Patriarcado

El machismo y el aborto selectivo en Vietnam: diez hijas no valen un hijo

En Vietnam, la preferencia por los hijos varones persiste a pesar de las leyes que prohíben conocer el género del feto. La presión social, las tradiciones patriarcales y el culto a los antepasados empujan a las mujeres a abortos selectivos que comprometen su salud, su libertad y el equilibrio demográfico del país

Vietnam
Mujeres vietnamitas reparando una red de pesca
Shutterstock

En Vietnam, conocer el género del bebé antes del nacimiento está prohibido por ley desde 2003. La ley busca frenar el aborto selectivo por razones de género, pero a pesar de la norma, la preferencia por los hijos varones sigue pesando más que la ley. Según estimaciones del Fondo de Población de las Naciones Unidas, cada año en Vietnam se abortan cerca de 46.000 fetos femeninos.

Las estadísticas demográficas revelan un claro desequilibrio en la cantidad de hombres y mujeres. Mientras que el promedio biológico mundial se mantiene en torno a 105 niños por cada 100 niñas, en Vietnam esta proporción ha alcanzado niveles alarmantes, superando en algunos casos los 114 niños por cada 100 niñas en determinadas provincias. Este fenómeno no es natural, responde a decisiones inducidas por el deseo social y familiar de tener hijos varones. Además, y pese a que la ley vietnamita prohíbe a los médicos revelar el género del feto a los padres, algunos se saltan la regla insinuando sutilmente, diciendo que el bebé “se parecerá al padre” o “se parecerá a la madre”.

“Tener un hijo varón es tener descendencia; tener diez hijas es no tener ninguna”

En la sociedad vietnamita, las tradiciones confucianas han consolidado un sistema patriarcal donde los hijos varones son muy valorados. Esta preferencia se basa en la creencia de que los varones son esenciales para continuar el linaje familiar. El proverbio vietnamita “Nhất nam viết hữu, thập nữ viết vô” (Tener un hijo varón es tener descendencia; tener diez hijas es no tener ninguna) refleja esta perspectiva. ​

 

Además, el culto a los antepasados es una práctica central en Vietnam, y tradicionalmente, los hijos varones son responsables de llevar a cabo estos rituales, reforzando la percepción de que solo ellos pueden mantener los lazos espirituales y familiares a través de las generaciones. ​

Esta estructura patriarcal también se manifiesta en las prácticas de herencia, donde los bienes y propiedades suelen transmitirse a los hijos varones, dejando a las mujeres en una posición de desventaja económica y social.

Derechos reproductivos

Como resultado, las decisiones reproductivas de las familias están influenciadas por la presión social y cultural , perpetuando la desigualdad de género desde antes del nacimiento. ​Esta presión distorsiona los derechos reproductivos de las mujeres, y no permite que las mujeres ejerzan libremente una maternidad deseada, segura y saludable. Ya que además de consecuencias sociales, estas prácticas tienen implicaciones en la salud.

Aunque el aborto es legal y generalmente accesible en el país, las mujeres vietnamitas llegan a someterse a varios procedimientos a lo largo del tiempo -sobre todo entre mujeres con al menos dos hijas-, lo que puede acarrear consecuencias físicas importantes, como daños en el revestimiento del útero, aumento del riesgo de infecciones uterinas o hemorragias, y en algunos casos, complicaciones que afectan la fertilidad futura o el desarrollo normal de embarazos posteriores. En particular, se ha observado una asociación entre abortos repetidos y partos prematuros o dificultades para llevar a término un embarazo. Además de los efectos físicos, muchas mujeres enfrentan también consecuencias emocionales, como sentimientos persistentes de culpa, ansiedad o depresión, especialmente cuando estas decisiones no se toman libremente.

Consecuencias demográficas

Según un informe del Banco Mundial , este desequilibrio podría tener consecuencias demográficas significativas a largo plazo. La brecha entre la cantidad de hombres y mujeres en edad reproductiva amenaza con generar un “exceso de varones”, una situación que ya se ha observado en otros países de la región y que puede derivar en dinámicas sociales complejas: dificultad para formar parejas, aumento del tráfico de personas -como ocurrió en China tras la one child policy, cuando las propias mujeres vietnamitas fueron víctimas de redes de trata con fines matrimoniales-, e incluso un informe de Naciones Unidas lo relaciona con mayor violencia de género.

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