Intento de magnicidio

El ‘mea culpa’ de la jefa de los Servicios Secretos de Estados Unidos

Kimberly Cheatle asegura que el intento de magnicidio a Trump "fue inaceptable" y que "la responsabilidad última recae en mí". Mientras, el FBI sigue sin hallar la motivación que llevó a Thomas Crooks a llevar a cabo su atentado

Kimberly
La jefa de los Servicios Secretos de Estados Unidos, Kimberly Cheatle Efe

Aumentan las críticas a los Servicios Secretos de Estados Unidos tras el intento de atentado contra el expresidente Donald Trump en Pensilvania. Varios medios han recabado llamadas de simpatizantes del republicano avisando a la Policía local de que había alguien en el tejado cercano al escenario donde se esperaba al magante.

Algunos testigos aseguran que avisaron a los agentes 30 minutos antes de que el expresidente comenzara a hablar ante los suyos en Butler.

Las pistas que dejó Thomas Matthew Crooks

El día anterior, Thomas Matthew Crooks, de 20 años, estuvo en club de tiro, del que era miembro, practicando su precisión. Al mismo sábado, por la mañana se compró una escalera en un Home Depot y 50 rondas de munición en una tienda de armas. Después partió en su Hyundai Sonata hasta Butler. Condujo una hora hacia el norte y aparcó su coche cerca del lugar del acto de campaña de Trump. En su coche llevaba un artefacto explosivo improvisado, según varios investigadores han contado a los medios.

Sacó su escalera del coche y la llevó al edificio. La usó para subir al tejado y encaramarse. Al más puro estilo francotirador, esperó quieto, concentrado en su misión, hasta tener a Trump en la mirilla. Mientras, varios testigos advertían a la Policía de su presencia. Algunos hasta le grabaron. Crooks iba vestido de camuflaje militar, en tonalidad gris y portaba un AR-15. El estadounidense de 20 años estaba a apenas unos 150 metros del atril del magnate. ¿Qué falló?

Cheatle, responsable

Al preguntarle a la directora de los Servicios Secretos, Kimberly Cheatle, a este respecto, ha asegurado a la cadena ABC que “la responsabilidad última recae en mí”. En el programa Good Morning America, Cheatle admitió que “soy la directora del Servicio Secreto. [El atentado] fue inaceptable y es algo que no debería volver a suceder”.

La jefa de los Servicios Secretos contó que Crooks sí había sido “identificado como una posible sospecha de amenaza”. Es más, “las unidades comenzaron a responder para buscar a ese individuo. Desafortunadamente, con la rapidez con que se dieron las cosas, cuando finalmente lo localizaron ya estaban en la azotea y pudo disparar contra el expresidente“, reconoció. El joven de Pensilvania llegó a disparar ocho tiros.

Polémica por el perímetro de seguridad

Según recoge Efe, el Servicio Secreto ha afirmado que la seguridad del edificio desde donde se disparó era responsabilidad de las autoridades locales. Es decir, el edificio se encontraba fuera del perímetro de seguridad del Servicio Secreto y era responsabilidad de la Policía local. En la misma línea, Cheatle indicó que eran las autoridades locales las encargadas de asegurar el edificio y confirmó que la Policía local estaba dentro mientras Crooks se hallaba en el tejado.

La directora de los Servicios Secretos añadió que el tejado en el que se colocó Crooks estaba inclinado, lo que dificultó su vigilancia. Con todo, manifestó que no va a dimitir como reclaman desde el Partido Republicano.

La motivación de Crooks

En cuanto a la motivación de Crooks, aún sigue siendo un misterio. Las autoridades ya han interrogado a unos 100 testigos del suceso.

Atentado

Una agente frente a la casa en la que vivía Thomas Matthew Crooks, Bethel Park, Pensilvania

Tres días después de que el joven cometiera uno de los actos de violencia política que más han conmocionado a Estados Unidos en los últimos 50 años, ni los investigadores ni sus conocidos saben por qué lo hizo. La motivación sigue en el aire. Si bien Crooks estaba registrado como republicano, sus padres aseguran que no tenía inclinaciones políticas fuertes. Lo cierto es que Crooks, por su juventud, aún no había ejercido su derecho a voto en unas elecciones presidenciales.

Asimismo, el FBI ha analizado su teléfono móvil y los agentes reconocen que no han hallado nada que explique por qué intentó asesinar a Donald Trump. 

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