“Plaza de los rehenes”, Tel Aviv, mediodía del viernes. Los familiares de los israelíes cautivos en Gaza se disponen a dar una conferencia de prensa urgente, esperando que sea la última. Tras las señales de Benjamin Netanyahu del jueves, acusando a Hamás de forzar nuevas modificaciones a un acuerdo que se dio por cerrado en Doha el miércoles, la agonía colma el ambiente. Los familiares suplican a los reporteros que no les contacten durante estas jornadas críticas, para respetar su intimidad y lidiar con la presión.
Cuando Einav Zangauker, madre del rehén Matán, toma la palabra, el gabinete de seguridad hebreo todavía no había anunciado la mayoría de los votos favorables a la tregua, que se deberá ratificar durante el Sabat por parte del resto del Ejecutivo. Toma el micrófono frente a un retrato de su hijo, del que no sabe nada desde hace 468 días. Su incertidumbre tampoco se resolverá a partir del domingo: Matán no está incluido en el listado de 33 rehenes que deberían liberarse en la primera fase de la tregua, que durará seis semanas.
Abrazar a Matán de nuevo
“Nuestros seres queridos están olvidados en el cautiverio, pero al final llega la esperanza. Este es el momento que más cerca estoy de abrazar de nuevo a Matán, no podemos desaprovecharlo”, empieza la madre, cuya voz quebrada trasluce agotamiento. De entrada, alerta: “está prohibido perder la oportunidad por cualquier consideración”. En paralelo a las horas críticas que llevaron a Netanyahu a aceptar el acuerdo, se desarrolla una peligrosa crisis política en el ejecutivo, con la extrema derecha amenazando con tumbar el gobierno si se para la guerra en Gaza. Cualquier imprevisto podría torpedear un proceso de liberación que se prevé largo y turbulento.
“Es un momento decisivo, el público israelí nos debe apoyar, para asegurar que el Gobierno cumpla todas las partes del acuerdo y los nuestros vuelvan a casa. Es un acuerdo para parar la guerra”, recuerda. En Tel Aviv, la vida sigue alrededor de la “Plaza de los rehenes”: las colas de clientes se extienden en los mercados; no quedan sillas disponibles las terrazas de los bares; en el paseo marítimo la juventud practica yoga o fitness. Hay quienes lamentan cierto cansancio generalizado y desmovilización. “Deberíamos estar quemando las calles”, comenta Adi a Artículo 14.
“La voz de los rehenes”
Pese al agotamiento, Zangauker hace un último llamamiento para que la población les acompañe este Shabat en la manifestación semanal en el centro de la ciudad, tan solo unas horas antes de la liberación de los tres primeros rehenes. La madre, convertida en símbolo de la lucha de las familias, cargó duramente contra el Gobierno. “Mientras rehenes murieron en cautiverio y soldados perdieron la vida, el Gobierno priorizó su supervivencia política a la vida de sus ciudadanos. Torpedeó acuerdos, y Netanyahu no mostró disposición a parar la guerra por sus socios radicales”, considera.
En la prensa israelí se especula con que la extrema derecha estaría tramando con Netanyahu una aceptación inicial del alto al fuego, para reanudar la ofensiva bélica pasada la primera fase. Por otro lado, las familias viven angustiadas ante los imprevisibles movimientos de Hamás, que ya usó repetidamente el terror psicológico para añadir más presión a las familias y al Gobierno de Israel.
Máxima incertidumbre
“Violar el acuerdo y renovar la guerra es una condena de muerte para los rehenes. Quienes no salgan ya, no saldrán más”, alerta Zangauker. Tras más de 468 días de cautiverio en los túneles de Gaza, se presume que el estado de salud y psicológico de los rehenes, capturados el 7 de octubre de 2023, será muy delicado.
Ante estos momentos decisivos, echan de menos una comparecencia. “Netanyahu, sal al público, nos merecemos escuchar los detalles de tus promesas. Si tu intención es respetar lo acordado o no, nos merecemos saber. Es un pacto que debemos cumplir hasta el fin”, dice la madre, que considera que el interés público israelí es “parar la guerra y volver a la normalidad”. Solo así empezaremos el proceso de reparación que necesita este país”.
Dispositivo de salud
Mientras en hospitales equipos de médicos y psicólogos se preparan para tratar a los primeros rehenes que salgan de Gaza, Anat Angrest, madre de Matan Angrest, avanzó su alegría porque “veré a otras madres que pronto tendrán a sus hijos en brazos, pero mi corazón se rompe al pensar en la injusticia que os hacen a vosotros”. Se refería al acuerdo por fases aprobado, que alargará demasiado la incertidumbre. Para los familiares, la etiqueta de “rehenes humanitarios” (ancianos, mujeres, niños y heridos) está obsoleta, dado que todos los cautivos deberían ser urgentemente liberados.
“Demandamos que en el día 43, se implemente inmediatamente la segunda fase del acuerdo, para seguir salvando vidas y poder enterrar a los asesinados. Detener la guerra y lograr el retorno de todos será un logro para el estado de Israel”, vaticina Angrest. Para el resto de los familiares y simpatizantes presentes en la plaza, este domingo debería “marcar una nueva era para el país”.