que el mundo despierte y actúe con urgencia para frenar estas atrocidades, antes de que el último rayo de esperanza en una vida digna se apague definitivamente para ellas.