Elon Musk, el excéntrico multimillonario dueño de Tesla, SpaceX y X, y consejero superior del presidente de EEUU Donald Trump, ha vuelto a estar en el ojo del huracán tras su última intervención en la política estadounidense. Musk, conocido tanto por sus innovaciones tecnológicas como por sus opiniones polémicas, ha protagonizado un nuevo episodio que pone en cuestión los límites de la influencia del dinero en la democracia.
En esta ocasión, Musk ha entrado de lleno en la elección al Tribunal Supremo de Wisconsin, considerada clave para el futuro de la política estatal y nacional. En un mitin en Green Bay, el magnate entregó dos cheques de un millón de dólares a votantes seleccionados al azar y prometió $20 a cada persona que reclutara a un nuevo votante antes del 1 de abril, fecha en la que se celebrará la elección.
La elección judicial más cara de la historia
El enfrentamiento entre el conservador Brad Schimel y la liberal Susan Crawford determinará la orientación del Tribunal Supremo de Wisconsin, una institución clave para temas como el derecho al aborto, los derechos laborales y la distribución del poder político en el estado. La contienda ya se había convertido en la elección judicial más cara de la historia de EEUU, superando los 81 millones de dólares en gastos de campaña. Con la entrada de Musk en escena, la cifra sigue creciendo.
“El futuro de la civilización está en juego”, afirmó Musk durante su discurso, vistiendo el característico sombrero de queso de los seguidores del equipo de fútbol americano Green Bay Packers.

¿Compra de votos o activismo político?
El fiscal general demócrata de Wisconsin, Josh Kaul, presentó una demanda para detener los pagos de Musk, argumentando que violan las leyes estatales que prohíben ofrecer incentivos financieros a cambio de votos. Sin embargo, la Corte Suprema de Wisconsin rechazó el intento de bloqueo, permitiendo que Musk siguiera adelante con su iniciativa.
As a Greenbay Packer fan I loved seeing Elon Musk in a cheese head!
Go Pack Go!
— 🇺🇸 Ryan 🇺🇸 (@Ryan_In_Mi) March 31, 2025
Dos tribunales inferiores ya habían desestimado las impugnaciones presentadas por el demócrata Josh Kaul, quien sostiene que la iniciativa de Musk infringe una norma estatal. “La legislación de Wisconsin prohíbe proporcionar algo de valor con el fin de incentivar a alguien a votar”, expuso Kaul en su escrito legal. “Eso es, precisamente, lo que ha hecho Elon Musk”.
Por su parte, los representantes legales del magnate argumentaron ante el tribunal que su cliente estaba ejerciendo su derecho a la libertad de expresión mediante estos sorteos y que cualquier intento de restringirlo supondría una violación tanto de la Constitución de Wisconsin como de la de Estados Unidos. Los pagos “tienen como objetivo generar un movimiento de base en oposición a los jueces activistas, no a abogar expresamente a favor o en contra de algún candidato”, alegaron los abogados de Musk.
It's awesome that Elon Musk sported a Green Bay Packers inspired cheesehead hat as he took the stage in Wisconsin to discuss the state's Supreme Court election happening on Tuesday.
pic.twitter.com/d7O6fqdYEy— Charles R Downs (@TheCharlesDowns) March 31, 2025
No es el primer intento de Musk
Para sus críticos, este episodio es solo otro ejemplo del creciente papel del dinero en la política estadounidense, donde magnates como Musk pueden influir en decisiones fundamentales. Para sus seguidores, en cambio, se trata de un acto legítimo de activismo político y una respuesta a lo que consideran el dominio de las élites progresistas en el sistema judicial.
Este no es el primer intento de Musk de influir en la política. Desde que adquirió X, ha convertido la plataforma en un bastión para la derecha estadounidense, promoviendo narrativas que van desde el escepticismo sobre el cambio climático hasta la resistencia contra la cultura de la cancelación.
— Elon Musk (@elonmusk) March 31, 2025
Su apoyo al presidente estadounidense Donald Trump y su insistencia en la necesidad de una “revolución contra el establishment” lo han convertido en una figura central de la política contemporánea, a pesar de no haber ocupado nunca un cargo público.