Aunque la elección presidencial en Venezuela del próximo 28 de julio es fraudulenta de origen y desarrollo, propia de un régimen autoritario y tiránico, se ha convertido en un escenario de lucha y resistencia democrática que tiene al único candidato opositor, Edmundo Gónzalez, con más de veinte puntos porcentuales de ventaja sobre Nicolás Maduro.
La clave sin duda ha sido el liderazgo de María Corina Machado, quien después de ganar de forma aplastante las elecciones primarias, supo sortear su injusta inhabilitación apoyando al candidato actual, haciendo una llave perfecta en el marco de una campaña electoral épica que ha movilizado a la población en todos los rincones del país bajo el grito de “libertad”.
Sin embargo, la persecución sigue estando a la orden del día amenazando dicho proceso electoral, en el que no se puede descartar todavía escenarios como el de suspensión o desconocimiento de sus resultados.
Secuestros, inhabilitaciones y atentados
No bastó el secuestro de casi todos los partidos opositores y las inhabilitaciones ilegales de varios candidatos, incluyendo a la ganadora de las primarias. Durante la campaña han apresado a decenas de dirigentes políticos, han perseguido a pequeños emprendedores cerrando sus negocios y confiscando sus bienes, y hasta han atentado directamente contra María Corina Machado.
Ni hablar del ventajismo, el uso de los recursos del Estado ni la censura generalizada. Sin embargo, nada de esto ha impedido que la líder y el candidato sigan recorriendo el país, evidenciando cada día lo que dicen las encuestas, que es que la inmensa mayoría en Venezuela quiere cambio.
¿Qué hará Maduro tras perder?
Nadie duda pues que Maduro perderá la elección, y lo único que queda por saberse es qué hará ante este escenario. Suspensión, fraude definitivo o entrega para la transición.
En cualquier caso, tanto el pueblo como su liderazgo renovado, encabezado por Machado, parecen estar preparados. La diferencia frente a otros episodios pasados es que esta vez, por razones que no dan tiempo de desarrollar aquí, el régimen representa a las élites mientras que la oposición lidera a las grandes mayorías y masas abandonadas por el modelo de burbuja actual, condenadas a vivir con ingresos menores a cien dólares mensuales y con familias fragmentadas producto de la emigración más alta del mundo, con una tasa cercana a un tercio del total de la población.
En estas circunstancias, el cambio y la transición democrática es la única medida humanitaria posible, mientras que la continuidad del régimen (después de un cuarto de siglo) sería la mayor sanción.