El Congreso de Estados Unidos celebró este viernes su sesión inaugural con una nueva composición tras las elecciones de noviembre en las que Donald Trump reconquistó la Casa Blanca. El Capitolio de Washington se llenó de nuevo de los congresistas que acudieron a tomar parte en el arranque de las actividades de la Cámara de Representantes y el Senado.
La gran novedad es que los republicanos tendrán la mayoría en ambas cámaras por primera vez desde 2019, lo que a priori debería facilitar a Trump impulsar su agenda. Sin embargo, los legisladores conservadores ya han dado muestras de su tendencia a la división y de lo difícil que es ponerlos de acuerdo, lo que puede poner al nuevo presidente en más de un aprieto.
Hace pocas semanas, los congresistas apuraron hasta el último minuto antes de llegar a un acuerdo para evitar el cierre de la Administración federal e hicieron falta hasta quince votaciones para que pudieran elegir a un líder en la Cámara de Representantes. Una de las primeras peticiones de Trump, la de elevar el techo de endeudamiento del gobierno choca directamente con las exigencias de contención presupuestaria que muchos legisladores republicanos llevan años planteando. Ese podría ser el primer escollo, pero hay otros. Los elegidos por Trump para formar su gobierno tendrán que pasar el examen del Senado y algunos senadores ya han adelantado su rechazo a Pete Hegseth, el elegido por Trump como secretario de Defensa.
La unidad republicana se puso a prueba en primer lugar con la elección del portavoz de la Cámara de Representantes. Mike Johnson logró revalidar el cargo, pese a que la mayoría republicana es muy exigua, 219 congresistas por 215 demócratas. Su candidatura superó el rechazo que suscita entre los republicanos más conservadores.
Trump aspira a aprobar medidas de impacto sobre inmigración y recortes fiscales con los que apuntalar su popularidad en los primeros meses de su mandato y eso se puede complicar por las desavenencias de los legisladores. El propio Johnson ha advertido que forjar entendimientos en la diversa y montaraz bancada republicana “costará mucho trabajo”.
En el Senado, los republicanos tendrán ahora 53 escaños por los 47 demócratas, que perdieron en las elecciones de noviembre la mayoría con la que contaban. Esta cámara al menos sí sabe ya quién la encabezará. Los republicanos eligieron como su líder a John Thune, una de las pocas caras amables que quedan en el partido y que enfrentará el reto de moderar las pretensiones de Trump para que puedan ser aprobadas sin enfurecer al presidente.
El Senado vivió una jornada más plácida y ceremonial en su sesión inaugural del viernes. Los senadores prestaron juramento ante la vicepresidenta Kamala Harris, que reapareció tras las vacaciones alejada de los focos con las que intentó digerir su derrota en las urnas frente a Trump.
El ascenso republicano en el nuevo Congreso coincide con el retroceso de la presencia femenina. El que se inaugura este viernes tendrá 150 congresistas repartidas entre ambas cámaras, dos menos que las 152 que tenía hasta ahora. El descenso se debe principalmente al aumento del predominio masculino en el bando republicano. Las republicanas en la Cámara de Representantes se reducen a 31 y se mantienen en nueve en el Senado, una reducida presencia que contrasta con el cada vez mayor peso de las mujeres entre los demócratas.
Quienes quieren ver el vaso medio lleno subrayan que las 152 congresistas de 2024 supusieron un máximo histórico que tras las elecciones de noviembre solo se reducido mínimamente y que hay más mujeres gobernadoras en los estados y en las legislaturas estatales. Pero ellas siguen siendo menos de un cuarto de los congresistas, lo que ilustra que las instituciones más poderosas de la nación, (la presidencia, el Congreso y el Tribunal Supremo) siguen acaparadas por los hombres. “Cualquier caída debería ponernos en alerta cuando las mujeres están tan infrarrepresentadas”, advirtió Kelly Dittmar, directora de Investigación del Centro para las Mujeres Estadounidenses y la Política de la Universidad Rutgers.